• Algunos países como Japón o Noruega piensan abrir las puertas a las criptodivisas
  • De momento, ni BCE ni FMI pueden regularizar la situación de las monedas
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La crisis abierta en Cataluña entre el Govern de la Generalitat y el Ejecutivo central arroja serias dudas sobre la estabilidad financiera y monetaria de un posible nuevo estado. Una Cataluña independiente quedaría fuera de la Eurozona. Y aunque quisiera mantener el euro no es nada disparatado pensar en un posible uso de una criptodivisa en la eventual República Catalana.

‘Bolsamanía’ ha querido explorar las opciones y posibilidades de que prosperase una iniciativa para que una Cataluña independiente usara un activo virtual de los ya existentes -más de 1.100 en la actualidad-, potencialmente el bitcoin, o generase uno de nuevo cuño. No hay antecedentes de un caso así, pero varios gobiernos están ya experimentando con la creación de divisas digitales soberanas, por lo que existen modelos que estarán listos en un plazo de un año en los que el Govern de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras podrían inspirarse.

El caso más llamativo es el de China. El gigante asiático, que recientemente prohibió las plataformas de intercambio de criptomonedas, lleva coqueteando desde 2014 con la idea de una unidad monetaria en la red respaldada por su banco central. Y al tiempo que ha prohibido la operativa con los tokens y monedas criptográficas, ha pisado el acelerador de esta propuesta. En otros lugares del mundo, varios sistemas de dinero electrónico funcionan en varios países de África, principalmente Senegal. El Banco de Inglaterra sopesa desarrollar un proyecto en esta línea, mientras que, en Europa, una de las iniciativas más avanzadas es la del lanzamiento de la ‘ecorona’ por parte del Rijskbank, que podría estar a punto a finales de 2018, según ha confirmado el mismo banco central sueco.

La regulación es más compleja. De momento, la gran mayoría de países (a pesar de que coquetean con lanzar su propia moneda) ni los principales sistemas controladores bancarios regulan las criptodivisas. De hecho, elBanco Central Europeo ni el Fondo Monetario Internacional señalaban que estas entidades no tiene poderes “para prohibir y regular” el bitcoin y otras divisas digitales. Otros países, sin embargo, como Japón, ya aceptan el bitcoin como método de pago y allanan el camino para la normalización de las criptodivisas.

Ante estos ejemplos, la idea de que una Cataluña independiente pudiera diseñar su propia divisa soberana ‘online’ no es tan descabellada después de todo. Según explica Juan Luis Santos, profesor en la Universidad San Pablo CEU y en la Universidad de Alcalá, el caso catalán se asemejaría a Ecuador. El país sudamericano lanzó en 2015 su Sistema de Dinero Electrónico (SDE), que se ha ido implementando poco a poco y se prevé que se extienda a los pagos de impuestos y tributos. Se puede establecer este paralelismo, según este experto, porque Ecuador usa dólares como moneda y Cataluña podría decidir mantener el euro. Sin embargo, “ni Ecuador forma parte del sistema de la Reserva Federal ni Cataluña formaría parte de la zona euro. Esto supone que el gobierno ecuatoriano debe en primer lugar conseguir una gran cantidad de billetes de dólares, y a su vez tiene que deshacerse de los que estén en malas condiciones”, puntualiza el profesor.

Para ello, prosigue Santos, tiene acuerdos con los Estados Undidos, “pero supone un importante desembolso”. Por eso, el gobierno de Lenín Moreno ha creado una moneda virtual centralizada “que facilita transacciones electrónicas entre personas y empresas ecuatorianas sin necesidad de efectivo o tarjetas de crédito”. “Esta solución se asemeja más a un banco con transferencias ‘online’ que a una criptomoneda basada en blockchain, argumenta el profesor.

Argumenta Santos que “Cataluña podría desarrollar un sistema semejante y pagar los sueldos de los funcionarios a través de este sistema que funciona con aplicaciones para dispositivos móviles y páginas web. Sin embargo, esta moneda debe estar respaldada para tener la confianza del público, ya que si no hay confianza en ella no se aceptaría y se depreciaría en relación a los euros físicos”, explica. Para paliar este handicap, Ecuador respalda su moneda virtual con dólares físicos que mantiene a buen recaudo en la despensa de su Banco Central. Pero, en la actualidad, “una Cataluña independiente no contaría con reservas físicas y sería muy difícil que una moneda creada por un nuevo país tuviera aceptación suficiente más allá de una minoría que se expondría a perder parte de su dinero medido en euros debido al patriotismo”, redondea el experto.

