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HOTELES SILKEN - Archivo

El sector hotelero ha sido sin duda uno de los grupos más damnificados por la crisis del coronavirus. La manera de afrontar la pandemia ha quedado muchas veces condicionada a las medidas impuestas para frenar los contagios y las tasas de ocupación durante el año pasado se redujeron únicamente a los datos mediocres de la temporada estival. De cara a este año, el gasto energético, que supone entre un 14%-15% de los gastos de explotación en los hoteles, puede ser una de las vías de salvación, reduciendo su consumo de forma eficiente y aminorando así las eventuales pérdidas.

Y es que las reservas actuales se están posponiendo para verano, habiendo dado por perdida la Semana Santa tras el cierre perimetral aprobado por el Gobierno y las Comunidades Autónomas. Los hoteles son actualmente una de las actividades que necesita una mayor cantidad de energía para garantizar el confort de los turistas, y el comparador Acierto.com calcula que el sector hotelero podría optimizar sus gastos de consumo energético hasta un 40%.

Asimismo, teniendo en cuenta que el turismo es responsable del 5% de las emisiones de CO2, las cifras apuntan que la eficiencia energética reduciría las emisiones entre un 75% y un 89%.

Según el portal, el consumo energético de los hoteles supone entre el 14% y el 15% de los costes de explotación, al alcanzar el 20%-22% en algunos casos, donde la localización geográfica es un factor determinante. En concreto, este condicionante variaría la factura entre un 10% y un 15%.

De la misma forma, señalan que otros aspectos como la orientación o el tipo de turismo pueden influir notablemente el consumo. "En uno de costa dedicado a turismo de playa el consumo de aire acondicionado será superior al de calefacción y se concentrará en los meses de verano", afirma Acierto.com.

Cada vez más turistas ven esto como una prioridad a la hora de elegir alojamiento. A este respecto, una buena gestión energética en un hotel contribuye a la conservación del entorno natural y, como consecuencia, mejora también la imagen pública del establecimiento. Con esto, 6 de cada 10 turistas se sienten atraídos por empresas comprometidas con el medioambiente, y más del 30% pagaría más por alojarse en un hotel de estas características.

En este sentido, el 80% considera que es importante que el hotel aplique prácticas ecológicas, por lo que los clientes lo perciben como una ventaja competitiva dentro del sector.

MEJORAR LA SOSTENIBILIDAD

Las compañías hoteleras pueden disponer de mecanismos para reducir su huella energética y minimizar los gastos asociados. Desde el sector explican que, a parte de llevar a cabo iniciativas relacionadas con el consumo, la inversión en sostenibilidad es una opción viable y que está cogiendo cada vez más adeptos.

En cuanto a las posibilidades de eficiencia de un hotel, el portal subraya aspectos relacionados con la electricidad, fomentando el uso de bombillas de bajo consumo y adaptando la luz ambiente del exterior; el aislamiento térmico, cuyas pérdidas pueden suponer el 30% de la factura energética; el ahorro de agua, instalando sistemas de reducción de caudal en duchas y grifos; y la cocina y lavandería, con hornos de convección forzada y sustituyendo resistencias en lavadoras por agua caliente. Todo ello sumado podría ahorrar a los complejos hoteleros hasta un 70%.

Dejando a un lado el amplio abanico de soluciones en la actividad diaria de un hotel, muchos de ellos están comenzando a invertir en energía solar, instalando paneles solares tanto en sus edificios como en las plazas de aparcamiento, aprovechando la luz del sol para reducir sus facturas. Conforme avanza el tiempo, aumenta el número de hoteles que deciden apostar por la eficiencia energética representada por la confianza en las energías renovables.

Según cifras de la Organización Mundial del Turismo (OMT), el gasto mensual en consumo energético podría reducirse en hasta un 24% si llevan a cabo políticas de inversión en renovables y renovación de instalaciones. Además, las placas fotovoltaicas tienen una vida útil de hasta 30 años y requieren poco mantenimiento, por lo que su instalación fomenta el autoconsumo a largo plazo en los espacios hoteleros.

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