• Estuvo al frente de la Casa Blanca durante ocho años
  • Demostró una gran habilidad para combinar empatía y confianza
Clinton

Bill Clinton se ha convertido en uno de los presidentes de Estados Unidos más carismáticos de los últimos 25 años. El político demócrata llegó a la Casa Blanca en 1993, en donde permaneció durante dos legislaturas, hasta el año 2001. Durante este tiempo, el mandatario dio muestras de dominar perfectamente el discurso político y de saber venderse de la mejor forma ante el gran público.

El éxito de Clinton tuvo una base importante en su estrategia y domino de las relaciones públicas, un control que quedó muy patente durante sus años en lo más alto del Gobierno estadounidense. De hecho, estas habilidades le han posicionado como uno de los grandes referentes de la comunicación de las últimas décadas gracias a los siguientes tres aspectos:

1- Seguir las tendencias:

Clinton dijo en más de una ocasión que sus discursos sobre economía “seguían las tendencias, y no las líneas maestras”, sobre lo que alegaba que estas últimas podrían alejarse de la situación actual. Diferentes profesionales de la comunicación han señalado que esta lección tiene una doble lectura, ya que el recurso a los titulares puede alejarse de la realidad.

Sin embargo, también han subrayado que aproximarse a las tendencias y a quien las crean, los periodistas, puede servir para que lo que en un momento determinado es una tendencia o situación coyuntural se acabe convirtiendo en algo estructural.

2- Ser empáticos:

Otro de los puntos fuertes de Clinton se basaba en demostrar su empatía con hechos, no solo con palabras. De hecho, una de las frases más empleadas por este expresidente era “Lo siento por tu dolor”.

Este celo acercó a Clinton a los ciudadanos en una maniobra maestra de las relaciones públicas. El mandatario estadounidense convirtió la relación con su audiencia y público objetivo en el eje de su discurso.

3- Transmitir confianza:

Uno de los grandes pilares de las relaciones públicas es transmitir confianza, pero no solo con los demás. Una de las claves del éxito de Clinton es haber transmitido también una gran confianza en sí mismo, sensación que se refleja en su carrera profesional.

Clinton se convirtió en Fiscal general de Arkansas con 30 años, para dos años más tarde convertirse en el gobernador de estado más joven. Además, otra de sus armas maestras consistió en vincular esta confianza a la empatía para conseguir que la ciudadanía perdonara sus sonados escándalos sexuales.

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