• En su campaña, defendió políticas proteccionistas y anti-globalización
  • Las medidas para frenar la inmigración podrían debilitar el desarrollo empresarial
  • La clave pasa ahora por saber si podrá gestionar su radical discurso con mayoría republicana en las cámaras

Donald Trump ya es presidente. Una noticia que ha pillado desprevenidos a muchos inversores y economistas, que reconfiguran sus expectativas y sus análisis. Una primera conclusión está clara para los expertos: el 'Make America Great Again' del 45º presidente de Estados unidos a través de un aislacionismo económico, político y social, amenaza al crecimiento de la mayor economía del planeta. El futuro de la Reserva Federal (Fed), la evolución de la presión fiscal, el gasto en infraestructuras y la política energética son otros matices para vigilar en su discurso.

La campaña del excéntrico multimillonario, que le ha valido finalmente para derrotar a Hillary Clinton, ha estado cargada de polémicas y giros inesperados. Sin embargo, una cosa parece clara en sus recetas económicas: la defensa de políticas proteccionistas por las que prácticamente ningún economista aboga.

Una encuesta del instituto IGM Forum de la Universidad de Chicago, realizada en octubre, mostraba que el aislacionismo económico no es positivo para el 'sueño americano'. Así, el 62% de los economistas encuestados estaba “muy en desacuerdo” sobre que medidas proteccionistas a la exportación de bienes fueran positivas para los productores locales, y un 31% declaraba estar en “desacuerdo”. En ningún caso hubo respuestas positivas ante esta posibilidad.

La lectura de estas respuestas se centra en una opinión que es compartida por los economistas de casi todas las escuelas e ideologías. La competencia mejora la economía y, en última instancia, el bienestar de sus ciudadanos. En esta línea se pronuncian analistas y economistas este miércoles, que una vez conocida la inesperada la victoria de Trump han reaccionado: “La administración Trump (si cumple con lo dicho hasta ahora) propugnará el ‘Make America Great Again’ mediante el aislacionismo económico, el proteccionismo comercial y menospreciando la cooperación internacional en el cambio climático”, resume como advertencia Xavier Mena, catedrático de economía de ESADE.

El experto explica que el aislacionismo económico se produciría debilitando la relación con Europa y levantando barreras migratorias; el proteccionismo comercial con aranceles que ya ha defendido a las importaciones desde China y México y denunciando los tratados comerciales que desarrolló Barack Obama (TTIP con Europa y TTP con Japón); y la menor cooperación internacional en los acuerdos sobre cambios climáticos como el de París en 2015.

La incertidumbre en torno a la agenda política de Trump y el posible aumento de medidas proteccionistas podrían pesar sobre el comercio mundial

“La incertidumbre en torno a la agenda política de Trump y el posible aumento de medidas proteccionistas podrían pesar sobre el comercio mundial y en última instancia amortiguar las perspectivas económicas mundiales”, avisa al respecto James Butterfill, director de análisis y estrategias de inversión de ETF Securities.

Este riesgo emerge en un escenario ya complejo para el comercio global. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que este año la actividad comercial mundial sólo crecerá un 2,3%, el dato más bajo desde 2009. Y menos comercio lleva aparejado menos crecimiento: el FMI también calcula que la economía mundial se expandirá este año un 3,1%, que igualmente será la tasa más reducida desde 2009. La llegada de Trump amenaza con aumentar más los problemas que exhibe la economía mundial.

Es un sentimiento que prácticamente comparten todos las casas de inversión. Desde Fidelity, Dierk Brandenburg, analista de renta fija pública, prevé que “el mantra proteccionista del nuevo Gobierno pondrá palos en las ruedas de algunos acuerdos comerciales clave que Estados Unidos ya ha suscrito”, algo que podría traducirse en aranceles que “no serán bien acogidos en algunos países, especialmente en los emergentes, que tienen en el comercio mundial su mayor fuente de crecimiento”. Aun así, pone el acento en las dificultades que cree que tendrá Trump “para sacar adelante todas sus promesas electorales, especialmente en las áreas donde necesitará el apoyo de lo que parece un partido republicano dividido y un Congreso bloqueado”.

En este sentido, los republicanos controlarán las dos Cámaras del Congreso (cámara de los representantes y Senado) por primera vez desde 2007. Pero la mayoría conservadora no implica un camino de rosas para el presidente, ya que el sistema funciona de manera muy distinta a la democracia española y la disciplina de partido, simplemente, no existe. Por ello, también desde Fidelity, el gestor de fondos multiactivos Nick Peters espera que “incluso los republicanos se opongan a algunas de sus propuestas”, lo que obstaculizará la ejecución de su programa de medidas.

