• La Comisión Europea espera finalizar las conversaciones este año
  • Los detractores temen un recorte de los derechos laborales y la normativa ambiental
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La Unión Europea y Estados Unidos negocian un nuevo tratado comercial que afectará a 800 millones de consumidores. Se trata de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI), más conocida por sus siglas en inglés TTIP. Las negociaciones ya van por la novena ronda y se están llevando a cabo a puerta cerrada.

El objetivo de Europa y Estados Unidos es ampliar el comercio pero también tiene importancia estratégica, según explican a Bolsamanía desde la Comisión Europea. Así, los “dos bloques comerciales mundiales más importantes” se estarían adelantando a las negociaciones comerciales que se puedan abrir con Asia, especialmente con China, “marcando el futuro económico”. “Tanto a Estados Unidos como a Europa nos interesa definir los estándares. Si tenemos las normas definidas, será más fácil extenderlo”, comentan estas fuentes.

Tras año y medio, las negociaciones ya van por la novena ronda. Aunque la Unión Europea no se ha impuesto ningún plazo para su finalización, “el objetivo es hacer tanto progreso como sea posible en 2015”. “Los Estados miembros quieren concluir la negociación antes de finales de año”, en torno a la segunda o tercera semana de diciembre.

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ALCANCE DEL ACUERDO Y CRÍTICAS AL TRATADO

El tratado se divide en tres áreas de negociación: acceso a los mercados, aspectos regulatorios y normativa comercial. El primer pilar afecta a los aranceles, que alcanzan una media del 3% pero en algunos sectores llegan a superar el 30%, como el calzado, el textil o los alimentos procesados.

El acceso a los mercados no sólo se abriría a productos y mercancías, también a servicios, como la arquitectura o la consultoría, y a la contratación pública, para que las empresas europeas puedan concurrir a los procesos de licitación en igualdad de condiciones.

"No vamos a abrir todos los mercados a la vez ni a tirar por la borda nuestra industria"

Las negociaciones buscan “tarifas lo más bajas y eliminar donde se puedan eliminar”. No obstante, insisten en que “no vamos a abrir de cualquier manera sin poner ninguna condición”. “No vamos a abrir todos los mercados a la vez ni a tirar por la borda nuestra industria”.

El segundo pilar es la cooperación regulatoria, en la que se busca una equiparación entre la normativa de los dos bloques comerciales. Esta es una de las áreas que más críticas ha levantado, ya que la normativa estadounidense es más laxa que la europea en algunos aspectos. Desde la Comisión Europea insisten en que hay unas “líneas rojas” que no se van a quebrantar y que únicamente buscan “equivalencias a nivel regulatorio donde las pueda haber”.

Sin embargo, desde Ecologistas en Acción, uno de los colectivos que se han mostrado en contra del TTIP alertan de que se puede llegar a una “equiparación a la baja” y temen que la legislación europea, “más proteccionista para los ciudadanos”, quedaría trastocada. Luis Rico, coordinador de la campaña contra el tratado de Ecologistas en Acción, cree que podría afectar incluso a los derechos de los ciudadanos, especialmente en el área laboral.

"El TTIP se está negociando en un contexto de crisis y refuerza las políticas de austeridad y las privatizaciones"

Este colectivo teme además que la apertura del mercado pueda fomentar las privatizaciones de los servicios públicos europeos. Sin embargo, desde la Comisión Europea insisten en que “no estamos negociando sobre servicios públicos: estos quedan totalmente excluidos. Solo hablamos de que las empresas privadas puedan optar a la contratación pública”.

El último pilar de las negociaciones se refiere a aspectos “menos sectoriales y más generales”. Incluye asuntos tan dispares como controles aduaneros, ayudas de Estado, energía y materias primas, reconocimiento de las denominaciones de origen, normativa para las pequeñas y medianas empresas o legislación laboral y medioambiental.

Precisamente los derechos laborales y la legislación medioambiental son dos de las mayores preocupaciones de los colectivos contrarios al TTIP, junto con la falta de transparencia con la que se están llevando a cabo las negociaciones.
“El TTIP se está negociando en un contexto de crisis y refuerza las políticas de austeridad y las privatizaciones”, asegura Rico en declaraciones a Bolsamanía. “El tratado de libre comercio no beneficia a las personas ni al medio ambiente”, señala y advierte de que el aumento de la competitividad que persigue el acuerdo supone “rebajar los derechos de los ciudadanos y la normativa ambiental”.

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