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Los tiempos en los que los niños deseaban ser futbolistas y las niñas veterinarias son cosa del pasado. La pandemia ha dado un giro de 180 grados a la sociedad tal y como se conocía y ha supuesto una transformación digital y tecnológica al mercado laboral.

La transformación es tal que según un informe elaborado por Bank of America en 2030 más de 100 millones de personas necesitarán cambiar de trabajo, la cifra es un 12% superior que la que se manejaba antes del Covid-19. Algunos de estos nuevos puestos de trabajo todavía ni existen.

El estudio señala que uno de los más demandados será guía de turismo espacial. Todavía no han llegado los viajes recreativos al espacio, pero todo apunta a que será en un futuro cercano. De hecho, los grandes magnates estadounidenses están trabajando en ello.

La compañía Blue Origin de Jeff Bezos, sin ir más lejos, ha anunciado esta semana que espera lanzar el primer cohete tripulado el próximo 20 de julio.

Pero no solo el CEO de Amazon está inmerso en la carrera espacial. La empresa Virgin Galactic también avanza a pasos agigantados, aunque todavía no han desvelado la fecha en la que prevén realizar el vuelo de prueba de su nave espacial suborbital SpaceShipTwo.

Pero no solo el espacio conquistará el futuro. Otro de esos trabajos que todavía parecen ciencia ficción es el de científico de carne de laboratorio en 3D. Esta veda la ha abierto Just Eat. La cadena de comida a domicilio ha comenzado a cultivar carne de pollo en laboratorios de Singapur sin sufrimiento animal.

El proceso comienza con el aislamiento celular, donde las células se obtienen mediante métodos que pueden incluir una biopsia de un animal vivo. Después de cultivar las células, se transfieren a un biorreactor, se alimentan con una mezcla patentada de proteínas, aminoácidos, minerales, azúcares, sales y otros nutrientes y luego se recolectan después de que alcanzan la densidad suficiente.

Just Eat es pionera en este proceso, aunque la realidad es que cada vez son más las compañías que se están sumando a la carne que no es carne. "Hemos comprobado que la carne cultivada produce menos gases de efecto invernadero, es menos intensiva en el uso de la tierra, ofrece potencial para una fuerte seguridad alimentaria y la posibilidad de una producción localizada", explica Morgan Stanley en un informe en el que valora el auge de este tipo de carne

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