
"Estamos viviendo un momento muy interesante como inversores, donde las reglas de siempre parecen dejar de funcionar. Parece que no es solo una corrección de mercado, ni una típica desaceleración cíclica. Lo que tenemos encima es una combinación inusual: deterioro institucional, señales macro contradictorias, y una narrativa que ha dejado de estar controlada. La confianza, ese activo intangible pero decisivo, se ha fracturado en varios frentes. Y el mercado lo está reflejando".
Es la visión de mercado de Javier Molina, analista de Mercados de eToro. "Los bonos del Tesoro norteamericanos, históricamente el activo refugio por excelencia, han dejado de ofrecer esa función. No por falta de compradores, sino por falta de confianza. Cuando se pone en duda la capacidad o peor aún, la voluntad del Estado de cumplir sus promesas más básicas, todo el sistema se ve obligado a recalibrar. Ya no estamos hablando de primas de riesgo normales, sino de una revalorización de lo que significa invertir en activos seguros", añade.
Según su valoración, "a esto se suma un ciudadano que, por primera vez en décadas, se siente desconectado del pulso económico. Los niveles de confianza del consumidor están en mínimos históricos, y la caída es transversal. No es un tema de inflación aislada, ni de empleo. Es algo más profundo: la sensación de que el país está navegando sin brújula. Y cuando ese sentimiento se instala, la reacción natural es la parálisis".
IMPACTO EN LOS RESULTADOS EMPRESARIALES
Para Javier Molina, "desde el lado corporativo y en pleno inicio de temporada de resultados, el silencio parece ser la nueva norma. Los ejecutivos han perdido visibilidad, las guías han desaparecido, y las decisiones se posponen. Nadie quiere cometer errores cuando el mapa cambia cada día. A pesar de que los grandes bancos siguen mostrando resultados sólidos, ya están levantando defensas. Se preparan para un escenario más largo, más complejo, y posiblemente más costoso".
"Pero a pesar de todo esto", Molina considera que "no todo está roto. Lo que se percibe como caos también puede ser el punto más bajo de un ciclo emocional del mercado. En muchos activos, el pesimismo está totalmente descontado. El mercado ha incorporado no solo una recesión, sino un colapso institucional completo. Y eso, aunque alarmante, también abre la puerta a oportunidades".
"Porque", precisa Molina, "el rebote no necesita certezas absolutas. Solo necesita señales creíbles de que el camino hacia la estabilización está siendo recorrido. Si desde el gobierno aparece un mínimo gesto de orden, un marco arancelario coherente, respeto institucional básico, o ciertas señales de control sobre el gasto y la política monetaria, eso será suficiente para que el capital empiece a regresar. No es optimismo ingenuo. Es análisis estratégico".
Para Molina, "no hay garantías, pero sí hay espacio. Las estructuras no desaparecen en diez días. La capacidad productiva sigue ahí, las compañías siguen generando ingresos, la tecnología sigue avanzando. Y lo más importante: el mercado, aún golpeado, conserva su capacidad de anticipar futuros. Esa es su verdadera fortaleza".
No obstante, Molina señala que "lo que viene no será lineal. Habrá ruido, rebotes falsos, decisiones erráticas…más caos. Pero también habrá momentos donde el mercado empiece a reconocer valor. Y cuando eso ocurra, quienes hayan sabido mantener la cabeza fría, y el foco claro, estarán en una mejor posición para capitalizarlo".
"Esto no es el fin", concluye este experto." Es un ajuste duro, sí. Es incómodo, también. Pero es, ante todo, una transición. Y las transiciones, aunque dolorosas, son la antesala de los nuevos ciclos. Lo importante es no dejarse llevar por el ruido y recordar que, aunque todo se vea oscuro, siempre hay una salida y una oportunidad".