• El encarecimiento del crudo ya está teniendo efectos negativos en la balanza comercial
  • Las subidas del petróleo y del euro restarán ímpetu a la economía española
Luis de Guindos
El ministro de Economía, Luis de Guindos.

El petróleo refleja los precios más altos desde 2015. Las caídas de la primera mitad del año han dado paso a una notable ascensión en los tres últimos meses, de tal modo que el barril Brent, de referencia en Europa, supera claramente los 60 dólares y acumula un encarecimiento del 18% en 2017. Y esto no es bueno para la economía española.

El motivo no es otro que, ante la ausencia de petróleo propio, España debe importarlo. Y cuanto más alto es su precio, mayor es la factura energética que paga la economía española, en general, y las empresas y los hogares, en particular. A España, por tanto, no le viene bien que el petróleo suba. Y menos aún que suba mucho. Los bajos precios del crudo en los últimos años han forjado, junto el euro débil y los bajos tipos de interés, los llamados 'vientos de cola' que tanto han ayudado a la recuperación económica. De ahí que el rebote del crudo amenace con actuar como freno o, al menos, como un elemento menos favorable para la economía.

Para empezar, los precios actuales representan un desafío para las previsiones del Gobierno. Y eso que ya ajustó sus cifras. En el Plan Presupuestario remitido a Bruselas a mediados de octubre, el Ejecutivo de Mariano Rajoy elevó su previsión para el crudo dentro de los supuestos básicos con los que configura su cuadro macroeconómico. Si en mayo manejaba un precio medio de 53,2 dólares para el Brent en 2018, ahora trabaja con otro de 54,8 dólares.

El Gobierno explicaba así la revisión de su supuesto: "Respecto a los precios de las materias primas, tras la trayectoria ascendente durante el año pasado del precio del petróleo Brent, que llegó a situarse en el entorno de los 55 dólares en los primeros meses de 2017 debido, entre otros factores, al descenso en la producción de petróleo, y de acuerdo con la evolución que proyectan los mercados de futuros, se prevé un precio medio del barril de Brent en 2017 de 52,8 dólares, superior en un 22 por ciento al de 2016, y un ligero incremento adicional para 2018 hasta los 54,8 dólares por barril".

El problema, de momento potencial, es que el Brent ya ha dejado atrás esta cota y merodea los 64 dólares. Como siempre, si se trata de un repunte mensual su impacto será limitado. Pero si los precios superiores a los 60 dólares -o incluso más altos- han venido para quedarse serán un reto adicional para la economía española en 2018, ejercicio para el que el propio Ejecutivo ya ha rebajado la estimación de crecimiento del 2,5% al 2,3%.

LA BALANZA COMERCIAL YA LO NOTA

De hecho, el encarecimiento del crudo ya está notando en 2017, tal como constan las cifras de la balanza comercial. Entre enero y septiembre, España importó petróleo y derivados por valor de 22.413 millones de euros, volumen que deparó un déficit en este apartado de 9.959 millones -las exportaciones fueron de 12.954 millones-.

En el mismo periodo de 2016 las importaciones fueron de 16.146 millones, las exportaciones sumaron 8.606 millones y el déficit se limitó a 7.540 millones. O lo que es lo mismo, en el acumulado de los tres primeros trimestres la factura energética se disparó en 6.267 millones más y el déficit engordó en 2.420 millones.

Estas cifras empeorarán en el último parcial del año, que es cuando el Brent está acelerando de verdad. Por ahora, su media en el último trimestre de 2017 alcanza ya los 59,8 dólares.

SIGUIENDO LA ESTELA DEL EURO

La trayectoria alcista del crudo y el freno que puede ejercer sobre el crecimiento español evocan lo que está ocurriendo igualmente con el euro. Mientras su caída entre mediados de 2014 y finales de 2016, periodo en el que se depreció de los 1,40 a los 1,06 dólares, ejerció de 'viento de cola' para impulsar la recuperación, la fortaleza de 2017 resta ímpetu e incluso ha obligado al Gobierno a reflejarlo ya en los supuestos para 2018.

Si a comienzos de año trabajaba con un tipo de cambio de 1,1 dólares para 2018, en la revisión realizada en octubre lo elevó ya hasta los 1,2 dólares. Es decir, en línea con el terreno en el que se mueve ahora, puesto que se cambia a más de 1,19 dólares.

Esta combinación de un euro más poderoso y un petróleo más caro, sumada a la incertidumbre proveniente de la crisis política catalana, figura tras la ralentización prevista para 2018. Tras crecer un 3,4% en 2015 y un 3,3% en 2016, para 2017 se esperan de nuevo tasas ligeramente superiores al 3%, cota que los pronósticos no contemplan para el próximo ejercicio. Además del 2,3% estimado por el Gobierno, organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Comisión Europea y entidades como Deutsche Bank esperan un crecimiento del un 2,5%.

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