• "Lo mejor que podría hacer el Parlamento británico es echar marcha atrás y ver si puede cargarse el referéndum", sentencia
  • "Los políticos han malgastado tiempo y esfuerzo en ir contra la globalización, cuando lo que deberían estar haciendo es preparase porque es inevitable", expone el experto en derecho internacional
Andres Perello

Cuando los libros de historia repasen este 2016, van a tenerlo muy difícil para sintetizar la magnitud de los acontecimientos políticos vividos. La victoria de Donald Trump en la contienda electoral de EEUU podría ser la guinda de un pastel que en 366 días ha demostrado que no se puede dar nada por sentado en materia de política y elecciones. El inesperado triunfo del republicano ha ocurrido cuatro meses y medio después de otro acontecimiento ante el que el mundo también contiene la respiración: el referéndum en el que Reino Unido decidió divorciarse de la Unión Europea (UE). Para el experto en derecho internacional y ex eurodiputado, Andrés Perelló, no son hechos aislados.

En la actualidad, Perelló se dedica a la abogacía y trabaja en una de las piezas del caso Avialsa, pero su trayectoria ha recalado en el Parlamento Europeo, después de representar al Partido Socialista del País Valenciano-PSOE, desde un escaño en las cortes valencianas. Bolsamanía ha hablado con Perelló sobre el Brexit y sobre la victoria de Donald Trump, dos fenómenos que beben de la misma fuente: “Los partidos tradicionales no son capaces de dar respuesta a las inquietudes de los ciudadanos ante una realidad en la que convivimos con la multiculturalidad, la inmigración, la globalización industrial”. Su receta es la globalización de la política y que surja una nueva hornada de dirigentes que sean capaces “de construir el relato para los próximos 50 años”.

Pregunta (P.): ¿Desde el punto de vista del derecho internacional, a qué tipo de acuerdo puede aspirar Reino Unido con la UE tras el Bréxit?

Respuesta (R.): Una buena alternativa sería un modelo como el del Principado de Liechtenstein, cuyas relaciones con “los Veintiocho” están basadas en el acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo (EEE), al que este país se unió en 1995. El Acuerdo del EEE cubre la mayoría de los aspectos de las relaciones de Liechtenstein con la UE, entre los que destacan: el mercado único, la participación en agencias y programas de la UE, la cohesión social y económica entre UE y el EEE, y el diálogo político regular sobre política exterior a nivel ministerial.

P.: ¿Y no buscará Reino Unido una fórmula ad hoc que le garantice el máximo nivel de acceso a la UE?

R.: Desde luego, lo que no puede pretender Reino Unido es comportarse como un adolescente que se va de casa y dice: “Oye, que te traigo la colada y ya vendré a comer el fin de semana”.


Lo que no puede pretender Reino Unido es comportarse como un adolescente que se va de casa y dice: “oye, que te traigo la colada"

P.: La decisión del Tribunal Superior de Londres de que el Bréxit pase por la votación de los parlamentarios ha dado un nuevo giro a los acontecimientos. ¿Cree que el Brexit se eternizará?

R.: Lo mejor que podría hacer el Parlamento británico es echar marcha atrás y ver si puede cargarse el referéndum. Ni la misma Theresa May (la primera ministra británica) quiere el Brexit, a pesar de ser una conocida euroescéptica. Ahora ya se nos ha olvidado, pero recientemente The Guardian destapó unas grabaciones suyas, de cuando era ministra de Interior, defendiendo ante los banqueros las bondades de permanecer en la Unión Europea.

P.: Pero el pueblo británico habló en el referéndum…

R.: Los pueblos dan la legitimidad en las urnas y hay que ver ahora qué razones se buscan para no hacer lo que no haya que hacer. El Brexit es un sinsentido se mire como se mire: desde el punto de vista económico, social y político.

P.: Explíquese…

R.: Es que con su salida de la UE, Reino Unido no sólo pierde el acceso al mercado único, sino a otros 53 mercados con los que la unión mantiene acuerdos comerciales, por eso no hay prisa para activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa.

