• Exige un "esfuerzo" a los clientes para saber qué están "autorizando" con sus cuentas
  • También avisa contra los nuevos productos financieros que están surgiendo en la ola digital
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Javier Alonso, subgobernador del Banco de EspañaEUROPA PRESS

La nueva directiva sobre servicios de pago, más conocida como PSD2, está pasando muy de puntillas pese a que entrará en vigor en enero de 2018. Hasta hoy. Porque el subgobernador del Banco de España (BdE), Javier Alonso, ha hecho un claro llamamiento para que los clientes se preparen para su llegada.

Ha sido durante el 13 Encuentro del Sector Bancario organizado por el IESE, en colaboración con EY. Aprovechando su participación en este foro, ha lanzado la primera gran advertencia que el BdE realiza con respecto a la llegada de PSD2. "La directiva reconoce el derecho de los titulares de una cuenta de pago a autorizar expresamente a una entidad tercera, siempre que esta esté debidamente autorizada, para que esta ordene pagos en su nombre y/o consulte cierta información asociada a dicha cuenta", ha explicado.

Los TPP están ahora legalmente habilitados para poder acceder a la infraestructura bancaria a instancias de sus clientes

Esas entidades terceras quedan agrupadas en la etiqueta 'proveedores de servicio terceros' o TPP. Y su institucionalización con PSD2 acaba con un 'monopolio' clave para los bancos de siempre: el de la posesión y el manejo de la información y los servicios de los clientes. "Se diluye el papel tradicional de la banca como proveedor de servicios de pago único o de referencia", ha señalado Alonso. "Los TPP están ahora legalmente habilitados para poder acceder a la infraestructura bancaria a instancias de sus clientes, lo que amenaza con debilitar tanto el grado de vinculación de la clientela como la estabilidad de los ingresos transaccionales", ha añadido durante su ponencia.

Lejos de que la PSD2 sea un asunto lejano, que atañe a los bancos de siempre con las iniciativas tecnológicas de servicios financieros (Fintech) y con otros competidores, Alonso ha querido enfatizar las consecuencias directas que tiene para los clientes. Y las tiene. Sobre todo por la abundancia de los datos que se pueden compartir. Y los riesgos consecuentes. "Quiero compartir una reflexión con los clientes", ha expuesto para preparar el terreno. Y les ha lanzado dos mensajes directos. El primero: "Creo que es importante que sean conscientes de que, si bien los desarrollos tecnológicos les abren un mayor abanico de opciones de cara a realizar sus transacciones y operativa financiera, también exigen una mayor responsabilidad e involucración por su parte". Y el segundo: "Es necesario que el cliente comprenda plenamente las consecuencias potenciales de sus elecciones y que, a su vez, extremé las precauciones para evitar ser víctima de actuaciones ilícitas, utilizando para ello las herramientas de control que les ofrezcan sus entidades".

Es decir, el subgobernador del BdE pide a los clientes que 'se pongan las pilas', que se "esfuercen en entender el alcance real de la autorización que está otorgando a un TPP". Que se lean lo que autorizan, que no le den sin más a la casilla de 'Acepto' cuando alguien le pida permiso para acceder a sus datos bancarios. Más que nada, para evitar abusos -"el posible uso comercial de su información más allá de la prestación de un servicio de pago concreto", ha mencionado Alonso-.

Es decir, el cliente bancario ya no afronta sólo el reto de la educación financiera, sino también el de la educación tecnológica. "La alfabetización financiera y digital son factores básicos, cruciales para un uso eficiente de la tecnología financiera y para disminuir el nivel de riesgo implícito en su utilización", ha destacado Alonso. Y aquí hay mucho por hacer. "Es clara la necesidad de mejorar la educación financiera y de impulsar el desarrollo de las competencias digitales de la generalidad de los ciudadanos", ha rematado.

"PRODUCTOS OPACOS EN ENVOLTORIOS AMABLES"

En última instancia, ha señalado Alonso, es defender los intereses de los clientes contra "las amenazas cibernéticas y el fraude". En este sentido, no ha dudado en referirse a los distintos peligros que la nueva ola tecnológica puede traer al ecosistema financiero.

En concreto, ha aludido a cinco amenazas. La primera, "la oferta de productos complejos, opacos y difíciles de entender que pueden ser presentados en envoltorios amables y accesibles para el gran público a través de aplicaciones (apps o similares). La segunda, "la divulgación de información relevante, precontractual o contractual, a través de teléfonos inteligentes o tabletas, en los que el tamaño de la pantalla y la inmediatez de la aceptación limitan la capacidad del cliente para saber qué es lo que realmente está consintiendo". La tercera, "las limitaciones para obtener un consejo directo y personalizado de un asesor cualificado". La cuarta, "la discriminación vinculada al uso de macrodatos, en el sentido de que el uso y el conocimiento de los datos personales por parte de los proveedores de servicios podría derivar en prácticas discriminatorias en contra de determinados grupos de consumidores, normalmente los más vulnerables". Y la quinta, "el riesgo de exclusión financiera vinculado a la carencia de competencias digitales".

RESPONSABILIDADES CLARAS

Siguiendo con la PSD2, el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, ha subrayado la necesidad de dejar claras las responsabilidades. Como ha precisado, la normativa exige a los bancos que abran la puerta a las TPP, pero no que ejerzan de vigilantes de lo que ocurra a partir de ahí.

"La obligación de la banca no es vigilar las TPP", ha enfatizado. En este sentido, ha agradecido que la normativa esté clara y que las responsabilidades estén definidas para que nadie se confunda, y mire a las entidades financieras, "si llega algún disgusto".

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