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El nuevo año viene cargado de propósitos renovados en muchos aspectos, aunque en otros ámbitos parece difícil pasar página, como ocurre en el mercado energético, en el que se mantienen las preocupaciones por el suministro de petróleo y gas que afloraron en 2022, con la opción rusa prácticamente cerrada para las potencias occidentales, lo que provocará una reordenación de las fuerzas de oferta y demanda, con "un camino difícil por delante" de cara a 2023.

Joe DeLaura, estratega senior de Energía de Rabobank, destaca que "los precios del gas natural han experimentado un resurgimiento desde mediados de noviembre, ya que finalmente llegaron las temperaturas invernales", un fenómeno que no ha tenido grandes consecuencias en la Unión Europea (UE), gracias al fuerte almacenamiento previo y a la escasa desaceleración en el flujo casi constante desde Qatar y Estados Unidos.

En este periodo, los precios en el TTF holandés, de referencia en el Viejo Continente, cayeron brevemente por debajo de los 100 euros a finales de octubre y nuevamente a mediados de noviembre, pero se han recuperado al rango de 130-150 euros recientemente.

Además, se producen cuellos de botella en la capacidad de exportación y en la cantidad de buques para atender el mercado mundial, mientras Europa necesita reponer unos 310 millones de metros cúbicos al día de gas ruso.

La búsqueda de nuevos vendedores que puedan atender esta demanda no es sencilla. Estados Unidos cuenta con una capacidad de exportación de 67,6 millones de toneladas métricas por año, con otras 31,2 en construcción y con fecha de finalización prevista para 2030, año en el que se estima que EE.UU. pueda vender al exterior cerca de un tercio de su producción de gas.

Este paso de exportador marginalista a gran vendedor tendrá un impacto en el país, ya que el Henry Hub, de referencia en norteamérica, se correlacionará cada vez más con el resto de mercados, impulsando al alza el precio para un país que ha gozado hasta la fecha de un coste relativamente menor al que se paga en el resto del mundo, gracias a una demanda aislada que ahora amenaza con convertirse en global.

Conscientes de los cambios en el mercado, los productores estadounidenses ya han comenzado a elevar su rendimiento, con un aumento en la producción del 4% desde enero de 2020, por debajo del ascenso en la demanda del 6%. Desde que asumió el cargo, el presidente Joe Biden ha aprobado el 98% de las solicitudes de permisos de perforación para 9.173 pozos en tierras federales y tribales.

Además, las explosiones en los gasoductos Nord Stream 1 y 2 a fines de septiembre y el conflicto en curso en Ucrania hacen que exista "una gran posibilidad de racionamiento de gas en los próximos inviernos de 2023 y 2024", mientras que "Europa comenzará a construir inventarios nuevamente en marzo de 2023 desde los mínimos con poco o nada de gas ruso".

"Asumimos que el gas ruso será funcionalmente cero. Dadas las limitaciones de la UE, al depender casi por completo de las importaciones de gas para compensar el déficit de suministros rusos, el elevado coste de la energía está empujando a Europa a una recesión", agregan, y pronostican el inicio de la contracción económica en el Viejo Continente para el primer trimestre de 2023, que también llegará, aunque seis meses después, a Estados Unidos.

El pronóstico de Rabobank incluye que los precios del TTF y del británico NBP toquen fondo en primavera, y que se mantengan ahí durante el verano a medida que se reconstruyen los inventarios, para comenzar el ascenso de precios hasta un límite cercano a los 188 euros de cara al próximo invierno.

EL SUMINISTRO DE PETRÓLEO

Si la situación no es esperanzadora en el mercado del gas, el panorama que afronta el petróleo no es mucho más alentador, puesto que la inversión en nueva producción se ha retrasado a medida que la previsión de retorno descendía, a pesar de que los los precios tanto del Brent, de referencia en Europa, como del WTI han subido a los 80, 90 y 100 dólares en 2022.

La OPEP ha alcanzado sus niveles de producción anteriores a 2020, y, sin embargo, este no es el caso en Estados Unidos, y Rusia sigue reduciendo gradualmente sus exportaciones de crudo. Mientras, en la mayor parte del mundo se ha recuperado la demanda de productos refinados, especialmente combustibles industriales y destilados medios, hasta los niveles previos a la pandemia.

"Para complicar aún más el problema, está la decisión de China de mantener bajas las exportaciones en 2022. Combinado con las próximas sanciones rusas, esta es la tormenta perfecta de conmociones que ha hecho que el mundo dependa de la disminución inventarios para compensar los déficits", aseguran.

Con Rusia prácticamente fuera del mercado, la UE debe encontrar cerca de 200 millones de barriles por año de diésel, además de que el suministro interno también se encuentra en declive, profundizando aún más el problema, ya que algunas refinerías dependen de las importaciones de crudo ruso para funcionar.

Al igual que ocurre con el gas, los importadores miran ahora hacia Oriente Medio y Estados Unidos, si bien la capacidad de suministro estadounidense tampoco atraviesa su mejor momento, con una pérdida de 1,3 millones de barriles por día de capacidad de refinación desde 2020 que está afectando al mercado de crudo.

"A medida que aumentan los precios, estamos viendo la destrucción de la demanda a pequeña escala y el aumento de las importaciones de gasolina, diésel y turbosina del mercado global", aseguran.

La nueva capacidad está llegando a Asia, Medio Oriente y África. Sin embargo, estos proyectos están en desarrollo para satisfacer el crecimiento de la demanda en estas regiones en lugar de reemplazar la disminución de la capacidad occidental, y todas las exportaciones de estos lugares mantendrán los precios relativamente más altos para la UE y los EE. UU. nuevamente debido a el costo de las importaciones.

También será necesario prestar atención a la reapertura de China, ya que de su demanda futura dependerán en gran medida las decisiones de la OPEP+.

"No es ningún secreto que la OPEP prefiere los precios del Brent por encima de los 80 dólares para impulsar sus presupuestos domésticos", concluyen desde Rabobank.

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