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Steve McQueen, entre el cine y las carreras

Este fin de semana se cumplen 35 años de la muerte de Steve McQueen, uno de las estrellas de cine más vinculada al mundo de los coches y de la competición. McQueen no solo fue un gran actor, sino también un avezado piloto apasionado de los coches y las motos. Llegó a competir en varias carreras y pudo  mostrar al mundo su estrecha vinculación con los deportes de motor protagonizando películas como «Las 24 horas de Le Mans». Esta es su historia:

Steve McQueen nació 24 de marzo 1930 en Beech Grove (Estados Unidos) y ya con 12 años construyó con un amigo un rudimentario racing car equipado con un viejo motor Ford. Un año antes de iniciar su carrera de interpretación pudo comprarse su primer coche de verdad: un Spider MG TC de 1952.

Cine y coches, dos carreras en paralelo

Los primeros ingresos que conseguiría trabajando como actor irían destinados casi de forma inmediata a su hobby favorito: las carreras de coches. De este modo, McQueen pudo correr por primera vez en una carrera en Palm Springs, la primera de una larga lista de competiciones en las que participaría a lo largo de su vida.

Su carrera artística corrió de forma paralela a su carrera deportiva, aunque esta última no alcanzaría ni de lejos el mismo éxito que la primera. Es más, McQueen se vio obligado a renunciar temporalmente a participar en pruebas de competición en 1960, cuando los productores de «Los siete magníficos», preocupados por la seguridad de actor estadounidense, le convencen de que se olvide por un tiempo de su arriesgada afición. Aún así, el actor siguió corriendo «de incógnito» y mejorando sus cualidades al volante gracias a los consejos de su buen amigo, el piloto británico Stirling Moss.

Pero en 1962 Steve McQueen tuvo que afrontar finalmente el dilema, obligado a elegir solo uno de los dos caminos: actor o piloto. Uno de ellos le reportaba fama y dinero (ya era entonces uno de los rostros más cotizados de Hollywood), el otro en cambio  era su pasión, lo que realmente le gustaba hacer.

Desoyendo los consejos de sus representantes firmó un contrato como piloto profesional para correr con el equipo británico BMC, gestionado por John Cooper. Así, regresó de nuevo a la competición, primero en Sebring y después en el mítico circuito de Savannah a los mandos de un Porsche 356 Carrera. Sus resultados nunca fueron brillantes, pero sí dignos.

Le Mans

En 1969 Steve McQueen decide rodar con su propia productora una película en las 24 Horas de Le Mans. Para ello viaja a Francia con el objetivo de identificar las mejores localizaciones para el rodaje y se compra un Porsche 908 para familiarizarse con el coche de la película. También contrata los servicios de Richie Ginther, piloto que le enseñará a conducir los deportivos alemanes. Mientras, no deja de participar en algunas carreras de resistencia en su país.

Por fin en 1970 Steve McQueen se decide a hacer realidad uno de sus sueños: correr las 24 Horas de Le Mans, no solo en la ficción, sino en la realidad. Cuenta para el proyecto con un Porsche 917 y un compañero de lujo: Jackie Stewart, pero de nuevo se encuentra con el obstáculo de la negativa de los productores y las compañías de seguros. Así, McQueen se ve obligado a elegir: participar en la carrera sin ningún apoyo económico o pasar un verano entero rodando la película en e mñitico circuito francés. El actor se decidió por la segunda opción (para más detalles leer McQueen: the Man and Le Mans).

Hasta su muerte en 1980, Steve McQueen llegó a poseer numerosos coches de competición entre los que destacan varios Porsche (908, 917 y 356 Speedster), un par de Ferrari (512 y 250 Lusso Berlineta) y otros modelos como el Jaguar D-Type o el Ford GT40.

Fotos – The Telegraph