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El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante una sesión plenaria del ParlamentDavid Zorrakino - Europa Press

El Govern de Junts per Catalunya y ERC se somete a otro test de estrés tras anunciarse el acuerdo de los republicanos y el PSOE para la investidura de Pedro Sánchez. Los socios de la Generalitat sufren una nueva crisis que ha vuelto a reventar las maltrechas costuras de una coalición que aguanta a duras penas a la espera de conocerse la decisión de este viernes de la Junta Electoral Central (JEC) sobre la inhabilitación del president de la Generalitat, Quim Torra.

La situación de interinaje del líder de los junteros se da por hecha y la presión sobre ambos partidos para que rompan su entente y se convoquen elecciones en Cataluña se ha vuelto a disparar. El enfado y malestar entre los postconvergentes es considerable y en los últimos días han atacado a los republicanos, acusándolos de "desleales" por cerrar un acuerdo con Moncloa en nombre del Govern catalán sin tener en cuenta a su socio mayoritario. Pero a pesar de que la tormenta arrecia de nuevo sobre unas relaciones que hace tiempo que son nefastas, fuentes próximas apuntan a que el Ejecutivo autonómico quiere seguir echando el balón hacia adelante, circunscribir el pacto ERC-PSOE a un acuerdo entre partidos y tratar de superar el nuevo cisma.

Pero el clima preelectoral, que ya era palpable antes de las Navidades, se da ahora por hecho. La portavoz de los neoconvergentes en el Congreso, Laura Borràs, ha avisado de que Cataluña se puede ver abocada a las urnas, ya sea porque al final no se logre poner otro parche a las relaciones entre ambas formaciones o porque Torra acabe apartado de sus funciones. Desde el entorno parlamentario explican a Bolsamanía que ninguno se atreve a dar el paso y es probable que se dilaten los tempos hasta conocer el destino del president catalán.

A la espera de lo que decida la JEC, el clima es favorable a que Torra podrá aguantar unos días o semanas más de una forma u otra. Ya sea porque el organismo que controla los procesos electorales se pondrá de perfil ante las peticiones de PP, Ciudadanos y Vox, a la espera del recurso impuesto ante el Supremo tras la condena del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por el asunto de los lazos amarillos. O bien porque resista unos meses hasta que la sentencia que lo condena a un año y medio sin poder ejercer funciones públicas acabe siendo firme. La incertidumbre, no obstante, sobre qué puede pasar este viernes es absoluta y hay una profunda división sobre si al organismo electoral desestimará las alegaciones de las fuerzas de derecha.

Con todo, si el ente acabara decretando la inhabilitación exprés de Torra, supondría el pistoletazo de salida a la carrera electoral. Pero su destitución, que desembocaría en la elección de otro president o en elecciones y que dejaría a Aragonès a los mandos, no sería inmediata porque el líder catalán se sometería a una cuestión de confianza ante el Parlament catalán, es decir, que dejaría su continuidad en manos de los diputados. Una artimaña de los postconvergentes para empezar a arañar votos a ERC, ya que les obligaría a retratarse. El partido liderado por Oriol Junqueras debería, llegados a este punto, adoptar una postura contraria a la legalidad, con el pacto con el PSOE y la mesa de negociación con el Estado recién salida del horno, o votar al lado del PSC y las derechas, lo que sería nefasto ante el electorado.

Un jaque en toda regla a 'esquerra' a quienes los junteros dan por desgastados tras las negociaciones con el PSOE y su responsabilidad en la investidura de Sánchez que, salvo sorpresa, se materializará el 7 de enero tras la ratificación del acuerdo por el Consell Nacional de ERC.

CONSULTA, PERO SOBRE INDEPENDENCIA

La estrategia de 'Junts' para ganarle la partida a 'esquerra' se fragua a toda prisa ante la convocatoria electoral que algunos sectores siguen vaticinando para primavera y unos pocos ubican en febrero. El relato que buscan es que ERC ha traicionado al independentismo al arrancarle al PSOE una consulta en que no se votará la independencia y que con su abstención al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha dado estabilidad al Estado mientras la ha restado a la Generalitat catalana.

Los republicanos, por su parte, han propuesto al jefe del Govern que la autodeterminación sea uno de los puntos que se lleve a la mesa de diálogo bilateral con el Estado. Pero de ahí a que se pueda llegar a someter a votación de la población queda un gran trecho. Lo acordado con el PSOE es que se consultará sobre los acuerdos que se alcancen durante el proceso de conversaciones para abordar el conflicto político en Cataluña, un diálogo que no tiene fecha de finalización ni calendario, a la luz del texto pactado con los socialistas.

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