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Ni Hollywood hubiese podido imaginar una fuga como la que fraguó la familia Ghosn para sacar a expresidente de Nissan-Renault de Japón. Ni el estrecho seguimiento al que era sometido por parte de las autoridades niponas, ni la retirada de los pasaportes. Nada ha logrado frenar a Carlos Ghosn, que ha logrado escapar del arresto domiciliario en el que se encontraba desde abril y huir a Líbano. Y lo ha hecho con ayuda de unos mercenarios georgianos y metido en una caja de instrumentos musicales.

El que fuese máximo responsable del grupo automovilístico se encuentra en Líbano desde el pasado 30 de diciembre. Llegó allí vía Estambul, en un vuelo privado que, según parece, su familia fletó tras orquestar durante varios meses la operación.

Ghosn asegura ahora, ante el revuelo que se está formando por su marcha, que ni su mujer Carole ni ningún otro miembro de su familia han tenido nada que ver con su huida de Tokio, donde permanecía confinado a la espera del primero de los dos juicios que tiene pendientes, en los que está acusado de varios cargos de mala conducta financiera y apropiación de recursos corporativos para beneficio personal, acusaciones que niega.

El expresidente de Nissan-Renault, de 65 años, estaba recluido en su domicilio, del que no podía salir al estar en régimen de libertad bajo fianza. Sin embargo, y aún no se sabe muy bien cómo (la policía japonesa sigue con el registro de la casa, para intentar comprender cómo consiguió huir), logró evadir la vigilancia con videocámaras 24 horas al día y las fuertes restricciones a su libertad de movimientos y se fue a Beirut.

Son muchas las informaciones que han circulado sobre su fuga. Se ha apuntado a la ayuda familiar, que Ghosn ya ha negado, y también se ha dicho que logró escapar escondido en una caja llena de instrumentos musicales, tras haber presenciado un concierto navideño en su casa. Incluso, se ha llegado a decir que los miembros de la orquesta que acudió al domicilio para el recital no eran artistas, sino una banda de mercenarios georgianos contratados expresamente para sacar a Ghosn de Japón.

Solo hay una cosa clara: ha habido una cadena de errores que ha propiciado que ponga pies el polvorosa. Y es que aunque las autoridades niponas le retiraron los pasaportes que obraban en su poder (Ghosn tiene triple nacionalidad, brasileña, francesa y libanesa), parece que tenía dos pasaportes franceses y que se guardó uno de ellos en una caja fuerte que obraba en su poder, siendo ese documento el que habría usado para entrar legalmente en Líbano.

Su huida a ese país está, además, justificada en que no tiene acuerdos de extradición con Japón, por lo que Ghosn puede estar, al menos por ahora, tranquilo. De momento, porque queda por saber qué respuesta da Beirut a la orden de detención que ha emitido la Interpol contra el empresario.

DETENCIONES EN TURQUÍA

La Fiscalía japonesa se mueve entre la sorpresa y la furia porque Ghosn se le ha escapado. Francia ya ha dicho que si el dirigente acaba en suelo galo no lo extraditará, y parece que Líbano tampoco está por la labor de hacerlo. Aunque Turquía ya ha respondido al escándalo con varias detenciones. Dado que el expresidente de Nissan pasó por Estambul, las autoridades otomanas han arrestado a siete personas relacionadas con la fuga, entre ellas cuatro pilotos.

El propio Ghosn explicaba hace unos días en el comunicado en el que anunciaba que estaba en Beirut, grabado en vídeo y difundido por Renault, que no se había fugado de la justicia japonesa, sino de la "injusticia y de la persecución política" a la que ha sido sometido en el país asiático. En sus propias palabras, se ha marcado para no ser un "rehén" de las autoridades. Habrá que ver cómo acaba esta historia.

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