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Decía Ortega que había que recatarse de afirmar lo obvio. E igualmente podría sugerirse la conveniencia de no preguntar aquello cuya respuesta se conoce sobradamente de antemano. Como es conocido desde el pasado sábado, Podemos piensa someter a sus bases mediante referéndum los hipotéticos pactos de gobierno.

La estrategia de Podemos no persigue un modelo parlamentario convencional en que las derechas y las izquierdas se turnen: quiere para sí la hegemonía, y para ello debe conseguir que el PSOE se convierta en una fuerza irrelevante.

En concreto, el partido de Pablo Iglesias planteará dos preguntas a sus militantes: la primera: "¿quieres un Gobierno basado en el pacto Rivera-Sánchez?"; y la segunda: "¿estás de acuerdo con la propuesta de Gobierno de cambio que defienden Podemos, En Comú Podem y En Marea?".

Ese doble plebiscito, después de la teatralización de ayer, tiene un único objetivo: dar cobertura a la negativa de Podemos a un tripartito, y persigue evitar el castigo que Podemos podría recibir en las urnas por haberse cerrado a una opción moderada que hubiese facilitado la salida del poder del Partido Popular y el acceso de Pedro Sánchez para desempeñar un programa pactado de reformas.

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EL OBJETIVO REAL DE PODEMOS

La estrategia de Podemos no persigue un modelo parlamentario convencional en que las derechas y las izquierdas se turnen: quiere para sí la hegemonía, y para ello debe conseguir que el PSOE se convierta en una fuerza irrelevante. Evidentemente, este designio no se lograría aupándole al poder, dándole la oportunidad de reconstruirse como gran fuerza de centro-izquierda, lo que dejaría a Podemos en un papel muy lateral, como el que siempre ha correspondido y todavía corresponde a Izquierda unida.

Así las cosas, Iglesias hará todo lo posible para tratar de demostrar que el PSOE está al servicio de los intereses de siempre, por lo que se opone a secundar la opción radical de Podemos, cuya implantación supondría un vuelco sociopolítico de primera magnitud. Y al mismo tiempo escenificará el apoyo incondicional de las bases de Podemos a esta política y en contra de la alianza PSOE-C’s. Piensa que así se hará perdonar el hecho objetivo de que su actuación nos lleva de nuevo a la casilla de salida.

El PSOE, que salió ayer de la reunión tripartita defendiendo todavía la posibilidad de un acuerdo, parece haberse caído definitivamente del caballo y ya sostiene que la consulta que plantea Iglesias es “para la ruptura”. Le ha costado percatarse de ello, pero esta es la realidad: de hecho, el desarrollo político que ha llevado a cabo Iglesias en las últimas semanas no tenía otro objeto que vestir adecuadamente la decisión de impulsar unas nuevas elecciones, que ya pueden considerarse irremediables. Porque el otro gesto que podría evitarlas, el apoyo del PP al pacto central, no es imaginable ni tendría sentido a estas alturas.

Antonio Papell

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