P.: ¿Este es el sinsentido económico?

R.: En cuanto se han puesto a hacer cuentas en serio han visto que no les salían los números por ningún lado, porque desde 1973 -año en que Reino Unido se unió a la antigua Comunidad Económica Europea (CEE)- hasta ahora el país ha duplicado su producto interior bruto (PIB). Así que lo mejor que se puede decir de ellos es que son unos ingratos.

P: ¿Y el sinsentido político?

R:: En la era de globalización, los políticos han malgastado tiempo y esfuerzo en ir contra ella, cuando lo que deberían estar haciendo es preparase porque es inevitable. Además, la socialdemocracia europea saldrá perdiendo con la ausencia del ala más progresista y más renovadora de los laboristas británicos, representada por Jeremy Corbin, que ya está encabezando una revolución muy necesaria en la política.

P.: ¿De qué revolución habla?

R.: La política no está globalizada y se ha quedado atrás en un mundo en el que apremia regular la globalización. Se necesita que organizaciones como la ONU se transformen profundamente y se conviertan en un parlamento mundial real que pueda racionalizar aspectos que nos afectan a todos por igual como, por ejemplo, el cambio climático, la especulación financiera, la precariedad social, la pobreza y el miedo. En cambio, tenemos una organización que sigue funcionando exactamente igual que en los años 50, manteniendo figuras tan arcaicas como el derecho a veto.

P.: ¿Por eso triunfan los políticos que prometen medidas anti-globalización, como Donald Trump?

R.: Trump no es la respuesta, en realidad es el síntoma de lo que está pasando en la clase política de todo el mundo: que no son capaces de construir un nuevo relato para los próximos 50 años. Todos estos populismos surgen cuando los partidos tradicionales no son capaces de dar respuesta a las inquietudes de los ciudadanos ante una realidad en la que convivimos con la multiculturalidad, la inmigración, la globalización industrial. Se prefiere dar un paso atrás y mantenerse en la sombra, en lugar de dar un paso adelante y proponer un cambio.

Trump no es la respuesta, en realidad es el síntoma de lo que está pasando en la clase política de todo el mundo: que no son capaces de construir un nuevo relato

P.: ¿Explica esto el auge de los populismos de derechas?

R.: Estos movimientos, como el UKIP de Nigel Farage, como el Frente Nacional de Marine Le Pen o como el mismo Donald Trump calan entre los ciudadanos porque la alternativa son unos burócratas tecnificados incapaces de conectar con el pueblo. Pero no ofrecen soluciones, sólo ir contra el cambio que necesita el mundo y levantar fronteras, como con el Brexit. Ponerle puertas al campo de la globalización.

P.: El mensaje "Make America great again" de Trump ha sintonizado con buena parte de EEUU.

R.: Pero no presenta soluciones a los ciudadanos ni les explica qué les depara el futuro en este nuevo mundo. Ofrece retroceso y volver a los 80. Sus propuestas no van a ir a ningún sitio.

P.: Ideas no le faltan...

R.: El peligro de que una figura de estas características se instale en la primera potencia mundial es que lo somete todo a revisión. Ahora todo está en el aire, tratados de comercio que han funcionado durante años como el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (Nord America Free Trade Agreement, NAFTA) entre Canadà, Estados Unidos y México. Podría suponer el fin de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TTIP) con Europa, que para mí han quedado paralizadas de facto desde la madrugada del 9 de noviembre. De hecho, está en entredicho la propia OTAN.

P.: ¿Precisamente por esta falta de claridad ha sorprendido tanto su victoria?

R.: Se ha hecho con Trump lo mismo que ya pasó con otro indivíduo del que todos los intelectuales occidentales decían: “Dónde va este tipo con su bigotito”; de este personaje se ha dicho: “Dónde va con sus maneras groseras, con ese pelo, con las barbaridades que suelta”…

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