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Variante Ómicron del Covid-19.© Alberto Sánchez

Los posibles sustos que trae bajo del brazo 2022 empiezan a poner nerviosos a los inversores. Ómicron ha pasado de ser algo más o menos puntual a un problema que, según el consenso, seguirá impactando negativamente en el comienzo de 2022. Las restricciones que han implantado algunos países europeos, como Holanda, son un síntoma de que la recuperación es más frágil de lo que se pensaba.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) avisó el 21 de diciembre que la expansión de la variante es un tema “muy serio” por el que están preocupados. "Tomemos decisiones difíciles para protegernos y proteger a los demás", invitaban desde el organismo.

Y es que, hasta el momento, ha quedado demostrado que Ómicron se propaga mucho más rápido que las anteriores variantes del Covid-19. Eso sí, tal y como apuntan Gilles Moëc, economista jefe en Axa IM, y Chris Iggo, CIO de la gestora, por el momento no se ha demostrado que sea más letal. De hecho, ambos destacan que en Sudáfrica, donde se descubrió el primer caso, no ha provocado ningún aumento significativo de las muertes.

Asimismo, se fijan en un estudio de Discovery sobre un análisis de 78.000 resultados de pruebas atribuidas a la variante que destaca que la probabilidad de ser hospitalizado con la cepa Ómicron es del 29%. En él también se concluye que dos dosis de Pfizer proporcionan una protección del 70% contra la hospitalización y del 30% contra las infecciones sintomáticas, sin entrar a valorar las de refuerzo.

En este sentido, la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido ha hecho otra investigación sobre 581 casos sintomáticos, en la que se recoge que dos dosis de AstraZeneca no proporcionan una protección “estadísticamente significativa” contra Ómicron, mientras que en el caso de Pfizer, es leve. En él también se concluye que, aunque los refuerzos mejoran estos datos, son peores que con Delta.

Bajo esta situación, los gobiernos de todo el mundo se afanan por conseguir menores niveles de contagios y de hospitalizaciones, ya sea mediante las inyecciones de refuerzo, como en España, donde ya se han aprobado para los mayores de 40, o con restricciones al estilo de las anteriores olas.

Es por ello que, tanto Iggo como Moëc, creen que "la combinación de una alta velocidad de propagación de la variante y un número todavía significativo de personas sin ninguna protección puede significar que serán necesarias medidas restrictivas adicionales en las próximas semanas para preservar la capacidad de atención sanitaria". Esto puede hacer mella en el Producto Interior Bruto (PIB) este invierno, aunque en todo caso, esto sería una pausa en la recuperación. “No hemos vuelto a la casilla de salida en la lucha contra la pandemia”, tranquilizan.

EL DISPAR COMPORTAMIENTO DE LOS BANCOS CENTRALES

En este entorno incierto, los expertos de Axa ponen el foco en los bancos centrales. La Reserva Federal (Fed) ha dado un vuelco a su política monetaria, duplicando el 'tapering' escudándose en su preocupación por el repunte de la inflación, que es probable que pueda mantenerse en el tiempo. Por primera vez, ni el comunicado ni el propio Jerome Powell, presidente del organismo, pronunciaron la palabra “transitoria” al referirse a la presión de precios.

“La aceleración del 'tapering' como tal no es una sorpresa, pero pensábamos que esto simplemente permitiría a la Fed plantear la posibilidad de una serie de subidas a partir de principios de 2022”, dicen los expertos de la entidad. Sin embargo, algunos miembros adelantaron hasta 3 subidas de tipos en 2022 y otras 3 en 2023, lo que para ambos analistas se traduce en pasar de la “posibilidad” a la “intención”.

“Sospechamos que estos movimientos de 'halcones', a pesar del riesgo de Ómicron, reflejan la creencia de la Fed de que, como en oleadas anteriores, la tolerancia al riesgo sanitario sería mayor en EEUU y que podría evitarse una desaceleración significativa de la actividad económica”, afirman.

En cuanto a Europa, los dos expertos creen que el Banco Central Europeo (BCE) está adoptando un enfoque contrario. De hecho, aunque el programa de compras se reducirá durante el próximo año, está claro para ellos que no quieren subir los tipos antes de 2023.

Esto, para Axa, “tiene sentido” dado que las condiciones macroeconómicas “son diferentes”. “En la zona euro, la inflación sigue siendo esencialmente un fenómeno exógeno que se espera que desaparezca en 2023 y la brecha de producción sigue siendo negativa”, mientras que en EEUU “no hay un exceso de demanda que el banco central pueda permitirse frenar para mantener la inflación bajo control”.

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