un trader a wall street

Hay muchos factores que pueden influir en la rentabilidad de las acciones a corto plazo: los tipos de interés, los datos económicos, la situación geopolítica, la confianza de los inversores e incluso el tiempo. Pero para los rendimientos a largo plazo, hay un factor que los domina a todos: la proporción de activos que los inversores tienen en acciones.

Este ratio ha demostrado ser el indicador más fiable de la rentabilidad de las acciones a diez años vista, superando incluso a factores de peso como las valoraciones. Cuando los inversores apuestan fuerte por las acciones, su rentabilidad a largo plazo tiende a ser inferior a la media. Esto se debe a que los inversores suelen buscar una combinación estable de acciones frente a otros activos, históricamente entre el 30% y el 40%. Cuando se exceden en la asignación, hay tres factores que pueden hacer que la proporción vuelva a bajar: el pasivo crece, se emiten más acciones o los precios caen. Normalmente, el ajuste se produce a través de la caída de los precios de las acciones.

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De todo esto se desprenden tres conclusiones importantes:

1. Las acciones no suben perpetuamente: pueden tener "décadas perdidas", es decir, épocas en las que las acciones fluctúan pero, en última instancia, no ofrecen rendimientos positivos. Esto ha ocurrido incluso con los activos más rentables: Las acciones estadounidenses.

2. La asignación excesiva de los inversores a las acciones ha sido la señal de advertencia más precisa de esas décadas perdidas. Un repunte de las asignaciones a las acciones precedió tanto a la década perdida de 1970 como a principios de la de 2000. Esto puede darnos una idea bastante buena de cuándo las probabilidades no están a nuestro favor.

3. Con la asignación media peligrosamente alta en estos momentos, las acciones estadounidenses podrían enfrentarse a otra década perdida.

Si esperáis que las asignaciones de los inversores a las acciones vuelvan a su media a largo plazo, hay dos cosas que podríais hacer para prepararos para ello:

- Podéis considerar la posibilidad de reequilibrar vuestra combinación de activos: menos acciones, más bonos, materias primas y otros activos.

- Podéis buscar mercados de valores que tengan un posicionamiento menos extremo, por ejemplo, en Europa, el Reino Unido, Japón y los mercados emergentes. Puede que no os resulte rentable de inmediato (desde luego no en un solo año), pero a largo plazo, las probabilidades parecen bastante prometedoras.

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