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La inflación está en boca de todos y no es para menos. Los últimos datos sobre el crecimiento de los precios asustan, marcando máximos, por ejemplo, en Estados Unidos, donde no se alcanzaba una subida del Índice de Precios al Consumo (IPC) tan alto desde 2008. Pero los inversores pueden aprovechar esta coyuntura en sectores como las materias primas, en especial el oro, o el inmobiliario que ofrecen cobijo en este entorno de presión inflacionaria.

El propio presidente de la Reserva Federal (Fed) de EEUU, Jerome Powell, mostró su nerviosismo ante la deriva que está tomando este dato macroeconómico. “No nos sentimos cómodos con eso", decía el pasado 15 de julio ante el Comité Bancario del Senado.

Pese a ello, reiteró su mensaje de que “se trata de un shock que atraviesa el sistema asociado a la reapertura de la economía”.

Estas previsiones se están poniendo en duda por parte de algunos analistas, como los de Edmond de Rothschild AM. Sostienen que la subida del IPC ha tenido como consecuencia directa en el mercado de bonos un cierto “aplanamiento de la curva de rendimientos al subir los tipos a corto, lo que cuestiona la opinión de la Fed de que esta inflación era meramente temporal”.

Mientras, Nitesh Shah, de WisdomTree, explica que cree que la presión de los precios seguirá “siendo alta durante más tiempo”. También señala que “los niveles más altos de inflación en EEUU se tolerarán en relación con los regímenes anteriores, ya que la Fed ajustó el año pasado su objetivo para considerar la inflación media, no sólo la puntual”.

Para Álvaro Cabeza, de UBS, esta tendencia debería preocupar a los inversores ya que “la inquietud generada por la presión de los precios está contribuyendo a un contexto menos constructivo, y esperamos una rentabilidad desigual para la renta variable a nivel de índice”.

Al mismo tiempo, incide que el aumento de la tasa del IPC de forma sostenida se producirá si “los factores estructurales subyacentes de la desinflación durante varias décadas se han invertido”.

Lo cierto es que los indicadores como el índice VIX, conocido como el del miedo y que muestra la volatilidad esperada por los analistas para el S&P 500 en los próximos 30 días, ha caído a 16 puntos, por debajo de la media.

INVERSIONES CONTRA LA INFLACIÓN

Ante este panorama, desde Edmond de Rothschild AM apuestan por una postura “neutral” ante la renta variable, “con preferencia por Europa y China”, mientras que en la fija siguen “infraponderando la duración” y prefieren “los bonos corporativos”.

Pese a ello, sus analistas siguen pendientes de la evolución de la pandemia puesto que la situación sanitaria es "preocupante a medida que se extiende la variante Delta.

Mientras, ante el temor de que la inflación no sea transitoria, Shah recomienda la inversión en materias primas y oro como forma de “protegerse”, ya que pueden ser “instrumentos de cobertura cruciales”. Razona que "los datos publicados la semana pasada refuerzan nuestros argumentos a favor de tener estos activos en cartera, dado que las elevadas cifras de inflación pueden no ser transitorias, puede que no se trate sólo de un juego táctico, sino estratégico".

Asimismo, el analista de UBS ve ciertos nichos de mercado para invertir dentro del sector inmobiliario “las casas prefabricadas, el autoalmacenamiento, las viviendas para estudiantes, las ciencias de la vida, los centros de datos, el alquiler de viviendas unifamiliares y el almacenamiento en frío”, que se suman a los apartamentos y el sector industrial.

Desaconseja, además, los bonos del Tesoro al ser "poco atractivos", como lo son también "a mayoría de los bonos vinculados a la inflación en las economías de mercado desarrolladas, con la excepción de Nueva Zelanda y Japón".

Cabeza concluye avisando a los bancos centrales, como la Fed, de que tengan cuidado a la hora de retirar los estímulos financieros porque podrían provocar una caída de activos sin precedentes. "Dado que una gran parte de la población de los mercados desarrollados se encuentra en la fase de jubilación o cerca de ella, y es más sensible a las fluctuaciones de los precios de los activos, un mercado bajista sostenido sería negativo para la actividad económica y probablemente provocaría un vuelco de la inflación más pronunciado de lo que desean los bancos centrales", argumenta.

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