• El PP logrará reeditar la victoria en Galicia, aunque sin mayoría; el PSOE sufrirá un duro golpe en el País Vasco, según los datos del CIS
  • La España de las autonomías se ha convertido en un problema que antes o después habrá que abordar
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Con más voluntarismo que racionalidad, la clase política y una parte de la opinión periodística han difundido la exótica teoría de que las elecciones autonómicas del 25 de este mes podrían contribuir a desbloquear el impasse establecido en el Estado.

El principal factor sería la posible necesidad del PNV de apoyar en el PP para contrarrestar la imaginable alianza entre Podemos y EH Bildu en el parlamento vasco, lo que facilitaría, como contrapartida, la cesión de los cinco diputados vascos en el Congreso al apoyo a la investidura de Rajoy. Según la encuesta del CIS recién publicada, el PNV y el PSE sumarían entre 35 y 36 escaños (35 según la encuesta de EiTB), en tanto Podemos y EH Bildu lograrían conjuntamente sólo 31 o 32 (31 según EiTB), por lo que no es necesario el respaldo del PP a la alianza PNV-PSOE, dado que lógicamente la formación conservadora no va a apoyar a la alianza entre los populistas y la izquierda abertzale y puesto que la investidura del lehendakari no requiere mayoría absoluta.

No parece que los resultados vayan a alterar las posiciones manifestadas por las distintas organizaciones políticas en la cámara baja

El factor secundario que el PP esgrimía como favorable a sus intereses era el buen resultado que los populares prevén en Galicia -la encuesta del CIS pronostica una tercera victoria del candidato popular, Núñez Feijóo, por mayoría absoluta- y el pésimo balance que habrán de hacer los socialistas tanto en Euskadi –podrían bajar de 16 a 8 escaños- como en Galicia –bajarían de 18 a 16), región esta última en que no han querido/sabido evitar una costosa fractura interna que con seguridad les costará un alto precio. No parece, en cualquier caso, que estos datos objetivos vayan a alterar las posiciones manifestadas por las distintas organizaciones políticas en la cámara baja, donde las espadas siguen en alto.

En definitiva, el bloqueo no desaparecerá. Y la tendencia que se advierte, cada vez más peligrosa e inquietante, es que los dos grandes partidos, PP y PSOE, sobre los que ha pivotado el Estado hasta ahora, se convierten progresivamente en irrelevantes en los dos territorios históricos con una mayor caracterización nacionalista, Cataluña y Euskadi. En Euskadi, siempre según el CIS, el PSOE baja de 16 a 8 escaños, y el PP, de 10 a 8. Si se piensa que estos partidos gobernaron juntos en la legislatura 2009-2012, se calibrará la magnitud de la catástrofe.

La España de las autonomías se ha convertido, en fin, en un problema que antes o después habrá que abordar, y que de momento ya ha generado un riesgo cierto de escisión en Cataluña. No se puede hacer como si no sucediera nada cuando el incendio secesionista progresa en el principado catalán –el domingo asistiremos a otra eclosión multitudinaria- mientras los dos partidos centrales están desapareciendo de los territorios conflictivos.

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