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Un disparo de advertencia. Así definen los expertos lo que ha ocurrido con Alemania, después de que su economía se haya contraído en el segundo trimestre y haya desatado el miedo a una posible recesión. Es lo que algunos analistas llaman "el final de una década dorada" para el país germano, que acabará afectando al resto de la Eurozona. La canciller Angela Merkel ya ha reconocido que atraviesan una "fase difícil", e incluso ha insinuado que ya no es tan reticente a responder con estímulos a esta nueva situación.

Por su parte, el ministro de Economía, Peter Altmaier, ha dicho que los datos del PIB son una llamada de atención. "Estamos en una fase de debilidad económica, pero aún no en recesión. Podemos evitarlo si tomamos las medidas adecuadas", ha comentado al diario Bild. Precisamente, adoptar medidas de estímulo fiscal es la solución que más se repite entre los expertos, que remarcan que "la resistencia de la economía germana a los choques externos se está desmoronando" y que hace falta una respuesta contundente para evitar el peor escenario.

En la última década Alemania ha venido registrando un fuerte crecimiento (del 0,5% de media cada trimestre) gracias a las anteriores reformas estructurales, a los estímulos fiscales, a la globalización y a las recetas del Banco Central Europeo (BCE) en forma de tipos bajos y un euro relativamente débil. En estos diez años, en los que el robusto crecimiento alemán parecía tan fácil, han llegado a su fin, ya que desde el tercer trimestre de 2018 se encuentra en un estancamiento de facto, con un crecimiento trimestral del PIB de un promedio de 0%. Aunque todo fin supone, a su vez, un comienzo, y ahora depende de la mayor economía de la zona euro, a la que se conoce como la 'locomotora' europea, determinar si será para bien o para mal. Y es que está en juego no solo su devenir económico, sino también el del bloque comunitario y el del resto del mundo.

Las alarmas se han disparado por el temor a una recesión mundial, y es que hace unos días otra de las economías más potentes del Viejo Continente, la de Reino Unido, confirmaba que se había contraído por primera vez en siete años. Estos datos, y los de Alemania, han perjudicado, a su vez, al crecimiento del PIB de la zona euro, que se ha frenado entre abril y junio.

Según Barclays, en el caso de Alemania estamos ante una "dinámica recesiva" impulsada por la desaceleración del comercio mundial. Por eso, señalan por su parte los expertos de ING, "la discusión sobre el estímulo fiscal se volverá más acalorada" a partir de ahora. Para esta firma, "el hecho de que la economía alemana se encuentre actualmente en un estancamiento no es el mensaje más desconcertante después de un largo período de fuerte crecimiento. Lo más preocupante es el debilitamiento de la economía nacional", y por eso el banco holandés cree que "es más probable que se produzca una relajación fiscal mayor de lo que muchos podrían pensar".

La solución, por tanto, parece clara. "No hay necesidad de entrar en pánico, sino de actuar", señalan desde ING, que apuntan que el futuro de Alemania depende tanto de los acontecimientos externos (se ha visto muy perjudicada por los conflictos comerciales y la incertidumbre mundial) como de la propia acción del gabinete de Merkel. "La presión sobre el gobierno alemán para que actúe aumentará", insisten los expertos de ING, que creen, no obstante, que cualquier reacción de política fiscal "será más complicada que en 2008/09", porque ahora la economía tiene "problemas estructurales" y muchos desafíos por delante, sobre todo en lo que respecta a la industria de la automoción, uno de los pilares del PIB.

De hecho, incluso el presidente del BCE, Mario Draghi, ha formado parte del coro de voces internacionales que piden al país germano que afloje las restricciones financieras tras los 'excedentes' de la última media década. "El hombre enfermo necesita su medicina", remarcan desde Think Markets, que señalan que Merkel "tendrá que desencadenar un nuevo paquete de estímulo fiscal para que su país combata los efectos de la guerra comercial entre EEUU y China", y "puede que sirva de algo para la economía de la zona euro".

Según los expertos Alemania necesita un paquete de medidas de estímulo en dos fases: por un lado, un plan de estímulo a corto plazo y, por otro, un plan de acción centrado en aumentar el potencial de crecimiento a largo plazo. Y eso pasa por la digitalización, la protección del clima, la transición energética y mejorar infraestructuras y educación. Precisamente, hace unos días se conocía que Alemania se plantea emitir bonos para gastar más en protección del clima, una medida que acabaría con su política de equilibrio presupuestario, conocida como el 'cero negro'.

"Las expectativas del mercado de que los bancos centrales adopten nuevas medidas de relajación monetaria para hacer frente a un crecimiento más débil han aumentado"

UNA AYUDA DEL BCE

Los expertos esperan que Alemania evite la recesión, pero puede que para conseguirlo necesite ayuda. De hecho, los analistas coinciden en que los riesgos para el crecimiento, cada vez más sesgados a la baja, son la señal que faltaba para confirmar que el BCE adoptará nuevos estímulos en su reunión de septiembre. "Parece casi seguro que recortará los tipos el mes que viene y también es posible que reinicie su programa de relajación cuantitativa", dicen los analistas de la firma británica Kingswood.

Una opinión que comparten en la suiza Unigestion. "La probabilidad de recesión sigue siendo baja", pero el riesgo de tener sorpresas negativas con la inflación ha aumentado, por lo que "los bancos centrales tendrán suficiente flexibilidad para inyectar aún más efectivo en el sistema". Y también en la británica Greentarget, cuyos expertos opinan que ahora "las expectativas del mercado de que los bancos centrales adopten nuevas medidas de relajación monetaria para hacer frente a un crecimiento más débil" han aumentado.

En lo que todos coinciden es en que los datos alemanes han acortado el rally de alivio que propició el retraso arancelario de Trump. El movimiento de la administración estadounidense parece ser demasiado poco y llegar demasiado tarde en lo que respecta a los mercados, porque "los datos muestran que ya se ha producido un daño a la economía mundial debido a la actual disputa comercial con China".

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