• La lira turca y el peso mexicano han perdido un 20% de su valor desde las elecciones de EEUU
  • Los expertos apuntan que México y Turquía podrían acabar imponiendo restricciones de capital
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El peso mexicano, la lira turca y el yuan chino forman el trío de monedas de países emergentes con mayores cotas de volatilidad en lo que llevamos de año. No es una situación nueva para las divisas de tres de las potencias en desarrollo que más han sufrido desde que Donald Trump fue elegido presidente de los EEUU, ya que se deslizan por la senda bajista desde el último trimestre de 2016. Además, también tienen en común que sus bancos centrales están sacando la artillería para apuntalar sus precios, con resultados desiguales.

De hecho, en lo que consumido de 2017 dos de ellas ya han caído a nuevos mínimos históricos contra el ‘billete verde’, mientras la tercera consigue mantenerse a flote pagando un precio muy caro: una mordida monumental en la reserva de divisas extranjeras que atesora su regulador.

Hablamos del yuan. Las autoridades monetarias chinas han dilapidado cerca de un billón de dólares tratando de apuntalar el renmimbi en 2016, que aun así se ha devaluado un 6,7% anual. El nuevo ejercicio ha traído consigo, además, serias tensiones entre el banco central del gigante asiático y los bajistas en la divisa, ya que los pronósticos de firmas de inversión como Goldman Sachs, Deutsche Bank o Danske Bank son demoledores y hablan de otro 5% de pérdida de su valor contra el dólar en los próximos doce meses. Pero el Banco Popular de China no quiere escuchar ni una predicción negativa más sobre su moneda y ha instado a las firmas y analistas financieros del país a que se los “guarden”.


Los pronósticos de firmas de inversión como Goldman Sachs, Deutsche Bank o Danske Bank son demoledores y hablan de otro 5% de caídas del yuan contra el dólar

Concretamente, la Agencia Estatal del Mercado de las Divisas (SAFE por sus siglas en inglés), la rama del Banco Popular de China que regula el mercado de las divisas, habría lanzado diversas advertencias a las entidades de la China continental con el fin de silenciar las perspectivas negativas sobre el yuan y contener un posible estado de pánico que provocaría que continuaran las fugas de capitales que tanto se ha esforzado por contener.

Las cifras hablan por sí mismas: desde mediados de 2014, el gigante asiático ha 'quemado' casi un billón de dólares de sus reservas, que se encuentran ahora en los 3 billones de euros. Michael Every y Christian Lawrence, analistas de Rabobank señalan, sin embargo, que el banco central del gigante asiático sigue atesorando, con mucha diferencia, la mayor reserva de divisa extranjera del mudo. “Todavía les queda mucha munición”, afirman. Además, los expertos del banco de inversión holandés destacan que el regulador tiene otro as en la manga: es el proveedor de liquidez del yuan que se opera fuera de la China continental.

“Esto quiere decir que los controles de capitales pueden entrar en juego en cualquier momento, también más allá de sus fronteras”, explican Every y Lawrence. De hecho, el Banco Popular de China ya ha hecho una muestra de músculo este año, al dejar claro que puede castigar seriamente a los cortos (o bajistas) cuando a principios de enero decidió cerrar el grifo y disparó un 85% las tasas de depósito del yuan que se opera en Hong Kong.

Estas medidas, junto a la batería de acciones que la autoridad monetaria de la segunda potencia mundial ha emprendido para salvaguardar su divisa -restricciones en las transferencias internacionales o la prohibición de las transacciones de más de cinco millones de dólares-, son las responsables de que el renminbi sólo se haya devaluado un 1,8% desde el 9 de noviembre. De hecho, en lo que llevamos de año, la remontada del yuan es de un 1,2%.

BANXICO Y EL BANCO CENTRAL DE TURQUÍA, AL RESCATE

En contraposición, el peso mexicano y la lira turca, que son dos monedas completamente líquidas, que fluctúan libremente de forma nominal -el yuan está anclado al dólar y sólo puede apreciarse o depreciarse un 2% con respecto a un precio que fija diariamente el regulador-, no levantan cabeza, a pesar de los esfuerzos de sus reguladores. La divisa azteca se desplomó un 8,3% sólo durante la jornada electoral de EEUU y después de marcar nuevos mínimos históricos en las 22 unidades contra el dólar y las 23 unidades contra el euro, el pasado 11 de enero, acumula un 20% de caídas desde los cierres anteriores a la victoria de Trump.

