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La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) proyecta que la economía mundial crecerá un 3,7% tanto en 2018 como en 2019, con crecientes diferencias entre los países. Esto supone una rebaja en las previsiones de crecimiento, en concreto de una y dos décimas, respectivamente, a lo calculado hace menos de cuatro meses para este año y el próximo.

En su informe sobre perspectivas interinas, que revisa la previsiones semestrales lanzadas en mayo, la OCDE advierte de que hay señales que indican que la expansión económica mundial parece haber alcanzado su punto máximo. La escalada de las tensiones comerciales, el endurecimiento de las condiciones financieras en los mercados emergentes y los riesgos políticos podrían socavar el crecimiento fuerte y sostenible a mediano plazo en todo el mundo, explica.

Añade que la confianza se ha debilitado, el comercio y el crecimiento de la inversión han resultado más lentos de lo anticipado y el crecimiento salarial se ha mantenido modesto en la mayoría de los países a pesar de que el desempleo de la OCDE ha caído por debajo de las tasas previas a la crisis.

"Las tensiones comerciales ya están teniendo efectos adversos sobre la confianza y los planes de inversión"

La organización señala a la preocupante ralentización del crecimiento del comercio, combinada con la incertidumbre política generalizada, como el factor principal que pesa sobre la economía mundial. Subraya que otras restricciones comerciales podrían tener efectos adversos sobre el empleo y el nivel de vida, en particular para los hogares de bajos ingresos. "Las tensiones comerciales ya están teniendo efectos adversos sobre la confianza y los planes de inversión", ha asegurado el el economista jefe de la OCDE, Laurence Boone.

"El crecimiento del comercio se ha estancado, las restricciones están teniendo marcados efectos sectoriales y el nivel de incertidumbre en las posiciones comerciales sigue siendo alto. Es urgente que los países refuercen el sistema de comercio internacional basado en reglas globales y estimulen el diálogo internacional, lo que dará a las empresas la confianza para invertir". "Con las condiciones financieras más estrictas creando estrés en una serie de economías emergentes, especialmente Turquía y Argentina, un marco de política fuerte y estable será clave para evitar nuevas turbulencias", añade.

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