Oil & gas plant, drilling

Además de un posible interés por debilitar a otras potencias petroleras como Rusia y Venezuela, Arabia ve en los nuevos métodos de producción una peligrosa competencia que quiere mitigar para no perder parte de su mercado, de ahí que intentara arrancar acuerdos más allá de sus fronteras para que otros países redujeran su producción, algo que no ha logrado.

1. Estados Unidos como competidor

La larga alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudí también tiene sus disputas. Los líderes árabes han visto como la producción de esquisto (petróleo obtenido por métodos no convencionales como el fracking) proveniente de Estados Unidos le estaba quitando mercado y aumentando la producción global. Con precios bajos los proyectos de fracking pierden rentabilidad.

Al-Naimi: "Es imposible para el reino y para la OPEP reducir la producción"

2. ¿Recortar?

En este contexto, los saudíes sabían que no podían tomar la decisión de recortar su producción en solitario porque otros se adueñarían de su cuota de mercado. El propio ministro de Petróleo, Ali al-Naimi afirmó el pasado noviembre que “En una situación como esta, es difícil, si no imposible para el reino y la OPEP, tomar medidas que podrían resultar en una menor cuota de mercado y mayores cuotas para otros, en momentos en los que es difícil controlar los precios”.

3. Fortaleza presupuestaria

Otros países pueden pasar estragos con precios del petróleo bajos, pero no Arabia Saudí. Sus reservas de divisas internacionales alcanzan los 750.000 millones de dólares, cantidad suficiente, según Riad, para sobrevivir dos años con un barril más barato.

4. Difícil acuerdo con Rusia y Venezuela

Al-Naimi ha intentado en varias ocasiones arrancar un acuerdo a Venezuela para que sugiriera a otros países como Rusia, Argelia o Irán, para que redujeran su producción de petróleo. Sólo si ellos también lo hacían, Arabia frenaría el ritmo de sus pozos, pero nadie estaba dispuesto a tomar esa medida.

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