La lira turca tiene el dudoso honor de ser la moneda que peor se ha desempeñado en lo que llevamos de año y ya se ha depreciado un 8,7% desde el arranque de 2017

La lira turca, por su parte, tiene el dudoso honor de ser la moneda que peor se ha desempeñado en lo que llevamos de año y ya se ha depreciado un 8,7% desde el arranque de 2017, fijando un nuevo récord bajista contra el dólar en las 3,92 unidades y en las 4,12 liras por cada euro el pasado 12 de enero. En los últimos 3 meses, las pérdidas en la divisa son del 19%.

Tanto el Banco Central de Turquía (TCMB por sus siglas en turco) como Banxico, la autoridad monetaria mexicana, han tomado cartas en el asunto. El banco central azteca ha encadenado seis subidas de tipos de interés prácticamente consecutivas -cinco de ellas en 2016, desde el 3,75% hasta el 5,75%- y se espera que siga por el mismo camino en la reunión del próximo mes de febrero. Las expectativas de los economistas son que el regulador mexicano incremente sus tasas al menos en un punto porcentual más durante 2017.

Al mismo tiempo, el banco central ha seguido los pasos del Banco Popular de China y también ha ‘echado mano’ de sus reservas de divisas. Sólo en 2017, el mercado ha visto volar 2.000 millones de dólares en vano, ya que de nada ha servido la medida del regulador para ayudar a su anémica divisa. Desde Rabobank cuestionan que México pueda seguir aguantando el peso mediante este mecanismo, ya que sólo dispone de 175.000 millones de dólares. “A la hora de reforzar la divisa mediante estos medios, el tamaño sí importa”, aseguran los analistas del banco holandés.

El TCMB, por su parte, ha adoptado una medida que ha sido muy aplaudida por los economistas al introducir depósitos en divisas extranjeras contra su moneda local bajo un mecanismo de swap de divisas para batallar contra la volatilidad de la lira turca.

Este sistema, por el que los bancos prestan capitales al TCMB a cambio de dólares, con una fecha de vencimiento y un tipo de interés acordado, se espera que reduzca la liquidez de la divisa truca y la impulse, de la mano del aumento del coste de los préstamos de moneda local en las entidades del país. Con una tasa de interés en el 8%, la entidad no tiene demasiado margen para seguir incrementando el precio del dinero, sin embargo, tal y como el presidente turco Tayyip Erdogan ha dejado claro en recientes declaraciones, el banco central “debe hacer todo lo que esté en su mano” para asegurar la estabilidad en la moneda.

TURQUÍA SE ENCOMIENDA A LAS SUBIDAS DE TIPOS

El giro en la actitud de Erdogan ilustra los tintes que ha tomado la situación. El presidente turco ha cargado duramente contra el TCMB en el pasado y ha culpado a su política de tipos de interés de penalizar el flujo del crédito en el país. Sin embargo, el panorama ha cambiado ya que la última defensa de una moneda que ha visto cómo su valor se depreciaba un 10% en poco más de dos semanas podría ser precisamente el incremento del precio del dinero.

La tasa de inflación de Turquía, de alrededor del 8,5%, puede dar aún un poco de espacio al banco central para continuar usando el arma de los aumentos de tipos de interés

La presión sobre el banco central, además, “se ve incrementada por el aumento sustancial de la deuda denominada en moneda extranjera”, destaca José Lagarto, analista de Orey Financial. “La tasa de inflación de alrededor del 8,5% puede dar aún un poco de espacio al banco central para continuar usando el arma de los aumentos de tipos de interés”, asegura este experto.

El reciente retroceso del dólar, que ha cedido casi un tercio de las ganancias obtenidas desde la victoria de Donald Trump, no ha ayudado significativamente a la moneda de un país que, además del ‘factor Trump’, soporta notables tensiones internas y geopolíticas. “En Turquía, factores tales como la proximidad a los escenarios de guerra como Siria y la migración están dando lugar a una retirada de los inversores y, en consecuencia, la fuga de capitales, que en última instancia tienen un impacto negativo en la moneda local”, señala Lagarto.

