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La transición global hacia una economía baja en carbono es una de las principales megafuerzas que influyen sobre los mercados y las economías, y en este proceso "los mercados emergentes (ME) desempeñan un papel decisivo", como indican los analistas de BlackRock, quienes además identifican "oportunidades de inversión" para beneficiarse de esta tendencia.

"Estimamos que las economías emergentes representarán más de la mitad de la demanda de energía y las emisiones de carbono para 2050. Creemos que esto significa que la forma y la velocidad de las transiciones de los mercados emergentes definirán en gran medida la velocidad y la forma de la transición global", aseguran.

En su opinión, "las consecuencias de un clima cambiante serán aún más graves para los mercados emergentes que para los mercados desarrollados". Por lo general, estos países enfrentan "un crecimiento más fuerte en demanda de energía, un mayor costo de capital para financiar la transición, una mayor proporción de emisiones difíciles de reducir y una mayor exposición al daño climático físico".

"Estos factores, sumados al mayor riesgo de inversión que se percibe en general en estas economías, hacen que la inversión relacionada con la transición en los mercados emergentes sea probablemente muy inferior a lo que necesitan en toda la gama de escenarios", añaden.

Las tendencias recientes "respaldan esta visión", puesto que "la inversión agregada baja en carbono en los mercados emergentes, excluyendo a China y Rusia, se ha mantenido estable, mientras que ha acelerado en los mercados desarrollados y China".

"Estimamos que las necesidades anuales de inversión en mercados emergentes podrían ser entre 17 y 24 veces mayores que los compromisos públicos recientes de los mercados desarrollados para el financiamiento climático, o inversiones públicas o privadas destinadas a descarbonizar la economía o financiar la adaptación y la resiliencia al cambio climático físico", manifiestan.

CERRAR LA BRECHA

Los analistas de BlackRock consideran que cerrar la brecha entre mercados emergentes y desarrollados requeriría "importantes reformas del sector público e innovación del sector privado", lo que daría como resultado "una mayor mezcla de capital público y privado".

En este sentido, recuerdan que las reformas que se están discutiendo incluyen "la evolución de los mandatos y conjuntos de herramientas de los bancos multilaterales de desarrollo y las instituciones financieras públicas como el Banco Mundial".

"A medida que las reformas propuestas toman forma, vemos el potencial para que el capital privado encuentre nuevas oportunidades de inversión para llenar el déficit de financiación climática de los mercados emergentes", aseveran.

Como ejemplo de estas oportunidades, señalan que "el impulso a las reformas públicas y la innovación privada podrían crear nuevas oportunidades de infraestructura de mercado privado o aumentar el conjunto de emisiones de bonos verdes por parte de los países emergentes".

El escenario base que maneja BlackRock prevé un aumento "significativo" en la inversión en infraestructura energética baja en carbono de los mercados emergentes, "que podría triplicarse en 2040 y alcanzar los 1,1 billones de dólares anuales en 2050". En un escenario positivo, anticipan otros 200.000 millones de dólares anuales de 2030 a 2050, para un total de casi 4 billones de dólares, lo que supone un aumento del 25% con respecto al caso base.

"Con estas reformas, esperamos que las instituciones financieras públicas faciliten de manera más efectiva la inversión climática privada en los mercados emergentes, que potencialmente desbloquearán nuevas inversiones en activos tangibles como energía con bajas emisiones de carbono, transporte e infraestructura de la industria, así como proyectos de resiliencia climática", añaden.

¿DÓNDE ESTÁN LAS OPORTUNIDADES?

A la hora de encontrar las principales oportunidades de inversión, en BlackRock señalan que "el mayor potencial para transiciones aceleradas se encuentra en los países de alto crecimiento, como India, Indonesia, Brasil y Sudáfrica".

"En este ámbito, ya están avanzando programas específicos para cada país, como la Asociación para una Transición Energética Justa. Por el contrario, los países menos desarrollados y con bajas emisiones pueden ver más fondos para la adaptación y la resiliencia climática que para la descarbonización", valoran.

Si bien este proceso se antoja "vital", existe un riesgo de que "los financiadores en dichos mercados pasan por alto otros objetivos, como impulsar el acceso a energía más barata e impulsar el crecimiento de la industria con mayores suministros de energía".

"Vemos oportunidades para la financiación mixta, en particular cuando el capital público y el privado invierten conjuntamente en sectores agobiados por el cambio climático o de materias primas, pero también donde la tasa de éxito de los proyectos de desarrollo puede ser baja, o donde los riesgos tecnológicos o políticos son altos", estiman.

En esta transición hacia economías sostenibles, las oportunidades coexisten con los riesgos, y es que "el éxito y la eficacia de las reformas públicas y la verdadera escala del mercado de innovaciones privadas son muy inciertos".

"Si las reformas sustantivas no se materializan, las oportunidades de inversión en infraestructura energética con bajas emisiones de carbono serán más limitadas y las transiciones a los mercados emergentes serán más más lentas y más divergentes de los mercados desarrollados y entre diferentes países emergentes", concluyen.

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