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Tuit TradersAlberto Sánchez

Vivir deprisa y morir de pronto, a veces no hay más veces, no malgastes ni un segundo. Las primeras luces de la aurora se filtraban a través las cortinas la última vez que me dijiste “te quiero infinito”, -pero cuando ya no queda nada, el infinito tiende a cero-. Fue la mañana en que despertamos juntos sin saber que sería la última.

Decía Hegel que las épocas sólo se entienden en su ocaso, cuando lo inmortal deja paso a lo finito. Cuando los recuerdos asoman y la nostalgia te golpea, reivindica tu derecho a la tristeza, la tiranía de la felicidad no proyectó ningún Modigliani. La vida es líquida y cíclica, como la economía, como todo lo que se puede medir.

Esta semana The Economist se pregunta cuán mala será la próxima crisis. Y yo me pregunto cuándo me volverán a dar un beso como aquel. Nadie sabe ni queremos saber. La magia no consiste en sacar un conejo de un sombrero y sí en lidiar con las sorpresas que la vida te da. El tiempo y el espacio se extinguirán antes que la belleza natural de las cosas, porque incluso lo peligroso es atractivo, no puede ser de otra manera cuando el principio de todo fue una explosión.

Cuántos lunes negros vendrán, cuántas empresas quebrarán, cuándo me dejará de querer… El capitalismo es como el amor: saca lo mejor de ti para llevárselo cuando se va.

Y aquí me tienes esperando, querida, con el vino blanco y el pelo enredado, a que llegue el desenlace. Será el final pero será nuestro. He visto veintiséis veranos perecer y veinticinco inviernos doblegarse, y créeme cuando te digo que el final es otra forma de decir “comienzo”, y que cuando no te llame sabrás que soy yo.

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