- Las redes sociales echaron humo por esas declaraciones de Rajoy
"Grecia tiene que hacer reformas para crear empleo y crecer, si no, no habría recaudación fiscal" […]. “Grecia debe mucho dinero, algo más del 90% de su PIB, es como si en España debiéramos 900.000 millones de euros, que una cifra astronómica”. Mariano Rajoy en entrevista concedida a Telecinco. 6 de julio de 2015.
Rajoy es de letras –cursó la carrera de abogado y después, mediante una difícil oposición, obtuvo plaza de registrador de la propiedad- por lo que no se le puede exigir gran habilidad contable
Anoche, las redes sociales echaron humo por esas declaraciones de Rajoy que ponían de manifiesto que el presidente del Gobierno no tiene en la cabeza los órdenes de magnitud de las grandes cifras económicas de nuestro país.
Rajoy es de letras –cursó la carrera de abogado y después, mediante una difícil oposición, obtuvo plaza de registrador de la propiedad- por lo que no se le puede exigir gran habilidad contable ni grandes conocimientos de economía, pero para estar en la política, como en el periodismo, hay que tener cierta impregnación generalista, es decir, hay que saber lo suficiente de las grandes materias para comprender cabalmente lo que ocurre y poder tomar las consiguientes decisiones.
EN TRES TARDES...
En otras palabras, un presidente del Gobierno, como un responsable de un gran medio de comunicación, ha de conocer los rudimentos de la ciencia económica de forma que sea capaz de analizar los procesos y de explicar a la opinión pública las soluciones. Cuando menos, ha de haber tenido a su lado a un Jordi Sevilla capaz de infundirle los conocimientos básicos “en tres tardes”.
Aquel aserto de Rajoy ha sido, en definitiva, un disparate. España no debe el 90% de su PIB sino el 98%. Y la cuantía absoluta de esa deuda no asciende a los 900.000 millones sino que ha sobrepasado ya el billón de euros. Grecia, por su parte, tampoco debe el 90% de su PIB sino casi el doble: el 177%, equivalente a más de 317.000 millones de euros.
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La política –como el periodismo, pero de eso hablaremos otro día- está devaluada. Ha perdido muchísimo prestigio desde la Transición y ello explica que no estén en ella los mejores. Además, por una absurda demagogia en la política salarial, muchos consideran que dedicarse a lo público no proporciona un salario razonable. De todos modos, en los niveles más altos de lo público la propia selección natural debería haber colocado a personajes completos, con un bagaje humanista suficiente. Ya se ve que no. Y así se explica que el país vaya tantas veces avanzando a trancas y barrancas, entre la impericia y la improvisación.
Antonio Papell
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