Donald Tusk by Platforma Obywatelska RP (Flickr)

Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea intentarán acercar posturas sobre el reparto de los altos cargos del bloque para la próxima legislatura, un reto que afrontan con "diferentes opiniones y diferentes intereses", en palabras del presidente del Consejo, Donald Tusk.

La división entre las distintas familias políticas sobre las personas idóneas para presidir las principales instituciones de la UE a partir de otoño quedaron también patentes en la reunión que Tusk mantuvo el martes con los grupos en la Eurocámara.

El Parlamento Europeo reclama que el próximo presidente de la Comisión sea uno de los cabeza de lista de los partidos europeos a las elecciones de mayo, Manfred Weber (PPE), Frans Timmermans (S&D) o Margrethe Vestager (ALDE).

Además del nuevo jefe del Ejecutivo comunitario, los Veintiocho deben pactar también quién será el nuevo presidente del Consejo y del Banco Central Europeo, así como la Alta Representación de Política Exterior y la presidencia de la Eurocámara.

Por ello los contactos en las próximas 24 horas serán determinantes para ver lo que "es factible", en un momento en el que "todas las opciones están sobre la mesa y ninguna puede descartarse", según un alto funcionario europeo.

La cumbre dará comienzo por la tarde, pero muchos líderes ya están en Bruselas para mantener encuentros bilaterales y reuniones en formato reducido para tratar de salvar los mayores escollos. La primera cita, será un desayuno en el que los negociadores de las tres principales familias harán balance.

En esta mesa se sientan el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su homólogo portugués, Antonio Costa, por la familia socialdemócrata; el belga Charles Michel y el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, por los Liberales; y los primeros ministros de Letonia, Arturs Karins, y Croacia, Andrej Plenkovic, por el PPE.

Si no se llega a un acuerdo antes del viernes, cuando concluya la cumbre, se da por hecho que el Consejo deberá reunirse de nuevo de manera extraordinaria al menos una vez antes del verano, es decir, a mediados de julio.

El calendario con el que trabajan, de hecho, es más estricto y Tusk ha dicho que quiere un paquete que satisfaga a todos antes de que se celebre la sesión constitutiva del Parlamento Europeo, el próximo 2 de julio en Estrasburgo (Francia).

EQUILIBRIOS

El reparto debe respetar una serie de equilibrios, no solo geográficos y de familias políticas, sino también de género, habida cuenta de que hasta la fecha ninguna mujer ha ocupado ni la presidencia de la Comisión, ni la del Consejo.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, tiene como objetivo situar al frente de los cinco grandes puestos en las instituciones europeas a perfiles que estén "en sintonía" con las posiciones de España, aunque no sean necesariamente españoles.

El Gobierno de Sánchez aspira a colocar a españoles en cargos de dirección en las instituciones europeas y asegura contar con varios candidatos. Sin embargo, fuentes gubernamentales admiten la dificultad de lograr uno de los cinco puestos principales: las presidencias de la Comisión, Parlamento y Consejo europeos; el Alto Representante de Política Exterior y el presidente del Banco Central Europeo, los puestos de los que se hablará estrictamente en esta cumbre.

Para presidir la Comisión, España apoya "sin fisuras" al candidato de los socialdemócratas europeos, Frans Timmermans, afirman fuentes del Ejecutivo, que defienden el sistema según el cual los europeos votan en las elecciones europeas sabiendo de antemano quiénes son los candidatos de las principales familias políticas europeas (democristianos, socialdemócratas y liberales) a dirigir la Comisión.

Si el holandés se hace con la dirección del Ejecutivo comunitario, el juego de equilibrios que ha de respetar el reparto de cargos (de género, geográfico y entre familias políticas) aleja a cualquier socialista español de los demás puestos de primer nivel.

ACABAR CON LAS EMISIONES EN 2050

Además del debate sobre el reparto de altos cargos a nivel comunitario, los líderes contemplan una discusión sobre la hoja de ruta a largo plazo en la lucha contra el cambio climático. En este ámbito, está abierta la posibilidad de que se comprometan a eliminar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para 2050.

Alcanzar unas emisiones netas nulas de CO2 a mitad de siglo es el escenario más ambicioso de los que planteó la Comisión Europea a finales del pasado año. Los jefes de Estado y de Gobierno ya abordaron esta cuestión en su reunión de marzo y, aunque reconocieron la necesidad de eliminar las emisiones dióxido de carbono a largo plazo, fueron incapaces de ponerse de acuerdo en la fecha.

Desde entonces, el "ánimo" de las capitales ha cambiado y ahora hay una "abrumadora mayoría" a favor de establecer 2050 como plazo para conseguirlo, según ha afirmado un alto funcionario. "Desde marzo ha cambiado mucho", señalan las mismas fuentes, que ven en esta "tendencia fuerte" posibilidades para que finalmente se incluya esa fecha.

España es partidaria de consagrar el año 2050 como meta para lograr la neutralidad climática y forma, por tanto, parte del grupo de países más ambiciosos, junto con Francia, los países nórdicos y ahora Alemania. Hungría y Polonia, en cambio, son los Estados miembros más reacios a fijar un año para este objetivo.

Noticias relacionadas

contador