• El dinero apenas sale del circuito bancario, porque permanece en las cuentas a la vista
  • El total de depósitos cae hasta los 1,419 billones, el dato más reducido en una década
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El presidente del BCE, Mario Draghi.

La persistencia de los tipos de interés al 0% está erosionando la tradicional querencia de las empresas y los hogares españoles por los depósitos a plazo. La 'mano visible' del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, deja una huella creciente en estos productos... para alegría de la banca, que está logrando que ese dinero permanezca en su circuito.

Según los datos facilitados esta semana por el Banco de España (BdE), durante el mes pasado la suma conjunta de los plazos fijos de las empresas y los hogares menguó en 7.488 millones de euros, para un total de 233.639 millones. Hay que remontarse hasta mediados de 2005 para encontrar un montante inferior.

El desglose de esta cifra muestra que los hogares, tradicionales clientes de los depósitos a plazo fijo, se están alejando de ellos. En octubre, y por primera vez en 12 años justos, atesoran menos de 200.000 millones en estos productos. Cayeron de los 205.500 a los 199.500 millones, un 'tajo' de 6.000 millones en un único mes, el mayor desde los 6.350 millones de marzo de 2017. En los diez primeros meses del ejercicio, la 'hucha' de plazos fijos de las familias ha adelgazado en 54.000 millones. Hace seis años, en plena batalla de 'extratipos' por parte de las entidades para retener y captar depósitos como fuentes de financiación, las familias llegaron a tener 420.000 millones en imposiciones a plazo fijo.

En el caso de las sociedades no financieras, el descenso hasta octubre es de 10.000 millones, hasta los 34.200 millones, después de bajar en 1.400 millones el mes pasado. En su caso, los descensos también conducen a los datos más bajos desde 2005. A mediados de 2011, las empresas llegaron a tener cerca de 97.000 millones en depósitos fijos.

DESDE LOS TIEMPOS DE TRICHET

La gran diferencia con los registros de hace 12 años es que entonces el BCE, presidido por el francés Jean-Claude Trichet, tenía los tipos de interés en el 2%. Ahora, bajo la batuta del italiano Mario Draghi, se encuentran en el 0%. Y no desde 'ayer', sino desde marzo de 2016. Es más, los tipos de la facilidad de depósito, fundamentales para el funcionamiento bancario por su repercusión en referencias como el euríbor en sus distintos plazos, están en el -0,40% también desde marzo del año pasado.

Estos niveles provocan que las imposiciones a plazo fijo apenas rindan, una realidad que deja una huella cada vez más visible en los depósitos y que va camino de prolongarse, porque las intenciones del BCE pasan por no empezar a subir los tipos al menos hasta 2019. Según los datos del BdE correspondientes a septiembre, los nuevos depósitos a plazo de los hogares ofrecen un tipo medio ponderado del 0,17%, 'premio' que para las empresas crece hasta el 0,70%.

PERDIENDO DINERO

En lo peor de la crisis, con los bancos 'extratipando' los depósitos para financiarse, los hogares llegaron a tener 420.000 millones en imposiciones a plazo fijo. Ahora la cifra no llega ni a la mitad

Para estos 'precios', tanto las familias como las corporaciones están 'pasando' de los requisitos asociados a estos productos y están optando de manera creciente por la mayor flexibilidad que otorgan las cuentas a la vista, cuyo rendimiento -del 0,04% para los hogares y del 0,11% para las empresas- no es un impedimento tan relevante como lo fue en el pasado porque, con esos tipos, el coste de oportunidad es menor y se ve compensado por la capacidad de maniobra ganada... si bien estas ventajas no anulan el carácter sorprendente de esta mudanza. ¿Por qué motivo? Porque tanto con los depósitos como con las cuentas las empresas y los hogares pierden dinero en términos reales, es decir, teniendo en cuenta la inflación, situada ahora en el 1,6%. O lo que es lo mismo, ninguno de estos dos productos rinde lo suficiente como para cubrir lo que se encarece la vida, pero esta consecuencia no impide que las sociedades no financieras y las familias amasen casi un billón de euros en estos productos. Hace 10 años, apenas alcanzaban los 600.000 millones.

