• Los analistas destacan que en los últimos años se observa mayor consenso
  • Desde el mandato de Ben Bernanke hay mayor transparencia en la institución
  • La Fed ha conseguido ser más predecible y reducir la incertidumbre en torno a sus decisiones
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La Reserva Federal (Fed) es el banco central más poderoso del mundo, o al menos el que tiene mayor influencia en el resto. La institución que preside Janet Yellen ha tenido que enfrentarse en los últimos años a importantes desafíos, y no sólo por las decisiones tomadas y las políticas adoptadas, sino que también ha aprovechado la crisis para modernizar y cambiar su método de trabajo.

Por hacer un breve pero interesante repaso histórico, el Sistema de Reserva Federal, conocido informalmente como Fed, nace de una ley de 1913, cuando se obligó a los bancos nacionales a unirse para poder tener un marco monetario común en Estados Unidos. A partir de entonces, y pese a las críticas a su existencia de prestigiosos economistas como los premios Nobel Milton Friedman o Friedrich Hayek, y con 14 presidentes de por medio, el banco central ha tenido que ir evolucionando.

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En los últimos años, la Fed se ha enfrentado nuevamente a una crisis de calado mundial, cuyo origen estuvo precisamente en Estados Unidos con una burbuja inmobiliaria y la extensión de las hipotecas subprime en todo el sector financiero. Tras dejar quebrar al gigante banco de inversión Lehman Brothers en septiembre de 2008, acudió al rescate de la aseguradora AIG con 85.000 millones de dólares para asegurar su supervivencia y evitar un colapso.

La Fed vivió dos años antes un relevo en la presidencia, cuando Ben Bernanke sustituyó e Alan Greenspan después de 29 años. Ambos hablaban a principios de 2008 de una desaceleración económica, que poco a poco se convirtió en “signos de recesión" a juicio de Bernanke. Fue precisamente la actual presidenta, Janet Yellen, la que advirtió desde su puesto en la junta de gobernadores del peligro de una recesión profunda y duradera, lo que le llevó a disentir con importantes miembros como William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York, que veía riesgos a la baja de una crisis hipotecaria.

La Fed vivió dos años antes un relevo en la presidencia, cuando Ben Bernanke sustituyó e Alan Greenspan después de 29 años

MÁS TRANSPARENCIA DESDE BERNANKE

El año 2008 empezó con una tasa federal de fondos (tipos de referencia) en el 3,5%, y terminó en el rango entre el 0% y el 0,25%, nivel que se mantuvo hasta que se subieron siete años después, el pasado mes de diciembre, en 25 puntos básicos. Esta política expansiva vino acompañada de medidas no convencionales como los diferentes programas de compras de activos que imitaron posteriormente el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Japón, el Banco de Inglaterra, y otras autoridades monetarias.

Pero fue un periodo en el que, además, se introdujeron algunas iniciativas que son ya habituales. “Bajo el mando de Bernanke, la Fed comenzó a ofrecer ruedas de prensa donde explicaba sus políticas tomadas, por lo que la institución se volvió más transparente. Esta práctica continúa bajo el mandato de Janet Yellen”, explica Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank.

En el caso de Europa, hay que tener en cuenta en defensa del BCE que cada país planifica su propia política fiscal

Hay que tener en cuenta que “actualmente cada movimiento que toma la Fed impacta en la economía mundial, incluso cada expectativa que toma el mercado sobre sus posibles decisiones. Podemos fijarnos en la actualidad, con la posible subida de tipos”, agrega el experto. Además, prosigue López-Gálvez, “al encontrarnos en un contexto de baja inflación sin precedentes, nunca antes el papel de los bancos centrales había sido tan relevante. Y en un mundo cada vez más globalizado, las decisiones de política monetaria de los principales bancos centrales tienen implicaciones en todos los rincones del planeta”.

Sin embargo, la Fed “ha conseguido minimizar la volatilidad que se genera en torno a cada reunión”, opina el analista de Self Bank. Una volatilidad que es mucho más elevada en los casos del BCE o el Banco de Japón, que “si bien se enfrentan a problemas económicos más complicados, sus movimientos son mucho más impredecibles”. Aunque en el caso de Europa, hay que tener en cuenta en defensa del BCE que cada país planifica su propia política fiscal, mientras que en Estados Unidos, la Casa Blanca y la Fed tienen mayor consonancia en sus decisiones.

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