• Es inevitable que los de Podemos quieran aprovecharse de los errores antiguos para impulsar su propia causa
Zapatero, Davos, Foro

Iglesias, en su intento de apoderarse de la socialdemocracia, no ha tenido empacho en airear en una entrevista en la SER su admiración por Rodríguez Zapatero –“el mejor presidente de la democracia”, a su juicio- ni sus contactos esporádicos en que el líder de Podemos llama al experimentado político leonés para pedirle consejo. El expresidente le parece al joven aspirante alguien “solvente y humilde”.

A buen seguro los electores son muy listos y no se dejarán engañar por los vendedores de humo como Iglesias.

No cabe duda de que semejantes declaraciones benefician a Podemos y perjudican al PSOE, que está tratando de liberarse del abrazo del oso a que le está sometiendo Unidos Podemos, organización dispuesta a convertirse en el referente de la izquierda moderada, pese a incluir en su seno al Partido Comunista, a los lazos de Podemos con el chavismo y a toda una historia ya larga de radicalidad a las espaldas.

Por supuesto que hay que aplaudir el fair play político y las buenas relaciones entre políticos de distintas filiaciones, pero cuando están en marcha reequilibrios del espacio político como actualmente, sería deseable que los políticos más experimentados fueran cautelosos y no se prestaran a operaciones de marketing que puedan desorientar a la ciudadanía y lanzar mensajes equivocados.

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HALAGOS ENVENENADOS

El intento de Podemos de adueñarse del hemisferio izquierdo no es de ayer. Se está desarrollando desde los orígenes del nuevo partido, y por ello la dirección del PSOE se molestó cuando José Bono organizó poco antes de la navidad de 2014 un encuentro protocolariamente complicado entre Zapatero y él mismo, de un lado, e Iglesias y Errejón, del otro lado.

Por aquel entonces, los puentes entre Sánchez y Zapatero ya se habían agrietado, sobre todo porque aquél había anunciado la contrarreforma del artículo 135 de la Constitución y había puesto por lo tanto en duda la gestión de la crisis que hizo Zapatero. Y como es lógico, Ferraz mostró discretamente su desacuerdo con aquel gesto, que daba alas al nuevo partido y postraba todavía más al PSOE, de cuyo declive Zapatero no fue del todo inocente, como es bien evidente.

Zapatero ha sido desde entonces prudente en la gestión de sus relaciones políticas internas, y no ha querido intervenir en la política nacional, pero seguramente es inevitable que los de Podemos quieran aprovecharse de los errores antiguos para impulsar su propia causa. Zapatero, que es en efecto un personaje educado y correcto, ya no puede evitar los halagos envenenados de Iglesias.

Ya se sabe que los expresidentes son como los jarrones chinos, incómodos ornamentos que nadie sabe dónde colocar, y en ocasiones sus deslices, que ni siquiera admiten un reproche porque no son mal intencionados, les colocan en una situación comprometida. Éste es el caso, aunque a buen seguro los electores son muy listos y no se dejarán engañar por los vendedores de humo como Iglesias.

Antonio Papell

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