ENTERRAR EL LEGADO DE OBAMA

Las propuestas de Trump chocan de frente con gran parte del legado de Barack Obama, que presumiblemente el polémico multimillonario tratará de echar atrás. Y, en esto, sí parece que contará con el apoyo de los republicanos. “Habrá voluntad para desactivar muchas de las iniciativas de Obama, principalmente el programa de salud Obamacare”, señala Dominic Rossi, director mundial de inversiones en renta variable de Fidelity.

El Obamacare hace referencia a la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible que desarrolló la administración del presidente saliente, mucho menos ambiciosa sobre el papel que lo diseñado inicialmente. Las cámaras recortaron drásticamente esta medida, que supone más gasto público. Ahora, podría estar condenada a nuevos ajustes o su supresión.

¿MÁS GASTO Y MENOS IMPUESTOS?

Su idea es bajar los impuestos y llevar a cabo un gran plan de infraestructuras que permita sacar a la economía de su estancamiento y revitalizar el crecimiento

La falta de claridad en las medidas económicas propuestas y la incertidumbre sobre la capacidad de Trump para aunar esfuerzos entre los republicanos y sacar adelante sus políticas dificulta hacer previsiones sobre sus propuestas. Pero hay dos conclusiones. Una es que ha prometido menos impuestos y más gasto público. La otra es que con una deuda pública superior al 105% del PIB no parece fácil acometer las dos cosas a la vez, ni que consiga evitar la confrontación con los congresistas republicanos. En materia de impuestos, "ha sugerido que la financiación vendrá de deuda del gobierno. Además prevé bajar el tipo del impuesto de sociedades del 35% a 15% y el máximo de la renta de las personas físicas del 39,6% a 33%", recuerda el comité de inversiones de Pictet WM. Su objetivo es financiar el gasto mediante más endeudamiento.

En cualquier caso, el magnate estadounidense, nuevo inquilino de la Casa Blanca, defiende la necesidad de impulsar la economía mediante una política de expansión fiscal. “Su idea es bajar los impuestos y llevar a cabo un gran plan de infraestructuras que permita sacar a la economía de su estancamiento y revitalizar el crecimiento”, arguye el equipo de gestión de Abante Asesores. “A esto hay que sumar que, en este nuevo escenario, las posibilidades de un mayor impulso de la política fiscal a escala global podrían romper con el sentimiento de estancamiento secular que lleva tiempo instalado en el mercado”, agrega el gestor José Ramón Iturriaga.

Actualmente, “las infraestructuras estadounidenses están actuando claramente como un freno para el crecimiento del PIB tras varias décadas de escasa inversión”, subraya Ángel Agudo, gestor de fondos de renta variable estadounidense. En este sentido, Trump llegó a prometer 550.000 millones de dólares de gasto, incrementando la apuesta de su rival, Hillary Clinton.

Por otro lado, “los presupuestos de defensa han sufrido recortes en los últimos años, y es poco probable que se produzcan nuevos recortes significativos en un contexto mundial marcado por las inquietudes en torno a la seguridad social”, recuerda Agudo. De hecho, es un sector que podría verse beneficiado con más inversiones, según estos expertos.

HACER FRENTE A UNA NUEVA RECESIÓN

El ciclo actual de crecimiento de la principal economía mundial se prolonga de forma ininterrumpida durante los últimos 89 meses, desde julio de 2009. Estados Unidos dejó atrás la recesión provocada por la crisis financiera internacional para iniciar el que ya es el cuarto ciclo más longevo desde mediados del siglo XIX, según los datos que recaba la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés). Por delante, sólo tiene los 92 meses acumulados entre diciembre de 1982 y julio de 1990; los 106 meses comprendidos entre marzo de 1961 y diciembre de 1969; y, sobre todo, los 120 meses vividos entre abril de 1991 y marzo de 2001. El promedio es de 39 meses, y la historia económica demuestra que estos ciclos siempre acaban en una nueva recesión.

Así, la historia juega en contra de Trump. Y no ya por sus posibles reformas, que aún es pronto para analizar si aumentarán o disminuirán las probabilidades de una recesión y su impacto, sino porque cuatro años más de crecimiento implicarían más de una década continuada de expansión, o más de 130 meses, algo que no ha ocurrido nunca.

El grado con el que acierte la Reserva Federal (Fed) con la normalización de tipos será clave para evitar la próxima recesión o aliviarla en caso de que sea inevitable. Por el momento, la probabilidad asignada a la subida de tipos el próximo 14 de diciembre disminuye drásticamente. Y, a la vez, aumenta la incertidumbre acerca del futuro de su presidenta, Janet Yellen, cuestionada pública y duramente por Trump. El nuevo presidente de Estados Unidos llegó a acusarla de beneficiar al Partido Demócrata y de crear una burbuja. En marzo Trump afirmó que aboga por sustituirla cuando expire su actual mandato, en 2018. “No es republicana... Cuando llegue la hora, lo más probable es que la sustituiré por alguien más apropiado”.

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