• En 2013, el mercado ya lidió con el 'taper tantrum' instigado por Ben Bernanke
  • Por ahora, el programa de compras seguirá activo hasta, al menos, marzo de 2017
Mario Draghi, President of the European Central Bank, ECB

La mera posibilidad de que en un futuro aún desconocido el Banco Central Europeo (BCE) comience a desmantelar sus extraordinarios estímulos actuales está causando nervios en los mercados. Aunque el BCE ha desmentido que esta opción se haya discutido, la reacción de los inversores responde a que aún esperaban más, no menos, de la entidad presidida por Mario Draghi. Pero, de fondo, manifiesta dos problemas: el primero, el grado de adicción del mercado a los bancos centrales; y el segundo, hasta qué punto será complicado normalizar las condiciones monetarias.

La marejada comenzó este martes, cuando Bloomberg publicó que el BCE estaba trabajando ya en cómo irá reduciendo ('taper') en el futuro las compras de deuda pública y privada que viene llevando a cabo bajo su programa de adquisición de activos (APP, por sus siglas en inglés. Por ahora, cuenta con una potencia de 80.000 millones de euros al mes y, por lo menos, estará vigente hasta marzo de 2017, sin que se descarte una prolongación adicional -ya fue ampliado seis meses, puesto que en principio fue concebido para finalizar en septiembre de 2016-.

Aunque un portavoz del BCE matizó que "el Consejo de Gobierno no ha debatido estas cuestiones", el impacto en el mercado ha sido imposible de parar. Primero, porque los inversores todavía contemplan la opción de que Draghi tenga que adoptar más medidas expansivas para fabricar inflación y estimular el crédito y el crecimiento en la Eurozona, con lo que la mera posibilidad de plantearse ya lo contrario -es decir, reducir estímulos en vez de ampliarlos- representa un escenario que no estaba en su cabeza. Ni en los precios de los activos.

Lo acontecido en las últimas horas evidencia hasta qué punto el BCE deberá ser cuidadoso a la hora de comunicar cualquier cambio en su estrategia monetaria

Sobre todo, en los más afectados, como puede ser la deuda pública. De ahí las ventas de títulos soberanos vistas en las útimas horas, con el consiguiente incremento de los rendimientos, que suben cuando el precio de los títulos baja. Así, el rendimiento del bono español a 10 años sube este miércoles del 0,97 al 1,02%; el del italiano, del 1,30 al 1,36%; el del francés, del 0,27 al 0,30%; y el del alemán, del -0,06% al -0,03%. También lo notan el euro, que se cambia a más de 1,12 dólares, y las bolsas europeas, que reflejan con descensos la incertidumbre surgida en torno al BCE.

Tanto la opción de una retirada gradual del APP como la reacción del mercado suenan a conocido. No es la primera vez que ocurre. En mayo de 2013, el entonces presidente de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, Ben Bernanke, ya desencadenó una situación así. Deslizó, sin que el mercado lo esperara, que se estaba acercando el momento de que la Fed empezara a desmontar su tercer programa de expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), entonces dotado con 85.000 millones de dólares al mes. Su mensaje agitó los mercados, con los bonos soberanos y las divisas emergentes, de manera destacada, en una respuesta que fue bautizada como 'taper tantrum'. Esta vez, la mecha no la ha prendido en primera persona ni oficialmente el BCE, pero la reacción del mercado sí evoca aquel episodio.

UN (SERIO) PROBLEMA DE FONDO

Más allá del alcance de la reacción del mercado, rebajada durante la mañana del miércoles tras la confusión vivida inicialmente en las últimas horas del martes, el BCE ha podido comprobar, una vez más, hasta qué punto son sensibles los mercados a cualquier variación o cambio que puedan introducir en su estrategia monetaria. Sobre todo, en caso de que las novedades sean de corte restrictivo.

De este modo, y como campo de pruebas de lo que le espera, el BCE constata dos problemas de fondo con los que se encontrará en un futuro. El primero, el grado de adicción de los mercados a las políticas de los bancos centrales, cuya histórica intervención de los últimos ha influido o conducido de manera directa el precio de los activos y la asignación de dinero por parte de los inversores.

Desde Barclays, ya anticipan que este episodio obligará al BCE a explicarse muy bien conforme se acerque el mes de marzo de 2017, que es cuando expira el APP en sus términos actuales. En particular si, como ellos esperan, el BCE prorroga el APP, pero con menos de 80.000 millones al mes. "Necesitará manejar cuidadosamente la comunicación para explicar que reducir el montante de las compras mensuales, pero manteniéndolas durante un indefinido aunque largo periodo de tiempo, no es reducir los estímulos", precisan.

Los expertos no creen que el BCE esté pensando en reducir ya los estímulos, pero sí encuentran argumentos para que sea un tema de discusión en el seno de su Consejo de Gobierno

En cuanto al segundo, el ajetreo de las últimas horas manifiesta la dificultad que entrañará la normalización de las condiciones monetarias desde los extraordinarios parámetros actuales. Como ya le está ocurriendo a la Fed con su pausada subida de los tipos, al BCE le costará desmantelar su actual estrategia y tendrá que ser cuidadoso si no quiere 'molestar' al mercado.

Y aún más, porque la respuesta de los inversores también destila las dudas existentes con respecto a la confianza que inspiran los bancos centrales. "El hecho de que el mercado haya reaccionado de manera tan violenta es una evidencia adicional que los inversores comienzan a tener dudas acerca de si los bancos centrales todavía se siguen creyendo su propio discurso del mérito de las políticas monetarias extraordinarias", exponen desde el servicio de estudios de Rabobank.

"El BCE podría estar cada vez más preocupado por los efectos negativos de sus políticas monetarias no convencionales", apuntan igualmente desde BNP Paribas para justificar el motivo por el que ha podido surgir este debate en el seno del Consejo de Gobierno de la entidad. Y añaden otra posible causa: "Reducir las compras podría ser un camino, aunque arriesgado, para reforzar el mensaje de que la política monetaria por sí sola no puede hacer el trabajo y de que otros actores políticos también tienen que tomar parte".

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