Esta mutación de depósitos fijos a cuentas responde no sólo al perfil conservador del ahorrador español, sino al empeño de los bancos, que están alentando esta migración porque los depósitos a plazo fijo les salen más caros que las cuentas a la vista. Con las políticas monetarias de Draghi abasteciendo con liquidez más que abundante al sector -ahora, de hecho, existe un exceso de liquidez de 1,85 billones de euros diarios en la Eurozona-, las entidades no tienen ninguna necesidad de 'pescar' depósitos con unos tipos más altos para financiarse. Todo lo contrario, incitan su transformación en cuentas a la vista porque les facilita la defensa de su margen de interés en un contexto condicionado por esos tipos al 0%. En resumen, que esta consecuencia les viene de maravilla porque se ahorran intereses con ese cambio, al tiempo que obran el milagro de que el dinero permanezca en su 'jurisdicción' y no huya en masa en busca de rentabilidades más atractivas, pero también más arriesgadas.

Aunque los depósitos a plazo están cayendo, en el caso de los hogares y las empresas se transfieren mayoritariamente hacia las cuentas a la vista. Y eso a pesar de que no rinden lo suficiente como para cubrir lo que se encarece la vida

Las cifras, una vez más, son elocuentes. En octubre, las cuentas a la vista de los hogares crecieron en 1.359 millones, para un total de 549.300 millones. En lo que va de año, este volumen ha engordado en 49.200 millones. No ha ocurrido lo mismo en el caso de las empresas, donde han bajado en casi 6.200 millones, hasta los 191.800 millones. Eso sí, en el acumulado del año las cuentas a la vista de las sociedades no financieras han aumentado en 20.000 millones. De hecho, en los tres últimos meses han superado los 190.000 millones por primera vez en la historia.

Y estos datos, que son los que conducen a que en total las compañías y las familias tengan casi un billón en depósitos, resultan llamativos porque ampliando la perspectiva a todos los sectores -administraciones públicas, fondos de inversión, fondos de titulización, no residentes...-, el volumen total de depósitos en España adelgazó en octubre hasta los 1,419 billones, una cifra considerable -equivalente a cerca del 120% del Producto Interior Bruto (PIB) español-, pero que es la más reducida en una década. Exactamente, desde los 1,39 billones de octubre de 2007. Es más, desde 2011 la 'despensa' de los depósitos de la economía española se ha vaciado en 321.500 millones, un descenso en el que las empresas y las familias no han tenido nada que ver, puesto que en el mismo periodo han incrementado su tenencia en depósitos en 40.000 millones.

REPRESIÓN FINANCIERA... PARCIAL

Todos estos cambios vienen motivados por la 'mano visible' de Draghi. Porque es justo lo que pretende, que el dinero no quede aparcado en depósitos 'eternos', sino que esté vivo, que se canalice hacia la economía y financie proyectos. Es decir, encaja con la versión de la 'represión financiera' que los principales bancos centrales del mundo, emulando las prácticas seguidas por distintos países en el siglo XX para reducir su elevado endeudamiento público, han puesto en marcha en los últimos años. Las han aplicado mediante distintas palancas, como los tipos de interés más bajos de siempre -incluso inferiores al 0%- y una creación de dinero sin precedentes, que han puesto en funcionamiento para incentivar precisamente que el dinero se mueva y contribuya a reactivar el crecimiento.

Eso sí, como demuestran los datos de los hogares -y las empresas-, esa represión no es total, porque su dinero sigue embalsado en el circuito bancario. Pero sí es parcial, porque otros datos del BdE evidencian que también ha crecido el dinero que tienen en otros activos. A finales de junio, contaban con 839.327 millones en acciones de empresas cotizadas -136.395 millones- y no cotizadas -314.058 millones- y en fondos de inversión -302.083 millones-, 100.000 millones más que un año antes.

Sin embargo, este crecimiento responde sobre todo a la revalorización de las acciones de las empresas cotizadas o de los activos en los que invierten los fondos, no a que los hogares hayan disparado su apetito por el riesgo. La mano de Draghi es 'visible'. Y poderosa. Pero no tanto.

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