calculos-dinero-calculadora
Pixabay

Pedir un crédito es la mejor forma de afrontar ciertos gastos que exceden nuestra capacidad de pago, o para los que los ahorros no son suficientes. Ya sea para comprar una casa, un coche, para organizar una boda o para costear los estudios, conviene tener presentes todas las condiciones del producto que se va a contratar, sobre todo para evitar sorpresas en el futuro.

Intereses y comisiones es lo que más hay que mirar a la hora de pedir un crédito, para tener claro por qué conceptos habrá que pagar y cuánto se abonará en cada caso. Los intereses son en lo primero que se piensa a la hora de solicitar un préstamo, pero no se pueden olvidar otros conceptos que suelen pasar más desapercibidos, como las comisiones.

Como siempre, lo mejor es comparar entre diferentes bancos para ver cuál es el que ofrece las mejores condiciones, y para hacerlo conviene tener presente qué es lo que hay que analizar para saber al detalle cuánto va a costar pedir el préstamo.

1. Intereses

Los intereses son los costes más conocidos sobre un préstamo. Es el precio que cobra una entidad financiera por prestar el dinero, y dependiendo del producto contratado los intereses pueden ser fijos o variables. Eso sin olvidar que los intereses variarán en función de lo que considere el banco, que analizará la capacidad de cada cliente para devolver el dinero solicitado.

Los expertos recomiendan analizar los intereses con detenimiento, ya que la manera de expresarlos suele ser desigual y eso puede llevar a error. Por ejemplo, algunas entidades lo hacen con la tasa anual equivalente (TAE), que recopila todos los costes que se cobran en un crédito y se expresa como un porcentaje anual sobre el importe financiado. Aunque hay otras que hablan del tipo de interés nominal (TIN), que es el porcentaje que se agrega al capital pedido al devolver el crédito. Con el TIN hay que tener cuidado, ya que se excluyen todos los demás gastos asociados al producto y, por tanto, no son percibidos por el cliente como gastos a asumir.

Tampoco hay que olvidarse de los intereses de demora, que se cobran cuando el cliente no lograr pagar las cuotas previstas en el plazo fijado. Antes podían ser un 10% superiores a la tasa de interés nominal, pero una sentencia de Tribunal Supremo los ha limitado y solo pueden ser estar un 2% por encima de los pactados originalmente.

2. Comisión de estudio

Pedir un préstamo suele implica que el banco haga un estudio de la solicitud, para analizar la situación económica del cliente y determinar su capacidad de pago. Esta gestión, mediante la que la entidad comprueba la solvencia del prestatario, no es gratuita, aunque solo se cobra si al final se concede el crédito. Suele ser un porcentaje sobre la cantidad solicitada.

3. Comisión de apertura

Esta comisión se cobra en el momento en que se formaliza el crédito, es decir, cuando el banco pone a disposición del cliente el dinero, para cubrir los gastos administrativos que supone. Se cobra en el momento en que se firma la operación, y consiste en un porcentaje del importe que se ha pedido.

4. Comisión de modificación de condiciones

A la hora de suscribir un préstamo, cliente y banco pactan una serie de condiciones y plazos de amortización. Por norma general, modificar alguno de ellos implica tener que pagar un gasto adicional, y entre ellos el más habitual suele ser el recargo por amortización anticipada, que se cobra cuando el prestatario quiere devolver el dinero al deudor antes de plazo. Normalmente supone un ahorro de costes, al reducir la cantidad de intereses, pero en ocasiones el cargo adicional que supone para el cliente puede ser mayor que el ahorro.

5. Comisión por cancelación

Por último, cuando el cliente decide pagar un crédito antes de lo acordado en el contrato, es posible que tenga que pagar otra comisión, la de cancelación. Conviene conocer de antemano cuánto cobrará el banco por este concepto antes de cancelar el préstamo, ya que si la cantidad adeudada es pequeña, puede ser más beneficioso cumplir con las cuotas y seguir pagando.

OTROS GASTOS: PRODUCTOS VINCULADOS

Además, a todos estos gastos habrá que sumar los relacionados con los productos vinculados que el banco suele obligar a contratar para prestar el dinero. En ocasiones la entidad exige diversas domiciliaciones, como por ejemplo la de la nómina, que suele ser la más habitual, o la de los recibos de la luz, el gas o el agua. En ninguno de estos casos la domiciliación conlleva un gasto extra para el cliente.

Lo que sí supone un gasto adicional son las tarjetas de crédito o débito o los seguros que se asocian al préstamo. Con las tarjetas, el banco suele exigir un gasto mínimo anual, aunque la contratación de las mismas sea gratuita. En cuanto a los seguros, la entidad los usa para garantizar el pago del préstamo. Pueden ser seguros de vida, o seguros de desempleo, y en el caso de que se trate de una hipoteca, el seguro de hogar.

El resto de vinculaciones que exigen los bancos no son obligatorias, aunque las entidades bancarias suelen exigirlas a cambio de un tipo de interés más bajo.

contador