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Un lustro ha transcurrido desde que los británicos votaron a favor de abandonar el club europeo al que habían pertenecido durante 47 años. El 23 de junio de 2016, el inesperado Brexit, defendido por euroescépticos y ultras, se convertía en una realidad tangible con el apoyo del 51,9% de votantes en el referéndum convocado por el entonces primer ministro David Cameron. Se iniciaba un proceso de divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea (UE) de más de cuatro años que culminó en Nochevieja de 2020 y que ni la pandemia pudo revertir, aunque todo parece indicar que todavía existen aristas que limar entre los ya nuevos socios comerciales.

Después del referéndum, el Gobierno británico invocó en marzo de 2017 el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, que debía materializarse con la salida del Reino Unido el 29 de marzo de 2019. Ese plazo se prolongó en un primer término hasta el 12 de abril de 2019 y volvió a ser prolongado hasta el 31 de octubre de 2019. Por tercera y última vez, el plazo volvió a ser ampliado hasta el 31 de enero de 2020.

Pasada esa fecha, tras haberse aprobado definitivamente el Acuerdo de Retirada a las 00:00 horas del viernes 1 de febrero de 2020, Reino Unido abandonó automáticamente la Unión Europea a las 23:00 horas (hora británica) del día anterior. En virtud de dicho acuerdo, hubo un periodo transitorio hasta el 31 de diciembre de 2020 en el que el país se mantuvo en el mercado europeo y los ciudadanos y las empresas no notaron diferencias. El Reino Unido y la UE negociaron una nueva relación comercial durante dicho período transitorio, que entró en vigor el 1 de enero de 2021.

Esta larguísima transición dejó notar su garra en los mercados bursátiles, por la prolongada incertidumbre de todo el proceso, hizo mella en el prestigio internacional de Reino Unido y esparció numerosos cadáveres políticos en el camino, el más notable el de quien sucediera a Cameron en el cargo de ‘premier’: Theresa May. Pero la resiliencia de los británicos ha sido también notable en todo este periplo. De hecho, Ludovic Colin, gestor de Vontobel AM, cree que en los valores de Reino Unido hay todavía “una pequeña prima del Brexit”. “La libra esterlina está ligeramente infravalorada, el FTSE está ligeramente infravalorado frente a sus pares, y algunos diferenciales de crédito son ligeramente más amplios que sus equivalentes en la UE, por ejemplo”, comenta.

En cuanto a la bolsa, utilizando como indicador el comportamiento del Eurostoxx50 y del FTSE100 estos últimos años “podemos observar una cierta disparidad en la evolución de los índices”, apunta Jonathan Capelo, asesor patrimonial en Portocolom AV. Tomando como referencia la fecha del Brexit en 2016, la evolución de la renta variable europea respecto a la de Reino Unido ha sido un 23% superior. Si echamos la vista más atrás y tomamos como referencia enero de 2013, cuando David Cameron, el entonces Primer Ministro británico anunció la intención de convocar el referéndum, la diferencia de rentabilidad es mucho mayor, con el índice europeo haciéndolo un 37% mejor que su homólogo británico.

“A todo esto hay que añadir que a la hora de analizar estos índices un tema clave es la relación entre ambas divisas”, subraya el experto. La rentabilidad de los índices igualmente habría que ajustarla por la depreciación de la libra respecto al euro desde 2015. Es decir, “un inversor extranjero que ha invertido en el FTSE100 no sólo ha tenido en general una peor rentabilidad con respecto al Eurostoxx50, sino que también se ha visto penalizado por la depreciación de la libra”, prosigue el asesor de Portocolom AV.

No obstante, a la pregunta ¿quién ha salido peor parado del Brexit desde la perspectiva del mercado de valores? “A nivel global pensamos que los dos”, responde Capelo. “Tanto los índices de la Unión Europea como los de Reino Unido se han visto penalizados estos últimos años por la inestabilidad política derivada del Brexit, si bien es cierto que en el corto plazo el daño sufrido en estas dos economías ha tenido más que ver con la menor velocidad de recuperación económica y por la lentitud a la hora de aprobar medidas para paliar la crisis el Civid comparado con otras regiones como EEUU o China”, redondea.

EL COMERCIO Y EL DESMEMBRAMIENTO DE REINO UNIDO, PROBLEMAS ACUCIANTES

Otro capítulo que todavía da que hablar es el de los acuerdos comerciales en el Canal de la Mancha, que “han tenido un comienzo accidentado” este 2021, señala Jonathan Allison, director de Inversiones de Aberdeen Standard Investments. Las empresas han notado dificultades administrativas, aduaneras y los retrasos en las entregas, y estas barreras no arancelarias han repercutido en los flujos comerciales, sobre todo del Reino Unido a la UE.

“En estos momentos, el asunto que genera más presión es el de Irlanda del Norte, donde la decisión unilateral del Reino Unido de ampliar los periodos de gracia para los controles de las mercancías que cruzan entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte no ha sentado demasiado bien a la UE, que argumenta que la decisión incumple los acuerdos comerciales posteriores al Brexit”, prosigue el analista. “Este puede seguir siendo el principal punto de conflicto a medio plazo, sobre todo si los problemas de seguridad y los trastornos económicos se intensifican”.

Incluso después de la pandemia, “el comercio seguirá siendo bajo con Europa”, asegura Colin por su parte. Las restricciones y la burocracia han puesto en dificultades a muchos sectores. La industria pesquera es sólo la punta del iceberg. “Antes de que llegara el virus sabíamos que las exportaciones del Reino Unido se habían reducido en un 40%. Ahora es demasiado pronto para ver si el repunte es sostenible”, afirma el gestor de Vontobel AM.

La otra realidad que nos golpeará pronto es que “la posibilidad de que el Reino Unido se separe es ahora un hecho”, agrega este experto. Escocia y el partido gobernante, el SNP, intentarán independizarse tan pronto como el impacto económico del Covid-19 se aleje, utilizando medios democráticos. El nuevo riesgo proviene de Irlanda del Norte (NI), cuyo deseo de no tener una frontera marítima con el resto del Reino Unido no fue respetado en el acuerdo de salida con la UE. “Irlanda del Norte será una fuente de enorme tensión entre el Reino Unido y la UE, lo que acarreará sanciones y ralentizará las negociaciones sobre los servicios (incluidos los financieros)”, augura el gestor. “Pero el hecho de que aproximadamente el 40% de los habitantes de Irlanda del Norte estén ahora a favor de una reunificación con la República es muy preocupante”, sentencia.

Con todo, los expertos indican que sigue habiendo una oportunidad a corto plazo en los mercados de valores británicos. “Las empresas del Reino Unido que han sido muy penalizadas estos últimos años y que han quedado rezagadas respecto a las empresas europeas podrían tener un mayor potencial de revalorización en el medio plazo”, agrega Capelo a modo de colofón.

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