LA DESAPARECIDA CATCOIN

Fuentes de la Generalitat desechan completamente adoptar medidas de este tipo y aseguran a ‘Bolsamanía’ que el objetivo de la vicepresidencia de Economía que lidera Junqueras es mantener la ‘moneda única’ en el hipotético nuevo estado. “Nunca hemos expresado que nuestra voluntad fuera otra que alcanzar los tratados similares a otros países que usan la divisa comunitaria fuera de ‘los diecinueve’” como Mónaco, Andorra, Ciudad del Vaticano o San Marino. Eso sí, Cataluña aspira a mejorarlos para, quie por ejemplo, su deuda pudier ser usada como vía de financiación del BCE.

No obstante, en 2015, antes de las elecciones autonómicas del 27S, que se plantearon como un plebiscito, un grupo de estudiantes de la facultad de Economía y Empresa de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) pusieron en marcha una banca virtual catalana. Se bautizó al proyecto con el nombre de de Bank of Catalonia (BoC), y su objetivo no era otro que el de gestionar pagos ‘online’ mediante una moneda virtual: el catcoin.

La divisa se puso en marcha vinculada al euro, con un valor inicial de 0,25 euros, pero en poco tiempo su valor alcanzó los 0,46 euros. El banco “servía como plataforma de intercambio de monedas entre usuarios y también como monedero o lugar en el que transferir el dinero de vuelta a una cuenta de PayPal”, explicaban por aquello momento sus creadores.


DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

Catcoin y el Bank of Catalina pasaron a mejor vida y ya no queda ningún rastro de esta iniciativa. Pero, ¿podría volver a repetirse? El mercado de las criptodivisas ha evolucionado y se ha popularizado en los dos últimos años y, a día de hoy, la creación de una criptomoneda no es una tarea difícil si se comprenden los mecanismos informáticos que las sustenta. Fácilmente se puede construir en la plataforma blockchain -el gran libro contable que escribe las operaciones del bitcoin. Además, la mayoría de los ‘smart contracts’ en los que se codifican las ‘altcoins’ -monedas criptográficas alternativas al bitcoin- son de código abierto y el código fuente está disponible para su descarga y modificación en las plataformas de código compartido como GitHub.

Los desarrolladores pueden elegir el algoritmo que desean desarrollar y hacer uso del correspondiente código fuente para crear una bifurcación y desarrollar su propia altcoin.

El experto consultado por Bolsamanía explica que “cada desarrollo es completamente diferente y se necesitan varias fases para su lanzamiento”. Las fases a las que se refiere Juan Luis Santos son diseño, implementación, validación y verificación. Para hacerse una idea basta con observar la historia del Ethereum, que nació en 2013 y se comercializó en pleno 2015. “Como mínimo, se necesita medio año con un gran equipo trabajando para sacar el proyecto”, piensa.

Una vez lanzado el proyecto, llega el momento más importante: el reconocimiento de la comunidad, en el que el tiempo estimado suele ser de “alrededor un año”. La parte más difícil de crear una criptomoneda es lograr su adopción. La mayoría de los altcoins se construyen en torno a una idea, ya sea para ofrecer soluciones sobre problemas del mundo real o para ofrecer desarrollos en la blockchain. Además, para que esta nueva moneda virtual necesita revestirse de credibilidad, seguridad y de que no haya errores de funcionamiento y un tiempo de pruebas para que no existan sobresaltos.

Una vez que la altcoin gana suficiente tracción y se empiezan a hacer transacciones con la nuevo criptomoneda, podrá aparecer en varios exchanges (portales de intercambio). Estos exchanges de criptomonedas permitirán a los usuarios vender y comprar la nueva altcoin contra una par o pares de comercio. Estos pares de comercio son otras criptomonedas o monedas fiduciarias que otros pueden vender para obtener el nuevo altcoin de estos exchanges. Una vez que se cumplan todos los parámetros necesarios, la nueva altcoin podrá ser utilizada para el propósito que fue diseñado.

El precio de la nueva moneda suele ser muy especulativa una vez lanzada, tal y como señala Juan Luis Santos, debido a que “apenas serviría como medio de pago y sería demasiado arriesgado su uso como depósito de valor”.

¿SERÍA FIABLE HACER TRANSACCIONES?

A pesar de que esta moneda divisa no cuenta con el respaldo, de momento, de las grandes instituciones reguladoras internacionales, los intercambios basados en blockchain son más fiables que los sistemas alternativos, ya que la información sobre la transacción es pública para todos los miembros de la red, evitando errores. La principal limitación es el número de transacciones que se pueden llevar a cabo.

Por eso en la actualidad es impensable que se utilicen las criptomonedas en las transacciones diarias, ya que los sistemas en los que se basan no pueden soportar ese número de intercambios. “Las criptomonedas son fiables siempre que los protocolos en los que se basen impidan que haya fallos de seguridad. Una criptomoneda es fiable siempre que garantice la propiedad de sus legítimos dueños y se controle quién será el propietario de las nuevas monedas de acuerdo a las reglas que se apliquen a la minería de cada criptomoneda”, señala el experto.

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