• La industria siderúrgica ya es bastante rentable gracias a los aranceles 'antidumping' impuestos por Obama
  • Casi la mitad de las necesidades de aluminio de Estados Unidos son suministradas por Canadá, que ha quedado excluida de la medida
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Donald Trump firma los aranceles al aluminio y acero.Twitter (@realDonaldTrump)

Los aranceles al aluminio y al acero que ha impuesto Donald Trump siguen dando que hablar. La mayoría de los expertos -empezando por el propio ex-asesor económico del presidente, Gary Cohn, que dimitió por no estar de acuerdo con la medida- consideran que son un error y temen que esta decisión desencadene una guerra comercial.

Kasia Kiladis, directora de inversiones de Fidelity en Estados Unidos, destaca los tres motivos por los que esta medida es "inútil" y "contraproducente":

- Estados Unidos es predominantemente una economía de servicios y alta tecnología. La industria pesada fue bastante importante hasta hace unos 40 años, pero ahora es periférica.

- La industria siderúrgica ya es bastante rentable gracias también a los aranceles 'antidumping' impuestos a las importaciones al acero de China por el gobierno de Barack Obama hace dos años.

- Casi la mitad de las necesidades de aluminio de Estados Unidos son suministradas por Canadá. Por tanto, los nuevos aranceles harían poco para revertir la tendencia negativa en la producción de aluminio de Estados Unidos (que ha disminuido en dos tercios desde 2012).

En términos de consecuencias negativas, el daño económico de primer orden creado por estos aranceles sería pequeño, con una inflación modesta, explica esta experta. "El hierro y el acero representan alrededor del 1,5% de la factura de importaciones de Estados Unidos y el aluminio, la mitad", precisa.

"El verdadero problema son los efectos de segundo orden, ya sea que no se trate de una acción aislada de EEUU (lo cual parecen confirmar las declaraciones de Trump), ya sea que otros países reaccionen comenzando una guerra comercial", añade Kiladis.

Recientemente, la Directora Gerente del FMI, Christine Lagarde, dijo que nadie gana en una guerra comercial y advirtió que los aranceles propuestos podrían tener un impacto económico negativo. Por su parte, la UE advirtió de que respondería con su propio arancel del 25% sobre alrededor de 3.500 millones de dólares de productos estadounidenses, apuntando a marcas emblemáticas (producidas en estados republicanos clave) de productos de consumo, agrícolas y del acero, según una lista elaborada por la Comisión Europea (CE).

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