• Y el índice español tendría que subir un 72% para volver a sus máximos históricos
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Hay muchas lecciones que se pueden extraer de la quiebra de Lehman Brothers hace 10 años, pero quizá la más importante para los inversores sea que demostró la falsedad del viejo dicho de que "a largo plazo, siempre se gana en bolsa". La tendencia bajista sufrida por las bolsas mundiales fue violentísima y las pérdidas sufridas en el mercado, descomunales. Aunque estamos lejos de los mínimos que se alcanzaron, el Ibex tendría que subir un 72% desde los niveles actuales para volver a los máximos de 2007.

Esto debe enseñarnos a todos a ser muy conscientes del riesgo que implica invertir en bolsa. Se puede perder mucho dinero, incluso todo el dinero, por más que uno crea que invierte en empresas sólidas y que la economía va bien. Los cisnes negros, como dolorosamente anticipó Nassim Taleb, aparecen aunque nadie se lo espere y se lo llevan todo por delante. Por eso, es necesario plantearse antes de invertir si podemos tolerar la pérdida potencial, tomar medidas para reducirla (diversificación, stop loss, stop profit, etc.) e incluso renunciar por completo a la renta variable.

El Ibex 35 marcó su máximo histórico en 16.040 puntos el 9 de noviembre de 2007. Con el inicio de la crisis subprime y las primeras muestras de lo que se nos venía encima, comenzó a perder valor: el día anterior a la quiebra de Lehman, se había dejado ya un 29%. Después de aquel acontecimiento, cuya importancia radicó en poner de manifiesto la gravedad de la crisis, llegó la catástrofe: otro desplome del 41,3% hasta el mínimo de 6.702 del 9 de marzo de 2009. La pérdida total ('drawdown') desde el máximo fue del 58,2% en año y medio. Jamás se había visto algo parecido desde el 'crash' del 29.

A largo plazo se puede perder en bolsa. Y a larguísimo, todos estaremos muertos, como decía Keynes

Y por el camino, el sufrimiento fue extremo. Entre la quiebra de Lehman y el mínimo de 2009, el Ibex sufrió 14 caídas diarias superiores al 4%, con días tan trágicos como el 10 de octubre de 2008 (-9,14%, la mayor caída diaria de la historia) o el 22 de octubre (-8,16%). Por el camino, también hubo rebotes espectaculares, como el 8,71% que se anotó el 19 de septiembre de ese año -la mayor subida diaria hasta ese momento-, pero que solo sirvieron para atrapar a los incautos que creyeron que la "corrección" se había terminado.

El índice intentó una recuperación desde mínimos pero recayó por debajo de esos niveles en 2012, cuando España estuvo a punto de salir del euro y tuvo que pedir el rescate para su sistema financiero. Desde entonces ha recuperado algo de lo perdido, pero los 9.306 puntos actuales se encuentran todavía a un 72% de distancia de aquellos fantásticos 16.000.

NO SOLO LA BANCA

El sector más afectado fue la banca, como es lógico al tratarse de una crisis financiera. Nuestras principales entidades se encuentran a años luz de sus cotizaciones de 2007 e incluso el Popular tuvo que ser resuelto el año pasado (el último estertor de la crisis) y sus accionistas perdieron todo su dinero. Algunos banqueros reconocen que solo recuperarán la inversión los hijos o los nietos de los que la hicieron.

Los que apostaron por las entonces pujantes inmobiliarias también perdieron todo o casi todo, entre las que quebraron o fueron rescatadas por los acreedores. Y no solo ellas: Pescanova, Abengoa o, más recientemente, Duro Felguera, empresas aparentemente sólidas y que resultaron ser insolventes o directamente fraudulentas.

Las tendencias bajistas existen. Y a largo plazo también se pierde -y mucho- en bolsa. Salvo que hablemos del larguísimo plazo. Pero como decía ese gran especulador bursátil que fue Keynes, a largo plazo todos estaremos muertos.

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