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Los doce líderes independentistas acusados por el proceso soberanista catalán que derivó en la celebración del 1-O y la declaración unilateral de independencia de Cataluña (DUI), en el banquillo del Tribunal Supremo al inicio del juicio del Pool - Archivo

La campaña de movilizaciones y protestas que se prepara desde el independentismo, como reacción a la sentencia del 'procés', tiene al Estado en alerta. Gobierno y partidos políticos barajan fórmulas alternativas a un nuevo 155 para evitar un caos en Cataluña, mientras sectores constitucionalistas asumen que el dictamen del Tribunal Supremo "será suave" porque "tratará de quedar bien con todo el mundo y no contentará a nadie". Pero el 'procesismo' se aferrará a él para dar sus últimos coletazos.

Fuentes judiciales esperan menos dureza de la que prevén las entidades soberanistas y la ANC. "Se cargará la culpa en el líder de ERC, Oriol Junqueras, a quien se tomará como cabeza de turco y para quien se pedirá de 10 a 15 años de prisión", relatan. En cambio, creen que para el resto de exconsellers las penas serán de meses y hasta prevén que algunos de ellos como Santi Vila, Carles Mundó o Meritxell Borràs "queden absueltos". En cuanto a los delitos, no se cree que se pueda demostrar la rebelión y se les culpará por los de sedición y malversación de caudales públicos.

El separatismo, sin embargo, se está preparando para penas de cárcel elevadas, que mantengan a Junqueras y al resto de consellers y activistas acusados por largo tiempo en prisión. Y orquestará una respuesta "contundente", tal como ha pedido el presidente de la Cambra de Comercio Joan Canadell. Fuentes empresariales de alto nivel y sectores afines a PP, PSOE y Ciudadanos toman distancia y asumen que, aunque octubre será "duro", es el canto del cisne del independentismo.

"Pasadas estas dos semanas y una vez se celebren las elecciones del 10 de noviembre, quedará constancia de que el 'procés' soberanista está muerto", aseveran. Y refieren las modestas manifestaciones del 1 de octubre o la marcha de la Diada de este año para asegurar que el separatismo "está agotado". "La ciudadanía quiere calma", expresa un diputado, quien dibuja, al igual que otros sectores, un futuro en el que ERC seguirá caminando hacia el diálogo y que desembocará, en última instancia, en un pacto con el PSC en unas futuras elecciones catalanas que varias fuentes ubican en la próxima primavera.

Es la desunión de los partidos y la falta de una hoja de ruta conjunta lo que ha desmotivado a gran parte del electorado de republicanos y Junts per Catalunya. Una desunión que esconde una guerra cainita entre ambas formaciones por liderar el relato y vencer en las urnas. La moderación de republicanos choca con la exaltación de postconvergentes, que han amenazado con hacer efectivo el mandato del 1 de octubre y con volver a proclamar la república ante una sentencia condenatoria.

RESPUESTA POLÍTICA Y RESPUESTA CIVIL

El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha movido ficha y trata de colocar la respuesta política bajo su batuta. Con este fin, ha convocado una asamblea de cargos electos de Cataluña para preparar la fase posterior a una eventual sentencia condenatoria del Tribunal Supremo sobre el proceso independentista. Sin concretar por ahora los siguientes pasos, se pretende diseñar conjuntamente "la nueva estrategia" en la fase posterior a la sentencia, ha explicado desde Bruselas.

Desde ERC se sigue apelando al diálogo. Y a las elecciones. A pesar de que los republicanos han dejado de lado las amenazas de romper con sus socios de Govern y llamar a los catalanes a las urnas, esperarán al 10 de noviembre para constatar el éxito de su giro posibilista, que ya disparó sus escaños en las elecciones del 28 de abril. El independentismo moderado busca en unos nuevos comicios una salida al conflicto y no abandona del todo la idea de que esta es la única respuesta viable a la sentencia.

La sociedad civil, por su parte, prepara movilizaciones pensadas para seguir alimentando la llama, pero las acciones están todavía en el aire. "Los pinchazos de las últimas convocatorias les tiene asustados", explican fuentes próximas y a pesar de que reivindican "una época larga de movilizaciones", saben que el camino del 'procés' ha llegado a su fin y que en cuanto acabe octubre poco recorrido tendrá ya.

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