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Pedro Sánchez recibe a Quim Torra en el Palacio de la MoncloaMARTA FERNÁNDEZ/EUROPA PRESS

Cuando se habla en Cataluña al inicio del curso político de ‘otoño caliente’ es casi una redundancia. Septiembre marca, desde hace varios años, el mes en el que el independentismo aprieta el acelerador y este no será una excepción. Tanto el PDeCAT como el president de la Generalitat, Quim Torra, están poniendo las baldosas del nuevo camino que emprenderán los soberanistas durante unos meses que serán de alto voltaje -otra vez-, que tiene como eje principal dejar caer sobre Pedro Sánchez todo el peso de sus exigencias. Y siempre echando mano del mismo rehén: los presupuestos.

Los postconvergentes, además, ya se ha repartido los roles de ‘poli bueno’ y ‘poli malo’ en la negociación con el presidente del Gobierno que se desarrollará a dos bandas. Por un lado, en el Congreso se buscará el apoyo de los diputados del PDeCAT a la reforma de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, primero, y a las Cuentas del Estado, después. Por otro, se iniciará una ronda de reuniones bilaterales entre la administración socialista y la independentista donde, según fuentes del PSOE, se abordarán “los temas que puedan generar conflicto”.

En los primeros planteamientos tanto del portavoz del partido de Carles Puigdemont en la Cámara baja como de Torra se ve claramente quién enarbolará el guante de hierro y quién el de seda en las próximas semanas. Carles Campuzano ha exigido a Sánchez "avanzar en el diálogo político" entre las instituciones catalanas y estatales si quiere el apoyo de su partido a los Presupuestos Generales del Estado.

Deja al jefe del Ejecutivo catalán exponer en qué se basa ese diálogo, aunque lanza una condición preliminar para respaldar las cuentas. “Un primer elemento”, argumenta, que están "obligados a recordar": que hay miembros del anterior Ejecutivo catalán encarcelados "de manera injusta" y otros, incluido Puigdemont, que continúan "en el exilio". Por este motivo, “hoy por hoy" están "lejos de haber fijado" su posición respecto a los Presupuestos de 2019.

Los postconvergentes ya se ha repartido los roles de ‘poli bueno’ y ‘poli malo’ en la negociación con el presidente del Gobierno

Torra, por su parte, presentará unas exigencias extremistas. El presidente autonómico expondrá sus demandas el próximo 4 de septiembre, durante la conferencia que marcará el compás del independentismo en los meses venideros y que volverá a hacer las relaciones con el Estado irrespirables, a la luz de lo que publica `La Vanguardia’. Según el rotativo, el president catalán pedirá desobediencia a la eventual sentencia del 1 de octubre; insistirá en la ruptura con el Estado y lanzará un ultimátum al Gobierno para que se avenga a negociar un referéndum.

SÁNCHEZ DEJARÁ CAER LOS PRESUPUESTOS ANTES QUE PACTAR UN REFERÉNDUM

Una línea roja que el jefe del Ejecutivo no cruzará. Desde el PSOE aseguran que “no se va a permitir que Torra se salte la legalidad, un pleno en el Parlament de Catalunya como el del 6 y 7 de septiembre de hace aproximadamente un año y mucho menos planteamientos anticonstitucionales”.

Y un referéndum en los términos que quiere el president catalán es un nuevo quebranto de la Carta Magna que los socialistas ni se plantean. El suyo es un camino largo que contempla un debate sobre una reforma de la Constitución en profundidad. Y en este contexto, se abordará la relación entre Cataluña y el Estado que, reconocen desde el partido, se tiene que coser a base de una “reforma en las competencias para que queden bien delimitadas y de un incremento de las inversiones”.

Pero no será en esta legislatura. Sánchez espera que la política de gestos que muchos le han reprochado, por quedarse en una declaración de intenciones, le sirva para agotar su tiempo en la Moncloa. Pero queda mucha tela por cortar y las relaciones con Cataluña tendrán efectos en dos de los principales proyectos del Ejecutivo en los próximos meses: la reforma de la Ley de Estabilidad, la senda de déficit y de gasto y los Presupuestos Generales.

Pero el socialista no cederá en todo ni se convertirá en una marioneta de los soberanistas. Mejoras, sí. Respeto “escrupuloso” al autogobierno -o lo que es lo mismo, que un nuevo 155 queda descartado-, también. Pero no se prestará a negociar un referéndum, aunque suponga dejar caer el Presupuesto de 2019, para cuya aprobación podrían tener que echar mano de los 8 escaños del PDeCAT.

HASTA QUÉ PUNTO TIENEN TORRA Y EL PDECAT LA SARTÉN POR EL MANGO

Pero antes de las Cuentas del Estado, deben fijarse la senda de déficit y el techo de gasto. En este sentido, Campuzano ha manifestado que su grupo se muestra favorable a modificar la Ley de Estabilidad para retirar el veto del Senado y ha subrayado que el PDeCAT ya lo propuso en el mes de julio.

La aritmética parlamentaria de la reforma de esta ley orgánica requiere el voto favorable de los mismos grupos del Congreso que respaldaron la moción de censura socialista, entre ellos, los independentistas, ya que debe aprobarse por mayoría absoluta. Pero no se anticipa que la batalla se libre en este terreno. ERC se sumó a la proposición de ley con la que se inició el trámite, junto a Unidos Podemos y Compromís y el respaldo de los postconvergentes parece garantizado.

Los Presupuestos Generales del Estado requieren mayoría simple y con los votos en contra del PP y, con toda seguridad de Ciudadnos, los 16 diputados que suman ERC y el PDeCAT son casi imprescindibles. Ahí es donde el Estado y Cataluña pueden volver a atascarse. Pero, una vez superada la reforma de la Ley de Estabilidad, los socialistas podrían buscar una abstención de Ciudadanos, lo que eliminaría el factor independentista. Y le garantizaría a Sánchez una legislatura mucho más tranquila.

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