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Nadie quiere creer que el 31 de diciembre la Unión Europea (UE) y Reino Unido culminarán el proceso del Brexit sin acuerdo. Por más que el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos advierta a los mercados, en un comentario casi inédito desde el instituto emisor sobre el proceso de divorcio, que no están descontando “con suficiente intensidad” el escenario de que no medie un tratado comercial tras el período de transición, los inversores no varían sus posiciones. Y es que pese a todo el ruido de sables de la semana pasada y pese a que nadie quiera dar el primer paso, el consenso entre los analistas sigue siendo que los cuatro años de idas y venidas entre Londres y Bruselas no acabarán en tragedia.

A 11 semanas para que finalice el tiempo de transición, el reloj se agota. Para poder ratificar un acuerdo a tiempo, los compromisos políticos tendrían que alcanzarse probablemente en las tres próximas siguientes, de modo que se puedan aclarar los detalles jurídicos y el texto final pueda traducirse a todos los idiomas pertinentes a más tardar a mediados o finales de noviembre. “Pero la UE está abierta a ser flexible con los plazos”, aseguran desde Berenberg. Si el bloque comunitario ve una buena oportunidad de llegar a un acuerdo, puede incluso negociar hasta bien entrado diciembre.

“Si bien la ratificación de un acuerdo se extendería entonces hasta 2021, la UE podría probablemente adaptar algunas normas en aspectos clave de manera provisional”, explican. En muchas cuestiones, “los Veintisiete deberían simplemente declarar que se amplían las condiciones especiales que han regido las relaciones comerciales entre Londres y Bruselas en espera de la ratificación de un acuerdo”, sugieren los expertos de la entidad germana. De hecho, otorgan a este escenario un 50% de probabilidades de que se produzca, frente al 30% de opciones que asignan a que se rubrique un acuerdo satisfactorio a tiempo y el 20% que suma el ‘Brexit duro’.

En este último escenario, “las disrupciones para la economía serán tales que podrían forzar al primer ministro británico, Boris Johnson, a alcanzar un acuerdo”, indican por su parte los expertos de Julius Baer, quienes no descartan que se imponga el pragmatisco y se produzca "una amplicación del periódo de transición". “Dado el riesgo de que una segunda ola de coronavirus detenga la recuperación económica, es difícil creer que un desacuerdo en un sector pequeño como el de la pesca pueda poner fin al proceso. La economía no podría soportar un golpe más”, insisten.

El poco significativo pero simbólico asunto de los derechos de pesca se ha erigido como uno de los escollos insalvables, especialmente para Francia. Al respecto, desde Berenberg recomiendan a la UE “asumir que las cuotas de pesca en aguas del Reino Unido se reduzcan significativamente con el tiempo”. En cuanto a las otras cuestiones, la receta de estos economistas es que “Londres acepte las normas sobre igualdad de condiciones de las empresas en materia de ayuda financiera”, para que mantengan el acceso al mercado europeo. Por último, “Johnson debe claudicar en el aspecto de que Reino Unido deberá seguir sujetándose a los estándares del bloque comunitario” para mantener la relación comercial, pese a que en el día a día, Londres no deba aplicar todas las normas de la UE.

Pero la presión sobre el presidente francés, Emmanuel Macron, y las que Johnson sufre de los ‘brexiters de su partido’, limitan su capacidad de llegar a un acuerdo, pese a que “ambas partes lo quieren”, señalan los analistas de Berenberg. Sin embargo, ambos bloques han encallado en el ‘juego del gallina’ de a ver quién da el primer paso, pese a que los Veintisiete están dispuestos a mantener su voluntad negociadora, por este motivo seguirán las conversaciones en Londres esta semana, tal como estaba previsto.

Pero Bruselas deja toda la presión una vez más en Reino Unido, como ya ocurrió a finales de 2019. El país ha decidido abandonar la UE y se ha negado a ampliar el período de transición más allá de finales de 2020. Además, insisten desde la UE en que Londres tiene más que perder con un Brexit. “Sin embargo, puede que se requiera echar mano de la diplomacia y que el club europeo eche un capote a Johnson que le permita continuar con las conversaciones sin que parezca que es el 'premier' quien ‘baja del burro’”, explica Berenberg.

Pero hay un gran riesgo en que ninguna de las dos partes quiera ser la primera en ceder y finalmente se llegue al 31 de enero sin un tratado.

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