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Inteligencia Artificial para reducir el estrés al volante

Atascos, prisas, carreteras en mal estado, conductores impacientes… Son muchos los factores que trabajan para incrementar la agresividad de los conductores (aunque algunos ya son agresivos de por sí sin ayuda de nadie). Las consecuencias son numerosas y muy negativas: insultos, conductas temerarias e incívicas, road rage, accidentes… Las nuevas tecnologías, en concreto la Inteligencia Artificial, podría jugar un papel clave para solucionar este problema.

La tecnología lleva prometiéndonos desde hace mucho tiempo una solución inminente a la vuelta de la esquina: los coches autónomos. Gracias a ellos, los seres humanos no conducirán sino que serán transportados de manera segura y eficiente a sus destinos, pudiendo dedicar el tiempo del viaje a dormir, trabajar o relajarse. Por desgracia, parece que todo va más lento de lo previsto y la solución tarda en llegar.

Mientras, la Inteligencia Artificial toma el relevo y ofrece alternativas alentadoras, como ilustran los siguiente ejemplos:

Súbitos cambios de carril, cruces mal señalizados, carreteras en obras, condiciones meteorológicas adversas, embotellamientos… El estrés del conductor aumenta a la hora de tomar decisiones rápidas al volante. Hoy son muchas las funciones de los automóviles inteligentes que nos asisten en esos momentos delicados, como por ejemplo los sensores de cambio de carril o los asistentes de visibilidad de ángulo muerto.

En Estados Unidos se ha probado con éxito un producto llamado Personal Signal Assistant, una plataforma que permite a los automóviles comunicarse con las señales de tráfico y permite a los conductores cierto grado de relajación, ya que el coche se anticipa a todos los imprevistos y nos avisa, por ejemplo, de que el semáforo ya se ha puesto en verde, o de que hay que reducir la velocidad porque nos acercamos a un tramo de tráfico denso.

Es sólo un ejemplo de lo que la tecnología puede hacer por mejorar nuestra experiencia y seguridad al volante. Algunos avances son fantásticos, como los medidores de estrés del conductor insertados en el reposacabezas del asiento, dispositivos dotados de sensores y cámaras que detectan la tensión del cuello al notar los cambios sutiles en el ángulo de la cabeza del conductor cuando se balancea con los movimientos del coche. Tal cosa existe, e incorpora además un sistema de vibraciones que reducen la frecuencia respiratoria (y por lo tanto, el estrés) del conductor.

En espera de la llegada real y efectiva de la conducción autónoma, pongamos nuestras esperanzas en los coches inteligentes, nuestros grandes aliados al volante.

Fotos – Pixabay