• El propio Felipe VI y los partidos dan por hecho ya que habrá nuevas elecciones el próximo 26 de junio
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El Rey Felipe VI se encuentra ultimando los detalles de la nueva ronda de negociaciones que mantendrá con los partidos políticos los próximos 25 y 26 de abril, aunque lo hace ya con la mirada puesta en la repetición de las elecciones. El monarca se prepara para constatar el fracaso de las negociaciones, lo que nos aboca a unos nuevos comicios que se celebrarían el próximo 26 de junio.

"En estos últimos cuatro meses, Felipe VI ha tomado una delicada decisión cada mes: en enero, aceptar el desistimiento de Mariano Rajoy; en febrero, nominar a Pedro Sánchez; en marzo dar más tiempo a los partidos para que negocien, y en abril convocar una ronda exprés de consultas para despedir a los políticos hasta el verano tras constatar el fracaso de las negociaciones", apuntan desde El Español que además afirma que esta ronda es la fase final del tiempo muerto que está instalado en la política española desde la investidura fallida de Pedro Sánchez.

Todo indica que las formaciones estatales están ya preparando sus campañas electorales, que no serán en esta ocasión sencillas, una vez que la ciudadanía se reconoce harta de mensajes, sugestiones y seducciones, afirma Antonio Papell.

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En todo caso, el pasado martes 12 de abril, el Rey comunicaba de forma sorpresiva, al presidente del Congreso de los Diputados, Patxi López, su intención de realizar una nueva ronda de consultas. En este caso, la tercera y esta vez la definitiva, ya que el objetivo será 'constatar' si se ha producido, en estos días, algún avance para desploquear la situación política. De no ser así, la intención es proceder a la disolución de las Cortes y convocar a nuevas elecciones generales. Hay que recordar que la fecha tope es el 2 de mayo, día en que se cumplen los dos meses marcados por ley para tratar de formar Gobierno desde la primera votación de investidura, en este caso la de Pedro Sánchez, que fracasó.

¿Y AHORA QUÉ?

En teoría, habría todavía tiempo y oportunidad de formalizar la ‘gran coalición’ liderada por el PP, ganador de las elecciones, pero el principal afán del ‘rajoyismo’ ya no consiste tanto, a estas alturas, en promover su candidatura sino en bloquear –también, en negativo- los intentos internos de aprovechar la coyuntura para promover la renovación en la cúpula y sustituir a Rajoy por un nuevo líder de la siguiente generación, capaz de vencer la hostilidad del PSOE, destaca el analista político Antonio Papell que además recuerda que, de la mano de García Margallo, se está llevando a cabo una evidente campaña de reforzamiento de las posiciones del presidente popular, de quien se cree que podría tener oportunidades tras el 26J si, como sugieren las encuestas, tanto el PP como Ciudadanos mejoran su posición actual.

"La estrategia popular consiste ahora en elogiar la supuesta frialdad táctica del líder, que ha sabido mantenerse rectilíneo y fiel a sus principios, sin claudicar mediante pactos que hubieran desfigurado su posición ideológica. En correspondencia –se añade-, cabe esperar que el electorado reconozca ahora estas virtudes y opte por la estabilidad que proporciona el voto al PP. La corrupción no contaría en este dibujo ideal y seguramente poco realista", afirma.

Por parte socialista, -sostiene Papell- la preocupación de Pedro Sánchez es afianzar su ala izquierda ya que el pacto con Ciudadanos y el plantón de Podemos podrían haberla debilitado. No se espera, pues, ninguna tentativa de aproximación al PP, que sería considerada una claudicación intolerable por los potenciales electores ubicados en la zona de votantes contigua a Izquierda Unida. Los socialistas se han resignado en fin a repetir elecciones, con la esperanza de obtener una leve subida en reconocimiento al esfuerzo realizado y también como consecuencia de la previsible bajada de Podemos.

Así, las cosas, el destacado analista, advierte que a medida que se aproxime el límite temporal se producirán tensiones políticas en el seno de los partidos, pero parece poco probable que se produzca en el ámbito estatal el frenesí del último minuto, capaz de engendrar acuerdos exóticos como ocurrió en Cataluña cuando en tiempo de descuento Artur Mas retiró su candidatura y se la cedió a Puigdemont, quien sí consiguió el respaldo de la CUP

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