Bolsamania

Trabant, el viejo coche de la Alemania Oriental

Algunos coches pasan a la historia no por sus cualidades y prestaciones sino por su valor como símbolos de una época, un régimen político o incluso una idea. Ese es el caso del viejo Trabant, el automóvil más característico de cuantos se fabricaron en la antigua RDA. El Trabi, que es como se le conocía entonces, fue un perfecto compendio de todo lo que era el régimen comunista de la Alemania Oriental: un coche simple, lento, espartano y no demasiado eficiente.

Las virtudes ocultas del Trabant

El Trabant siempre tuvo mala fama y le fueron endosados todo tipo de crueles etiquetas. Se decía de él que era feo, incómodo y que se averiaba constantemente. Eso por no hablar de los numerosos chistes que se hicieron a su costa: «¿Por qué el Trabant tiene una salida de aire caliente en la parte de atrás? Para calentarte las manos cuando lo estás empujando».

Pero sería injusto no mencionar las ventajas de este vehículo, las virtudes ocultas del Trabant, como por ejemplo su durabilidad. La vida media de este coche era de unos 30 años, de hecho aunque dejó de fabricarse en 1991 muchos de ellos siguen funcionando y recorriendo las calles de las ciudades del este de Alemania.

Una de las peculiaridades más destacadas del Trabant era su sistema de refrigeración por aire. Por eso, para lubricarlo había que verter el aceite directamente en el depósito del combustible.

El Trabi, retrato de una época

Para los sufridos ciudadanos de la Alemania Oriental poder hacerse con un Trabant no era tarea fácil. Aparte de que era preciso inscribirse en una lista de espera que podía durar más de 10 años, su precio rondaba los 10.000 marcos, una cantidad muy elevada para las posibilidades de los alemanes del este de aquella época.

Desde 1957 hasta 1991 se produjeron más de tres millones de unidades en la antigua fábrica de Sachsenring, desde el original Trabant 500 (1957-1962) hasta el último Trabant 1.1. Cuando se desplomó el bloque soviético se acabaron también las subvenciones para su producción y dejó de fabricarse.

Pero como todos los símbolos, el Trabant es inmortal y permanece grabado en el consciente colectivo de los alemanes, que lo recuerdan con cariño. En todo el país hay clubs y se organizan encuentros donde Trabbis restaurados de todos los años, formas y colores se dan cita.

En Berlín en concreto, donde se conserva una sección del infame Muro en el que aparece dibujada la célebre escena del beso entre Honecker y Breznev (ambos montados en un Trabant), es posible realizar un Trabi-Safari y recorrer la ciudad en uno de estos vehículos. Un auténtico viaje en el tiempo.

Fotos – fahrzeugbilder