• Para muchos, son ajustes que señalan que China quiere ser aún más estricta sobre su moneda
  • El gigante asiático se expone a una mayor fuga de capitales y más drenaje de las reservas de divisas
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Mucho se ha especulado sobre la posibilidad de que el Banco Popular de China (PBOC, por sus siglas en inglés) permita fluctuar el renminbi -como también se denomina al yuan- sin injerencias. Desde que la moneda entró en la cesta de divisas reserva del Fondo Monetario Internacional (FMI) en octubre de 2016 ha sido un tema recurrente en los mercados, por los riesgos globales que conlleva. De hecho, desde grandes bancos de inversión como Deutsche Bank o Société Générale se ha afirmado que 2017 será el año en que el gigante asiático cederá el control sobre el tipo de cambio de la moneda a las leyes de la oferta y la demanda, como consecuencia de las presiones de una esperada guerra comercial entre EEUU y China y del alarmante ritmo al que está dilapidando sus reservas de divisas.

Pero de momento no parece llegar la temida imposición de aranceles especiales de hasta el 45% sobre las exportaciones chinas. Y la única razón que sustenta las tesis de quienes defienden que al regulador asiático no le quedan fuerzas para seguir frenando la depreciación del yuan es que por el camino se ha dejado un buen pellizco de su despensa de moneda. Aunque todavía es la mayor del mundo, ésta se evapora a un ritmo alarmante y ya presenta cifras por debajo ya de los 3 billones de dólares, no vistas desde 2011, según datos de febrero. Y va a peor. En los dos últimos años, el PBOC ha quemado una cuarta parte de su vivero de divisas extranjeras y podría cerrar el presente ejercicio con un cifra por debajo de los 2,6 billones de dólares, mientras el yuan cederá inexorablemente hasta los 7,20 o 7,30 unidades por cada dólar, según previsiones de Danske Bank o Deutsche Bank.


La razón que sustenta las tesis de quienes defienden que al regulador asiático no le quedan fuerzas para seguir frenando la depreciación del yuan es que por el camino se ha dejado un buen pellizco de su despensa de moneda

Mientras tanto, Pekín se lo toma con calma y va dando pequeños pasitos que, envueltos en el habitual hermetismo del PBOC en cuanto a su política monetaria, se interpretan, por unos, como indicios de que se encaminan a dejar que el yuan fluctúe libre, mientras que otros ven todo lo contrario: un control aún más estricto sobre el renminbi.

CAMBIOS EN EL ÍNDICE QUE MIDE EL TIPO DE CAMBIO DEL YUAN

La última de una serie de medidas tomadas por la Agencia Estatal del Mercado de las Divisas (SAFE por sus siglas en inglés) del banco central chino sobre el mecanismo con el que mide el tipo de cambio de referencia del yuan ha vuelto a resucitar el debate en torno a la completa liberación de la divisa. Por ahora, ha sido un mero ajuste de la ventana temporal sobre la que se estipula el precio diario en torno al que se permite a la moneda fluctuar un 2% contra el dólar, pero el recorte de nueve horas, de las 24 anteriores, hasta las 15 actuales, se ha interpretado como un avance hacia un renminbi que opere bajo las leyes del mercado.

Pero, del otro lado de la balanza, varios expertos han llamado a la calma y enmarcan esta medida en la cruzada del PBOC para salvaguardar el precio del yuan, en la que ya ha usado varias herramientas para evitar su depreciación, a la vez que combate las fugas de capitales, con mayor o menor éxito. Así lo expresa Yue Zhong, analista de FXTM, quien explica que las modificaciones aplicadas por la autoridad monetaria asiática no son más que meras adaptaciones técnicas para acercar el yuan al precio de mercado y lo único que demuestran es que “el regulador quiere controlar más estrictamente su divisa en 2017 y proteger mejor su despensa de moneda en el futuro”. De hecho, son iniciativas encaminadas a dar algo de estabilidad a una moneda que ha vivido un año y medio muy convulso, desde la gran devaluación de agosto de 2015, y también “será una manera de evitar que la divisa se deprecie hasta el umbral de los 7 yuanes por cada dólar, la gran barrera psicológica que el PBOC se esfuerza en defender”, explica el experto. Zhong también asegura que “alejan la vaticinada liberación de la fluctuación del yuan, que no será posible en los próximos dos años”.

En cambio, para Mike Paterson, colaborador de 'Forex Live', el movimiento responde a las declaraciones del vicegobernador del Banco Popular de China, Yi Gang, de que están inmersos en un proceso de transición hacia lo que ellos mismos han denominado como una “fluctuación transparente”. Un cambio que se habría iniciado con el debut del yuan entre las monedas con Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI. El analista aclara que “el banco central está dispuesto a encaminarse hacia un renminbi gobernado por el mercado, pero bajo sus propios términos”. Esto es, avanzando poco a poco y realizando ajustes en el camino.

De hecho, el banco central ya ‘afinó’ el instrumento con el que mide el valor de su moneda hace menos de dos meses. A finales de diciembre, varió la composición del indicador del desempeño del yuan, ampliando la cesta de divisas del Sistema de Operaciones del Mercado de las Divisas del gigante asiático (CFETS por sus siglas en inglés), de 11 a 24 y restando un 4% de peso al dólar de EEUU.


