• China se juega el 20% de sus exportaciones con la 'era Trump'
  • El gigante asiático controla el 95% de los llamados minerales raros de los que dependen la mayoría de aparatos electrónicos
China_Bolsas

La victoria del cuadragésimo quinto presidente de los EEUU, Donald Trump, se ha fundamentado en dos grandes némesis: la inmigración y China. Los ataques contra la población extranjera y la promesa de desatar una era de proteccionismo con respecto al gigante asiático han sido constantes en la campaña electoral y ahora podrían pasarle factura. En cuanto se instale en el Despacho Oval y deba empezar a legislar contra el gigante Asiático, se topará con la realidad de que muchas de sus medidas son un arma de doble filo.

Actualmente, el 20% de las exportaciones chinas se destinan a EEUU, con lo que desplegar nuevas tasas y aranceles sobre los productos procedentes de este país, de entrada, impactaría negativamente sobre la balanza comercial de China. Un trago amargo para Pekín, ya que el país acumula hasta octubre una caída del 7,3% en las ventas exteriores este 2016.

Sin embargo, Trump debe plantearse hasta dónde quiere llevar sus medidas para potenciar la demanda de productos domésticos sobre los importados. Un exceso de gravámenes en los bienes procedentes de China o de otros países, como México, cuyo 25% del producto interior bruto (PIB) depende de loa acuerdos comerciales con su vecino del norte, podrían acabar repercutiendo en el bolsillo del consumidor en forma de productos más caros.

Analistas consultados enumeran una serie de factores que pueden desembocar en un escenario en el que Trump se vea obligado a rebajar sus iniciales intenciones de proteccionismo feroz y acabar impulsando medidas mucho más “suaves”. Para empezar, China posee el 19% del mercado de renta fija de EEUU y también representa la mitad del déficit comercial del país, con lo que aplicar unas tasas del 45% en los productos de la segunda potencia mundial “puede ser un arma de doble filo”, señalan expertos de VTB capital. Además, recuerdan estos analistas, el 30% de los ingresos de las empresas que cotizan en el S&P500 se obtiene en el extranjero.

MAYOR DEMANDA Y PRODUCTOS MÁS CAROS

EEUU importa cerca de 500.000 en bienes procedentes de China y otros 300.000 millones en productos “made in” México

Los números hablan por sí mismos. Según la agencia de calificación Moody’s, EEUU importa cerca de 500.000 en bienes procedentes de China y otros 300.000 millones en productos “made in” México. Si Trump aplica tarifas del 45%, sobre los primeros, y de un 35% -según sus propuestas-, sobre los segundos, el país debe absorber un incremento de un 15% en el total de importaciones, que “repercutirán en una subida de un 3% en los precios al consumo, seis trimestres después de la entrada en vigor de las tasas”, expone Moody’s. “Tomando en consideración el impacto máximo del incremento de los aranceles sobre los productos exteriores, las exportaciones de EEUU se reducirán en 85.000 millones de dólares en términos reales”, señala la agencia.

Analistas de Danske Bank también ponen el acento en los precios. Destacan que en un entorno globalizado, en el que las empresas tienen sus cadenas de montaje de productos electrónicos como, por ejemplo los iPhones, ubicadas en China, el gobierno de Pekín puede decidir poner trabas a los importadores, lo que también acabaría por encarecer estos productos.

Destacan los expertos del banco danés, además, que “el impulso fiscal que Trump quiere llevar a cabo para potenciar el crecimiento aumentará la demanda de bienes de consumo de China”, con lo que se complica mucho para la nueva administración republicana acabar imponiendo altos peajes a la entrada de mercancías. Alternativamente, si se plantea repatriar las cadenas de valor de los productos manufacturados, el consumidor final también acabaría pagando de su bolsillo el incremento de costes que supondría para las empresas trasladar la producción a EEUU.

LA RESPUESTA DE CHINA

China cuenta con varios ases en la manga para enfrentarse con Donald Trump. Una lucha de titanes en la que EEUU no tiene por qué salir vencedor. Para empezar, Pekín puede encomendarse al curso del mercado y dejar que una depreciación “orgánica” del yuan acabe por abaratar los precios de sus productos, manteniendo el atractivo de los mismos sin tener que intervenir en ningún momento. A la vez, el país quedaría indemne ante toda acusación de manipulación de la divisa -otro de los ataques de Trump, que ha llegado a llamar al país “el mayor manipulador de divisas de todos los tiempos”-.

Además, la mano ganadora de China podría hallarse en el hecho de que posee prácticamente el monopolio de los llamados “minerales raros”, controlando casi el 95% de este mercado. Se trata de elementos tales como el indio y el niobio, que se utilizan multitud de dispositivos digitales, o el antimonio, que es utilizado en la protección contra incendios. Su importancia radica en que los smartphones, coches eléctricos, televisores de pantalla plana o las baterías recargables no serían posibles sin ellos, explica la web xatakaciencia.com.

China posee 1,2 billones de dólares en renta fija de EEUU y otros 600.000 millones en concepto de otros instrumentos financieros

No es la primera vez que Pekín juega esta carta, ya que en 2010 la empleó en la crisis desatada con Japón, cuando el capitán de un barco pesquero fue detenido en aguas internacionales. China redujo las cuotas de producción de estas materias primas temporalmente, permitiendo una escalada de los precios en 2011. “Estos productos se pueden extraer de otras zonas del mundo”, reconocen desde Danske Bank, si China decidiera gravar estos minerales con impuestos extra, pero a la vez señalan que buscar y explotar nuevos yacimientos “llevaría tiempo”.

Los expertos del banco de inversión danés también mencionan el hecho de que China posee 1,2 billones de dólares en deuda de EEUU y otros 600.000 millones en concepto de otros instrumentos financieros estadounidenses, “fruto de años de acumulación” (en comparación, la Reserva Federal estadounidense acapara 2,3 billones de dólares de bonos del tesoro). “Se trata de un importante rehén, ya que si las autoridades del país asiático deciden poner esta cartera a la venta, dispararán significativamente el rendimiento del bono y elevarán la volatilidad en las principales plazas financieras”, puntualizan desde Danske Bank. Eso sí, a cambio también serían ellas las que soportarían las pérdidas por el descenso del precio del los bonos que aún tendrían en cartera.

Es muy pronto para evaluar lo que la era Trump significa para China y para el resto del mundo. Su retórica de los meses recientes se ha cebado especialmente en Pekín, pero una vez sentado en el Despacho Oval, y con los pies en el suelo, es muy probable que decida ir por una senda más amigable con la potencia que, a día de hoy, es la única capaz de hacerle sombra en muchos aspectos.

Tal vez sus asesores ya han empezado a atar en corto al nuevo presidente de EEUU, de ahí que tendiera una mano negociadora “a todo el mundo (…) a todas las naciones”, en su reciente discurso después de la victoria. Eso sí, sin traicionar su “Make Great America again”, dejando claro que primero están los “intereses de los americanos”. Veremos hasta dónde puede llegar.

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