divisas imagen

La elevada y persistente inflación global, junto con los agresivos ciclos de endurecimiento de la política monetaria que llevan a cabo los bancos centrales han aumentado el nerviosismo en los mercados. Los cierres en China para frenar el Covid también contribuyen a avivar los temores de una recesión, además de empeorar los problemas en las cadenas de suministro. Los buenos datos macroeconómicos chinos conocidos esta misma semana, que parecen mostrar una reactivación de la economía, no logran mitigar los temores del mercado.

Los fuertes aumentos de los precios han propiciado, entre otras consecuencias, que los bancos centrales y en especial los países que forman parte del G10 se vuelvan cada vez más agresivos y hayan procedido ya a elevar los tipos de interés o estén al borde de hacerlo. Además, la crisis ocasionada por la escalada de precios ha llevado a un deterioro de algunos indicadores económicos, instalándose en el ánimo de los operadores la preocupación por una recesión.

Quizás estemos ante unos temores un poco exagerados; sin embargo, lo que sí es real es el efecto que este sentimiento tiene en los mercados. El ambiente “risk off” que impera en los mercados, debido a los factores mencionados anteriormente, ha perjudicado al euro, que finaliza el mes alrededor de un 2,5% por debajo de donde lo empezó frente al dólar estadounidense. Esta semana tampoco ha sido positiva para el euro, ya que además de la aversión al riesgo y la fortaleza generalizada del dólar, activo refugio por excelencia, la falta de concreción de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en sus últimos comentarios también ha perjudicado a la moneda.

Debemos recordar que mientras varios miembros del BCE han considerado la posibilidad de una subida de 50 puntos básicos en la próxima reunión del banco en julio, Lagarde únicamente se ha limitado a reiterar la intención del banco de subir los tipos de interés en 25 puntos básicos en dicha reunión. Además, la preocupación por una crisis energética en Europa se ha acentuado en los últimos días, y podría suponer una amenaza para la economía de la eurozona, lo que añade una presión adicional a la moneda común.

Entretanto, el dólar sigue beneficiándose de su condición de divisa refugio y de la agresividad de la Reserva Federal, que intenta hacer frente a la elevada inflación mediante agresivas subidas de tipos de interés.

En definitiva, incertidumbre y volatilidad marcan el paso al mercado de divisas. A pesar de todo, si los malos augurios acerca de que nos hallemos al borde de una recesión no se vieran cumplidos finalmente, es muy posible también que asistamos a un cambio de tendencia que podría beneficiar a los activos de riesgo, lo que significa que las monedas de los mercados emergentes estarían bien respaldadas.

contador