• La opción de que Irlanda del Norte tenga una frontera 'blanda' con la República de Irlanda es un punto de gran relevancia para la región
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Theresa May y Jean-Claude Juncker

Reino Unido y la Unión Europea (UE) no logran ponerse de acuerdo en sus posiciones. El encuentro entre el jefe del Ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker, y la primera ministra británica, Theresa May, finalizó este lunes sin ningún acuerdo. En este desencuentro apareció un nuevo punto de conflicto, la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.

La cuestión de la frontera irlandesa se presenta como último escollo. Bruselas apunta al Gobierno de May como el responsable de presentar una solución que evite reinstaurar una frontera física y estricta entre Irlanda del Norte e Irlanda por la salida de Reino Unido del Mercado Único y de la Unión Aduanera. May aceptó en un primer momento que Irlanda del Norte mantuviera el mercado único de modo que se respetaría el estatus actual y no sería necesario cambiar nada para los irlandeses.

Pero la postura del Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte hizo cambiar de idea a May. Esta formación rechaza de manera rotunda esa decisión. Y Theresa May depende del apoyo minoritario del DUP para gobernar en Londres. Desde el partido norirlandés alertan a la primera ministra británica de que, como acepte esta concesión, podrían retirar su trascendente apoyo. El DUP respalda el Brexit porque quiere moverse en bloque con el resto del Reino Unido.

Según informa Reuters, la primera ministra Theresa May y otros responsables británicos hablarán este martes con el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP), después de que un acuerdo provisional sobre el Brexit con la Unión Europea sobre la frontera con Irlanda se viera frustrado en el último minuto. La primera ministra se juega mucho en este desencuentro, ya que se ponen en juego las negociaciones del Brexit y su Gobierno en minoría.

Por su parte, la agencia informa de que un representante del Gobierno británico podría desplazarse hasta Bruselas este miércoles para intentar cerrar un acuerdo que abra la vía a las negociaciones sobre el futuro pacto comercial cuando Reino Unido abandone la UE que implique aceptar una “armonización regulatoria” en la isla de Irlanda para evitar una frontera rígida.

IRLANDA, UN ASUNTO DELICADO

Este acuerdo entre británicos y europeos toca aspectos muy sensibles. El temor a que la vuelta a los controles en la única frontera terrestre entre Reino Unido y la UE ponga en riesgo los años de estabilidad tras los acuerdos de paz de Viernes Santo hacen de este capítulo un asunto sensible y se había especulado con un principio de acuerdo para asegurar que no hubiera "divergencias regulatorias" a ambos lados de la frontera irlandesa.

Leo Varadkar, primer ministro de Irlanda, ha dicho estar "sorprendido y decepcionado" por el fracaso de las conversaciones, en la medida en que los negociadores de la UE le habían confirmado antes del encuentro de Juncker y May que se había cerrado un acuerdo para la frontera irlandesa. Varadkar ha insistido en que la posición de su Gobierno es clara y pasa por que no puede haber una 'frontera dura' en la isla, un objetivo que aún espera que se concrete en los próximos días.

Varadkar también ha restado importancia a las palabras de la líder del Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte, Arlene Foster, que este lunes criticó que el territorio pudiese tener un trato de favor en comparación con otros como Escocia y Gales. Porque, por último, la posibilidad de que Irlanda del Norte adquiera un tratado diferente en estas negociaciones provocaría que Escocia, Gales e, incluso, la ciudad de Londres reclamaran condiciones similares en la negociación. Un duro papel el que tiene Theresa May por delante.

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