John Hardy, jefe de estrategia en divisas de Saxo Bank, también apuesta por el aumento de las tasas de la lira turca, pero cree que “si la presión sobre las monedas emergentes más débiles continúa, Turquía y México probablemente se vean abocados a intervenir de forma periódica para salvaguardar sus divisas”. “En última instancia, no se descarta que las autoridades monetarias de estos países tengan que instaurar algún tipo de control de capitales” al estilo de China, apunta Hardy.

MÉXICO Y CHINA, PALABRA DE TRUMP

Trump

La sangre podría llegar al río para una economía como es la mexicana con una fuerte dependencia de Estados Unidos. Las políticas de Donald Trump en materia de comercio internacional y la carga que pretenda imponer a los productos importados del país vecino, una vez tome posesión en el cargo, “serán la gran fuerza que conduzca a la devaluación de la moneda, ya que se prevé una disminución anticipada en la inversión de Estados Unidos en la región”, asegura Lagarto.

“Si Trump insiste en mantener su retórica sobre México, el peso mexicano será vulnerable a pérdidas agudas en el medio plazo”, indica Lukman Otunuga, analista de FXTM. En cambio, Hardy no descarta que la divisa pueda repuntar porque “el peso se ha abaratado mucho y el mercado ya ha descontado un impacto muy negativo en la economía mexicana de sus próximas políticas”. De hecho, un reciente informe de Goldman Sachs prevé que la moneda azteca protagonice una subida de un 13% hasta el precio objetivo de los 19 pesos.


El peso se ha abaratado mucho y el mercado ya ha descontado un impacto muy negativo en la economía mexicana de sus próximas políticas

Al otro lado del Pacífico, China es, por ahora, la más estable de las tres economías analizadas, a pesar de que Trump también la ha puesto en el punto de mira y ha acusado al gigante asiático de ser “el mayor manipulador de divisas de todos los tiempos”. Pero los expertos de Rabobank, Every y Lawrence, llaman a no caer en la complacencia, especialmente si Trump también sigue adelante “con las tarifas de hasta un 35% que quiere imponer a los productos procedentes de la segunda potencia mundial”.

Otunuga destaca “la resiliencia que la economía China ha demostrado en 2016, con el crecimiento alcanzando el 6,7%, el incremento del gasto público y un récord en los préstamos bancarios”. Pero también remarca que hay otros factores que ponen en peligro la relativa calma que se respira, “como la burbuja inmobiliaria de las principales ciudades del país, que puede alcanzar altas cotas en 2017, la creciente deuda pública o que se dispersen los efectos de los recientes estímulos”.

El hermetismo que rodea a las acciones del Banco Popular de China hace difícil predecir cuáles serán los siguientes movimientos de la autoridad monetaria, pero el experto de FXTM apunta que “si la incertidumbre persiste, es probable que el regulador adopte una estrategia defensiva, manteniendo los tipos de interés sin cambios en el 4,35% actual hasta mediados de 2018 y que aún estreche más el cerco sobre los controles de capital para mitigar los riesgos asociados a la deuda”.

En lo que coinciden los expertos consultados es en dudar de que China siga poniendo sus arcas de moneda extranjera como última línea de defensa del yuan. Mantener el ritmo supondría, hipotéticamente hablando, “una caída adicional de las reservas de otros 400.000 millones de dólares a lo largo de 2017, dejando la cantidad disponible en 2,3 billones de dólares, muy por debajo del umbral de los 2,6 - 2,8 billones de dólares que China necesita para mantener el nivel de confort”, según los expertos de Rabobank.

“Puede que opten por seguir por este camino”, apunta John Hardy. O tal vez prefieran “una devaluación más grande y única en algún momento, seguido por un tipo de cambio flotante más dinámico con la esperanza de que el mercado vea esto como el final de su intervención", comenta el analista de Saxo Bank. Esta visión es compartida por un número cada vez más amplio de expertos que ya no considera la posibilidad de que el yuan pueda fluctuar libremente como una posibilidad tan remota. Un camino que se podría tomar tan pronto como este año, "aunque las probabilidades no son altas", concluye Hardy.

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