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Pablo Hernández de Cos

El nuevo gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, inicia hoy su mandato con la intención de hacer olvidar las catástrofes de sus dos últimos antecesores: Miguel Ángel Fernández Ordóñez y Luis Linde. Pero no le va a faltar tarea desde el primer día: tiene que lidiar con la incipiente nueva burbuja inmobiliaria que está repitiendo muchos errores del pasado.

No es poca tarea tratar de recuperar la reputación perdida por el supervisor bancario, que siempre había sido intachable hasta que MAFO la hundió por completo. Linde no ha logrado restaurarla, por su incapacidad para pacificar la instuitución y para evitar el derrumbe del Banco Popular (o al menos para buscar una solución menos traumática). Aparte de los disparatados precios de traspaso del ladrillo de las cajas a Sareb, que condenaron al banco malo a ser ruinoso.

Para eso, bastaría con ir despacito y con buena letra, mantener un perfil bajo alejado de los grandes titulares y aprovecharse de que las competencias de supervisar a las mayores entidades son del BCE. Y limitarse a tomar decisiones contundentes solo en los casos de inviabilidad que pueden presentarse en el fragmentado universo de las cajas rurales, cuyo tamaño no las hace problemáticas.

Pero no parece que vaya a ser tan fácil. Cada vez hay más señales de que estamos en el inicio de una nueva burbuja inmobiliaria alimentada por la banca que está repitiendo peligrosamente los errores del pasado. Empezando por negar que estemos en una burbuja, como hacían antes de 2008. Después, el regreso del crédito promotor para volver a construir vivienda nueva e incluso para comprar suelo. Y por último, la prueba del algodón: hipotecas que financian hasta el 100% del valor de tasación y con diferenciales de solo 0,80 puntos respecto al euribor.

El sector se ha lanzado a repetir estos comportamientos de alto riesgo empujado por su falta de rentabilidad y los continuos retrasos de las subidas de tipos que necesitan como agua de mayo. “Si queremos que crezca el crédito, los bancos tienen que tener más capital. Si la rentabilidad de las entidades no mejora, probablemente no se puedan cumplir estos objetivos”, advirtió la semana pasada el todavía subgobernador, Javier Alonso.

Y con razón: para elevar el ROE (rentabilidad sobre recursos propios), o no suben estos, o sube el beneficio mediante un aumento del crédito, ya que los márgenes son muy exiguos con el euribor en negativo. Y como las empresas todavía están reduciendo deuda (desapalancando), los bancos solo consiguen incrementar sus préstamos por el lado de los promotores, el consumo y las hipotecas minoristas.

Alonso, uno de los grandes responsables de la catástrofe del Popular, dejó una advertencia envenenada a Hernández de Cos: “Un banco que no gana dinero es un problema, pero un banco que no gana dinero de forma recurrente es un banco no viable. Y no queremos volver a tener problema”. Pero si para ganar dinero hace falta tropezar en la misma piedra que nos ha costado la mayor crisis de la historia moderna de España, tal vez no merezca la pena.

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