Las últimas medidas del banco central de China alejan la liberación del yuan, cuyo tipo de cambio seguirá dependiendo del regulador

¿QUÉ MÁS ESPERAR DE LA POLÍTICA MONETARIA CHINA?

Todas estas medidas demuestran para los analistas de FXTM que el PBOC ha adoptado una estrategia defensiva ante la incertidumbre que no ha aflojado y que, como consecuencia, ha provocado que eche mano de su granero de moneda tan duramente ganado para inyectar dólares en el mercado y comprar yuanes ante la inversión extranjera en retroceso y la imposibilidad de controlar la salida de capitales del país. También explican que es posible que el regulador deje ”las tasas de interés de referencia sin cambios en un 4,35% hasta mediados de 2018”. “Con el aumento de la deuda que representa una amenaza para la economía del país, el banco central podría endurecer los controles de crédito para mitigar los riesgos de la deuda”, explica Lukman Otunuga, analista del bróker.

En su última declaración oficial de febrero, el PBOC ha explicado que está en en la línea de “ni aflojar ni endurecer la política monetaria” y que prolongará su sesgo “neutral y prudente”. Durante este año y buena parte del próximo, tratará de mantener un equilibrio entre su papel en estabilizar el crecimiento en una economía que se halla en medio de una dolorosa reestructuración y que se está expandiendo a su ritmo más lento en 26 años y aplicar medidas para contener el apalancamiento y reducir la especulación en el mercado financiero, como las que está introduciendo desde su rama para el mercado de las divisa, la SAFE.

John Hardy, estratega de Saxo Bank también apunta a que si persisten las presiones sobre la moneda, el banco central podría acabar por “rendirse” y optar por otra gran devaluación, otro paso que precedería a la liberación de la moneda. No sería la primera vez. En agosto de 2015, el PBOC realizó una gran depreciación de su moneda, de casi un 4%, para abaratar un yuan que Pekín encontraba demasiado caro. Ahora, el consenso insiste en que el renminbi debería situarse más allá de las 7 unidades por cada dólar y el banco central se empecina en aplazar lo inevitable. Por el momento, un dólar compra 6,87 yuanes.

Pero el gran riesgo que conllevaría una intervención de estas características es que supondría un desafío a un Donald Trump que ha acusado al gigante asiático de ser “el mayor manipulador de divisas de todos los tiempos”. Pero los expertos de Société Genérale exponen que si la guerra comercial debe llegar de todos los modos, “qué más da ser educado”. Para estos analistas, será el gran disparador que provocará que China retire el control sobre el tipo de cambio del renminbi.

Coincide Hardy en que Trump tiene una papel protagonista en esta cuestión, ya que podría “exasperar al gigante asiático y provocarlo para que acabara actuando en defensa de sus propios intereses -las exportaciones- si Trump vuelve sobre la cuestión del proteccionismo y su política de ‘América primero'”. Pero, la devaluación o liberación del yuan “será la consecuencia de que la potencia asiática se canse de poner sus ‘ahorros’ al servicio de la moneda”, asegura el estratega de Saxo Bank.


Si persisten las presiones sobre la moneda, el banco central podría acabar por “rendirse” y optar por otra gran devaluación, otro paso que precedería a la liberación de la moneda

LIBERAD AL YUAN

Así, la transición definitiva a un precio determinado por las leyes de mercado podría darse en dos pasos. Primero, tal y como apunta Hardy, una gran devaluación. En segundo lugar, llegaría el momento en que el PBOC levantaría el control sobre el tipo de cambio diario del yuan. Pero el motivo de que el regulador no tome esta decisión a la ligera es el gran coste que supondría para la economía china y el shock que causaría en los mercados mundiales.

Las repercusiones serían devastadoras en opinión de Yue Zhong. El analista de FXTM pinta un panorama en el que el yuan se desplomaría y se acelerarían las salidas de dinero del país, con lo que se añadiría ‘más madera’ al principal problema actual de China. Muy probablemente el banco central tendría que acabar interviniendo e incurriendo en el mismo comportamiento que, a priori, la liberación de la moneda trata de evitar: comprar yuanes.

Zhong también señala que “la actual burbuja inmobiliaria en las grandes ciudades de la China continental equipara la situación a lo que ocurrió en Japón en los años 90 y que condujo a la famosa “década perdida”. “Debido a la libre fluctuación del yen y a la burbuja inmobiliaria en el país nipón, el Banco de Japón quemó una inmensa cantidad de sus reservas de divisas y se entró en una profunda recesión”, señala el analista. “Podríamos aventurar que en China pasaría algo similar y el renminbi se desplomaría, especialmente contra el dólar”, explica el experto.

Pero para Hardy y otros expertos, las ventajas de acabar con las restricciones sobre el yuan superan a los problemas. Una rápida transición a un tipo de cambio determinado por el mercado permitiría al país preservar su despensa de capitales extranjeros y, al mismo tiempo, reafirmar el control sobre la política monetaria interna. Con el tiempo, la decisión “colocara a China en una mejor posición para abrir sus mercados financieros al mundo y eventualmente traer de vuelta más inversiones después de un período inicial de incertidumbre y debilitamiento de la moneda”, asegura el experto de Saxo Bank. En el largo plazo, sin embargo, las consecuencias para la economía mundial son imprevisibles y existe “el riesgo de que China exporte deflación al mundo a medida que se vuelve más y más competitiva”, concluye el analista.

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