• Los extranjeros también contribuyen a aumentar las arcas y la productividad de los países de acogida
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Menores inmigrantes llegados a ItaliaJONATHAN HYAMS/SAVE THE CHILDREN - Archivo

España está muy mayor. La edad media es de 44 años, y junto con Japón, será el país más envejecido del mundo en el año 2050, según la OCDE. Estas cifras dejan en el aire las pensiones de millones de jubilados del futuro, y el FMI ha alertado de que hacen falta cinco millones de inmigrantes para dar vida a este tipo de subsidio. ¿Cómo contribuyen los extranjeros a la economía del país de acogida y cómo pueden ayudar a aumentar la hucha de las pensiones?

El 30% del crecimiento del PIB español entre mediados de la década de los noventa y la primera del siglo XXI fue consecuencia de la llegada de inmigrantes, según un informe de la Caixa. Este efecto ascendió al 50% entre el año 2000 y el 2005.

Los inmigrantes fueron responsables del 5,4% del gasto público, y aportaron el 6,6% de los ingresos totales. Es decir: dejaron un saldo positivo de 4.800 millones de euros.

Actualmente, el Instituto Nacional de Estadística (INE) data la población extranjera en cerca de 4 millones y medio, es decir, casi un 10% de la población total y tres puntos menos que en el año 2011. Y se concentran, sobre todo, en dos franjas de edad: la más numerosa está entre los 25 y 55 años, seguida de los menores de 20.

Se encuentran, por lo tanto, en edad de trabajar y la mayoría está lejos de la jubilación.

Es por ello que el FMI subraya que “la inmigración puede aliviar la presión del envejecimiento de la población y contribuir a otros beneficios a largo plazo, como un mayor crecimiento y productividad”. Cree que aporta personal con una edad media mucho menor que la del país de acogida.

El organismo calcula que España necesitará “5,5 millones de personas hasta 2050” ya que “las migraciones elevan también el número de contribuyentes". E insta a proponer medidas adicionales.

Además, el FMI sitúa a España como líder en la caída de la tasa de actividad, y asegura que la llegada de inmigrantes al país puede amortiguar este descenso, aunque no evitarlo.

El Banco de España, por su parte, considera que la inmigración puede posponer los problemas del sistema público de pensiones, aunque no solucionarlos. En su último informe anual señaló que “se deberían revisar periódicamente las restricciones asociadas a la política migratoria para ajustarlas a las necesidades del mercado de trabajo”.

APORTAN MÁS DE LO QUE GASTAN

La tasa de empleo de extranjeros en España asciende a los dos millones, aunque sus aportaciones son más reducidas ya que sus salarios son más bajos que los de los locales.

Por otro lado, usan de forma limitada los servicios públicos: el 12% de los extranjeros usan el Sistema de Servicios Sociales, y 11% de las personas que cobran el paro son inmigrantes. Según Amnistía Internacional, la población extranjera supone el 6,5% del gasto sanitario.

Además, el aumento de mujeres inmigrantes como empleadas domésticas ha favorecido la incorporación al trabajo de las empleadas españolas, lo que supone un impulso fiscal y de consumo.

UNA OPORTUNIDAD PARA LOS PAÍSES DE ACOGIDA

Según un informe del McKinsey Global Institute (MGI), los migrantes transfronterizos representan el 3,4% de la población mundial, y su contribución llega a casi el 10% de PIB global.

Más concretamente, en 2015, último año del que se tienen cifras, los inmigrantes contribuyeron con 6,7 millones de dólares al PIB mundial, lo que supone tres millones de dólares más de lo que hubieran producido si hubieran permanecido en sus países de origen.

Ian Goldin, director del MGI, señala que los inmigrantes “representan una oportunidad para los países de destino”. Subraya que cerca del 70% de esos migrantes viven ahora en países desarrollados con una alta productividad, por lo que “su trabajo se maximiza” y se traduce en beneficios económicos a largo plazo.

La OCDE, por su parte, subraya que la inmigración “es positiva a medio y largo plazo para las finanzas, el crecimiento económico y el mercado laboral” de los países receptores.

SUELDOS MÁS BAJOS, MENORES CONTRIBUCIONES

Goldin alerta de que los salarios de los inmigrantes en Europa y EEUU son entre un 20 y un 30% más bajos que los de los empleados nativos, incluso si se dedican a las mismas ocupaciones que los locales.

Esto se traduce en un menor nivel de las cotizaciones a los sistemas públicos de los países de acogida. Por lo que si se logra rebajar la brecha salarial entre ambos grupos de trabajadores a menos de un 10%, supondría la generación adicional de entre 800.000 millones y un millón de millones de dólares al año en el PIB mundial.

También implicaría una mayor productividad, y subraya que “los costes son contrarrestados con creces por los beneficios a medio y corto plazo”.

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