La teoría financiera se basa en un una tesis: "el valor temporal del dinero", esto es, la idea de que los individuos prefieren el consumo de hoy frente al consumo del incierto futuro. Pero esta teoría está siendo desafiada por la práctica durante la crisis financiera, dado que no se da el clásico escenario de tipos de interés consolidados a cero, y son los prestamistas los que deben pagar para prestar dinero. Una situación con implicaciones para los inversores.

En Bussines Insider, Russ Koesterich, de Blackrock,recuerda que durante el último año han proliferado los bonos con rentabilidad negativa, sobre todo en Europa. ¿Por qué prestar si hay que pagar por hacerlo? Hay varias razones: los rendimientos negativos pueden tener sentido si se espera un descenso significativo de los precios. Con deflación, los rendimientos reales (o ajustados a la inflación) podría ser positiva, incluso si las rentabilidades nominales son negativas; y además, el rendimiento puede ser aún más negativo, lo que aporta mayor potencial de ganancias para los que están dispuestos a vender antes de su vencimiento.

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Pensábamos que había un suelo. Resulta que estábamos equivocados

Este último escenario podría darse si el Banco Central Europeo (BCE) encuentra suficientes bonos para comprar con el fin de cumplir con la cuota de 60.000 millones de euros de la QE. En este momento, el crecimiento de Europa es lento y la inflación baja, lo que unido a que la compra masiva de bonos de la autoridad monetaria continuará durante al menos otros 18 meses, implica un régimen persistente de rentabilidad negativa para los inversores.

¿Cómo gestionarlo?

1. Si la rentabilidad de los bonos estadounidenses sigue siendo tan baja, a pesar de que la economía se recupera y de que la Reserva Federal (Fed) se prepara para subir tipos, es porque se ven atractivos para los inversores en Europa y Japón.

2. Un dólar fuerte también hace atractivas las inversiones en bonos estadounidenses.

3. En el caso de la renta variable, sin embargo, este experto se confiesa cauto en Estados Unidos, y considera que las acciones que generan ingresos en Europa tienen una ventaja natural. Además, sus valoraciones son menos estrechas.

Concluye: "Durante los últimos seis años, hemos vivido un no parar de adivinanzas sobre hasta dónde caerán los tipos. La mayoría de nosotros pensábamos que había un suelo. Resulta que estábamos equivocados".

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