• La intención es ceder su imperio a sus tres hijos mayores aunque podría no ser suficiente para zanjar la polémica
  • Otros presidentes optaron por el fideicomiso ciego para acabar con este debate
Donald Trump

Donald Trump ya ha tomado contacto con el Despacho Oval. Desde este cuarto de la Casa Blanca el nuevo mandatario de los Estados Unidos realizará trascendentes llamadas, desarrollará encuentros con las personas más influyentes del mundo y tomará decisiones con un elevado impacto internacional. Pero en toda esta frenética actividad institucional, ¿quién se verá favorecido: Estados Unidos, The Trump Organization, ambos o ninguno?

Una incógnita que reside en el gigante imperio empresarial que posee el magnate bajo su poder. Según la documentación que presentó durante la campaña en referencia a sus intereses financieros, que hizo público Reuters, The Trump Organization aglutina más de 500 empresas (564 establece la cadena estadounidense Univisión) que, en su mayoría, se dedican al sector inmobiliario. No obstante, esta red de empresas también tiene participación en otros sectores como en textil, muebles, carnes, agua embotellada, vinos, vodka y artículos deportivos como raquetas o plumillas de bádminton.

Una expansión que le ha permitido alcanzar los 3.700 millones de dólares de fortuna, según la lista de millonarios de Forbes, aunque según el propio empresario esta cifra alcanzaría los 10.000 millones de dólares. Trump ha logrado levantar este imperio principalmente en el mercado de EEUU, aunque, en los diez últimos acuerdos inmobiliarios que ha anunciado la Trump Organization se han producido en otros países. En concreto, la internacionalización le ha llevado a tener presencia en 22 países, entre los que destacan Corea del Sur, India, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Ucrania, China, Bulgaria, Argentina, Rusia, Canadá, Francia, Alemania o Azerbaiyán. Incluso en este registro de aparecen compañías asociadas en paraísos fiscales.

La internacionalización de sus negocios le ha llevado a tener presencia en 22 países, entre los que destacan Corea del Sur, India, Turquía, Emiratos Árabes Unidos...

Un imperio que es un ensalzamiento a la figura del actual presidente de los Estados Unidos de América. La estimación que realizó la CNN apunta que de las 515 entidades en las que Trump aparece en el registro como presidente, vicepresidente, director, jefe de la junta, socio, miembro, secretario o tesorero, 276 tienen "Trump" en el nombre. Aparecen otras 63 entidades con acrónimos que comienzan con una "T", que a menudo es sigla de Trump, por ejemplo, el THC (Trump Hotel Collection).

DONALD JR, IVANKA Y ERIC, SU ALTERNATIVA

"Voy a cortar mis conexiones con la organización y haré que mis hijos y mis ejecutivos manejen la compañía, y no discutiría con ellos”, señaló Donald Trump a los medios estadounidenses en plena carrera electoral. Para José Antonio Gurpegui, investigador del Instituto Franklin-UAH, “el nuevo presidente se asesorará legalmente en todo lo referente a este conflicto”.

Pero esta actividad no es ilegal. Existe una legislación de incompatibilidades, que se recoge en la Ley de Ética y Gobierno de 1978, aprobada tras el escándalo del 'Watergate', pero solo se aplica hasta el rango de congresista y los presidentes quedaron exentos con el argumento de que se podría complicar aún más su tarea. Para Daniel Ureña, presidente de The Hispanic Council, “Estados Unidos cuenta con instituciones fuertes y con mecanismos de control para vigilar que no haya conflicto”.

Pero desde el punto de vista ético, la posición de Trump se sigue poniendo en duda. Se presiona al nuevo presidente para que elimine cualquier tipo de rumor sobre conflicto de intereses mediante la venta de sus negocios y la colocación de sus ganancias en lo que se conoce como un fideicomiso ciego.

Esta alternativa conocida como 'blind trust' en Estados Unidos, implica además que el individuo con responsabilidad pública no tenga opción ni conocimiento sobre el manejo de sus bienes depositados en el fideicomiso durante el período que suscriba. Se crea así un "muro" virtual entre una autoridad pública y su patrimonio para evitar cualquier conflicto de intereses en las decisiones que debe adoptar en el ejercicio de su cargo.

Mitt Romney puso sus activos en un fideicomiso ciego durante la campaña presidencial de 2012. Lo mismo hicieron Ronald Reagan, George W. Bush, Bill Clinton y George H. W. Bush. No obstante, el presidente Barack Obama no optó por esta alternativa, porque sus participaciones están compuestas casi en su totalidad por inversiones como bonos del Tesoro de Estados Unidos y fondos de inversión.

Pero hubo casos más extremos. El presidente Carter era un hombre de negocios al igual que Donald Trump. Tenía un cultivo de cacahuate en Georgia, del cual cedió a un amigo y abogado el control en 1977, antes de ser presidente, por motivos éticos.

Pero el caso de Donald Trump es incomparable con el resto. Nunca un presidente de los Estados Unidos tuvo intereses empresariales en tantos países y sectores y ceder este imperio a sus tres hijos mayores no parece suficiente para acabar con los rumores de conflicto de intereses. Más aún si tiene en cuenta que Donald Jr, Ivanka y Eric Trump han tenido una implicación directa en toda la campaña electoral de su padre.

CADA LEY AFECTA A SU IMPERIO

Cualquier modificación en las leyes de Estados Unidos puede afectar directamente a The Trump Organization. Medidas que hagan referencia al cambio climático por sus hoteles y campos de golf, incluso el debate de la inmigración que alimenta de forma importante la plantilla de sus negocios.

Donald Jr, Ivanka y Eric Trump han tenido una implicación directa en toda la campaña electoral de su padre

También aparece el caso de Deutsche Bank. En la actualidad, los reguladores estadounidenses están en negociaciones con ese banco alemán por la aplicación de una multimillonaria multa a raíz de su papel en la crisis financiera de 2008. Como apunta de Wall Street Journal, desde 1998 Trump ha recibido alrededor de 2.500 millones de dólares de esta entidad.

Entra en el debate su plan de reforma de infraestructuras del país que, chocaría con su faceta de constructor y las relaciones que mantiene dentro del sector. Para Daniel Ureña este programa se encuentra “en línea de las propuestas keynesianas y busca crear empleo”. “Trump tiene claro que su faceta como empresario ya quedó atrás y que ahora lleva el traje de presidente de Estados Unidos, y en sus medidas pretende contentar a las grandes empresas y a las clases medias”, apunta.

Por su parte, José Antonio Gurpegui considera que “las infraestructura del país están necesitadas de esa remodelación” y, por lo tanto, la medida del nuevo presidente no tendría el objetivo del beneficio propio. Por otro lado, la bajada de impuestos a las rentas mayores y la reducción de la tasa a las empresas estadounidenses al 15% desde el actual 35% “busca atraer de nuevo a la compañías que operaban fueran del país y, con estos ingresos, poder contrarrestar la bajada de impuestos a las clases medias”.

Como apuntan los expertos, Trump busca en su cargo público “alimentar su ego” y no seguir ampliando su patrimonio. La renuncia a los 400.000 dólares anuales que le corresponden como presidente de los Estados Unidos evidencian este hecho. Pero, lo que no podrá evitar Donald Trump es que su imperio se vea influenciado por su mediática 'bipolaridad'.

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