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Pedro Sánchez recibe a Quim Torra en La Moncloa POOL

El president de la Generalitat, Quim Torra, ha acortado la cuenta atrás del reloj de los Presupuestos Generales. Su ultimátum de restar sus apoyos al Gobierno de Pedro Sánchez en noviembre, si no se logra acordar un referéndum de autodeterminación, se ha demostrado un farol o una huída hacia adelante para acabar convocando elecciones autonómicas, pero si lo cumple imposibilitará el fin del veto del Senado en las cuentas estatales.

Aunque Torra se ha quedado solo con la imposición de una fecha a un diálogo que sus socios de Esquerra Republicana y muchos miembros del PDeCAT quieren desarrollar sin ‘espadas de damocles’, no deja de ser esclavo de sus palabras. Y ante la negativa del Ejecutivo socialista a sentarse en la mesa de negociaciones en octubre, se verá abocado a cumplir sus amenazas o a dar marcha atrás.

La ausencia de la referencia al mes de noviembre en las conclusiones del Debate de Política General en el Parlament -donde profirió sus amenazas por primera vez- deja la puerta abierta a que se retracte más adelante. Pero, por el momento, el president catalán añade presión extra al Ejecutivo para agilizar dos citas clave en el Congreso de este otoño: la reforma de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, que es la llave para los Presupuestos Generales, y la aprobación de estos.

A finales de septiembre, la Mesa del Congreso anuló la enmienda introducida por el PSOE en un proyecto de reforma de la ley del Poder Judicial con el objetivo de eliminar el papel decisivo de la Cámara Alta en los números del Ejecutivo. Por lo tanto, sólo le queda la vía larga para abordar los cambios en dicha ley orgánica, para lo que necesita mayoría absoluta. Es decir, requiere del respaldo de todos los diputados que le apoyaron en la moción de censura.

Los partidos soberanistas “pueden boicotear las propuestas normativas de los socialistas, imposibilitando las mayorías parlamentarias para legislar”

El trámite de urgencia, que podría acelerar el paso de esta ley por la Cámara Baja, también queda descartado por el bloqueo de la Mesa del Congreso, que hará valer su mayoría para obligar a que se produzca mediante la fórmula de debate parlamentario. Lo que alarga el proceso “hasta bien entrado diciembre”, explican fuentes del PSC.

No obstante, Jordi Pacheco i Canals, decano del colegio de Politólogos de Cataluña, indica que si sólo se tratara de la imposibilidad de sacar adelante las cuentas para 2019, “Sánchez podría sobrevivir prorrogando presupuestos”. Pero el problema es mucho más grave y se traduce en que los partidos soberanistas “pueden boicotear las propuestas normativas de los socialistas, imposibilitando las mayorías parlamentarias para legislar”.

LA VUELTA DE TUERCA: UNAS ELECCIONES ANTICIPADAS EN CATALUÑA

“Parece que hemos entrado en la dinámica de ver quién cae antes, si el Gobierno central o el de Torra, ya que ambos afrontan meses muy delicados y dependen el uno del otro”, prosigue el politólogo. “Si los soberanistas sobreviven a su enésima crisis y desde noviembre se dedican a poner en contra de Sánchez la aritmética parlamentaria alineándose con el PP y Ciudadanos o, simplemente, ausentándose en las votaciones, a este no le quedará más remedio que convocar elecciones”, agrega.

Pero las prisas de Torra con el Ejecutivo central han desagradado a ERC, y ha añadido una nueva losa en la ya tensa relación de los socios catalanes que se ha sumado a otras tensiones existentes en la órbita independentista sobre los diputados suspendidos por el Tribunal Supremo. Un nuevo cóctel explosivo que podría mandar al traste la legislatura en la región. Por lo que el escenario de un adelanto electoral autonómico cobra fuerza, apuntan desde el entorno del PSC.

En este caso, simplemente se pospondría la presión sobre el Ejecutivo central, señala el experto consultado. O se podría dar el caso que los republicanos, “cuyo objetivo son ahora los presos políticos y la distensión”, según fuentes socialistas, siguieran apoyando al Gobierno, mientras el PDeCAT retiraría su respaldo. Un hipotético desenlace que permitiría al Gobierno del PSOE sobrevivir renunciando, eso sí, a su aumento del techo del gasto y a tener unos cuentas propias para 2019.

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